Cipriani, condones y barriguitas indeseadas

Nuevamente se incendió la pradera entre la iglesia y el Estado peruano, con el tema de siempre: la Iglesia se opone a que se promueva una política pública para reducir los ETS, el Sida y los cerca de medio millón de abortos que se practican anualmente en nuestro país. Los protagonistas de este repetido entuerto son los mismos de los últimos años: el Cardenal Cipriani y el Ministro de Salud, Oscar Ugarte que decidió, por fin, distribuir 18 millones de condones.

Al respecto, muchos han salido virulentamente a criticar a nuestro cardenal por meter sus narices en asuntos del Estado. La verdad es que esas críticas me han parecido muy subidas de tono porque creo que nuestro cardenal hace su trabajo; es decir, meter sus narices en asuntos del Estado, como siempre ha sucedido por nuestra condición de sociedad tutelar, y además hacerlo con los temas que son de su especialidad: tabuizar la sexualidad humana.

Hay que reconocer que esas dos funciones, tutelar la sociedad y tabuizar la sexualidad de los peruanos, nuestro cardenal las cumple muy responsable y profesionalmente. Es decir, él como toda la iglesia, está convencidos que los peruanos, y mucho más su feligresía, somos mononeuronales a los que él y su iglesia deben conducir, como buenos pastores que dicen ser. Por otro lado, en un mundo plagado de un malentendido postmodernismo, me parece bien que él y su iglesia, sigan defendiendo a ultranza el postulado que el ser humano sólo tiene sexo y no sexualidad, o, mejor dicho, que lo último, la sexualidad, es una señal diabólica. Nuestro cardenal es tan firme en esta idea que incluso, recordemos, prohibió que se lea la literatura vargasllosiana por considerarla obsceno.

Repito, me parece bien que de esos consejos, incluso literarios, pues está haciendo su chamba, y lo hace dedicada y responsablemente. Y me imagino que en un país como el nuestro, él se sentirá feliz de hacerlo por que sus colegas de otros lares, por ejemplo, el Cardenal de Italia, no lo puede hacer porque en Italia, el corazón del catolicismo, los condones están a la vista de todo el mundo, principalmente en los colegios y universidades. Es más, en las escuelas italianas, desde inicios de la escolaridad, se dicta muy pedagógicamente sexualidad humana, y allí nadie se escandaliza y mucho menos la iglesia, pues sabe muy bien cuál es su rol y cuál es el rol del Estado.

Entonces, no hay que criticar que nuestro Cardenal haga su chamba. Otra cosa es si esa tarea que cumple tan diligentemente sea eficaz y exitosa. Me parece que no. En la universidad, por ejemplo, tengo alumnos fanáticamente católicos, que se sienten realmente unas ovejas en espera de la guía pastoral, pero que en los temas que atañen a su sexualidad, no le hacen ningún caso a su Gran Pastor, vale decir el Cardenal. Cada vez me sorprende la manera eficaz con la que los adolescentes, principalmente ellas, resuelven aquellos temas que eran todo un escándalo cuando yo pasaba por ese período etario; por ejemplo, el del embarazo indeseado. Así como están con un libro sagrado en la mano, también están con el vademécum que les permita gozar de su sexualidad sin traumas y de manera gozosa, tal como lo dicta la razón. Es decir, hoy por hoy los jóvenes son una biblia en la forma cómo resolver esos temas que en mis épocas adolescentes eran verdaderos traumas personales y familiares.

Claro, siempre hay alguna que, más por noicas o problemas culturales, terminan con su barriguita indeseada, pero son justamente eso, excepciones. Ahora, es cierto que fuera del ambiente universitario la cosa es distinta, allí el problema es mayor, pero justamente para atacar ese problema, es que le corresponde al Estado aplicar una política pública que busque reducir los traumas que ocasiona tener sexo loco y no sexualidad.

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Un comentario

  • YA SE HA DADO UN PRIMER PASO EN CONTRA DE ESTA POLÍTICA DE LA IGLESIA, EL PAPA BENEDICTO XVI, HA DICHO QUE EL USO DE CONDONES SE JUSTIFICA EN "ALGUNOS CASOS". POR LO MENOS ES UN AVANCE, ESPEREMOS QUE SIGAN ASÍ

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