Lecciones electorales

Todo proceso electoral genera expectativas. El simple hecho de pensar en el cambio de autoridades, de por sí abre un mundo de expectativas, pero estas elecciones tenían un elemento más que la hacían tan especial: ser la antesala a las elecciones generales.

Nunca en nuestra historia electoral ocurría algo así; es decir, lo usual ha sido que después de las elecciones generales o nacionales, se producía una elección local y/o regional. Así, la descarga, desfogue o insatisfacción al partido o figura ganadora en la elección nacional, se hacía al momento de elegir al alcalde o presidente regional. Era como nivelar la balanza.

Ahora, teniendo las elecciones locales y regionales como antesala a la nacional, lo que se esperaba de ella era otra cosa; es decir, ver qué lecciones sacábamos del actual proceso para empezar a imaginar el escenario de la elección nacional que también la tenemos a la vuelta de la esquina. En ese sentido, las apuestas que se hacían estaban referidas al papel de los partidos políticos, de los movimientos regionales, de los nuevos líderes locales, de la recomposición política local, etc.

Sin embargo, nada de eso ha ocurrido, pues estas son elecciones desastrosas que no deja ninguna lección positiva. Para empezar, a semanas del proceso, el Jurado Electoral no resuelve las candidaturas; es decir, lo que reina es la incertidumbre. Y eso ha ocurrido porque nadie previó la ola obesa de postulaciones que se iba a producir, lo cual evidencia, a la vez, de la mayor descomposición institucional en la que vive el país y la región en particular.

Y de esa masa de postulaciones, poco o nada bueno hay: las mismas figuras, viejos que juegan a Jano y con discursos demagógicos. Entre los nuevos, jóvenes esquizoides y achorados, de verbo encendido, pero sin norte. Es decir, outsiders o independientes que se recrean porque los partidos brillan por su ausencia, o si lo hacen es para exhibir su incompetencia en la actual lid electoral.

Vista así las cosas, ninguna buena lección nos deja esta elección en miras al próximo proceso nacional. O en todo caso, si hay que forzar alguna enseñanza es que pasadas las elecciones locales y regionales, la que se viene también estará signada por postulaciones masivas de organizaciones endebles, movimientos coyunturales de compadrazgos o amigazos; pocas propuestas serias que tengan que ver con metas de gobierno y, finalmente, un Jurado Electoral que en su ánimo de mejorar el proceso electoral, estará envuelto en idas y venidas que empañarán el proceso. Es decir, el escenario perfecto para que los viejos zorros de la política sigan medrando y para que el achoramiento como estrategia de escalamiento por medio de la política también florezca. Bien por ellos, pero mal para nuestra aún endeble democracia que ve así perder nuevamente una brillante oportunidad para crecer y desarrollarse.

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