Primeros mapeos de la política arequipeña

Aún sin una definición final, ya que la gran mayoría de listas que se presentan tanto a los gobiernos locales, como al regional están en revisión por parte del Jurado Regional de Elecciones, pero teniendo en cuenta las encuestas que ya empiezan a circular midiendo las preferencias electorales, es posible ir ensayando sobre el nuevo mapa político de nuestra ciudad.

Como sabemos, si las elecciones fueran mañana, en el Gobierno Regional repetiría el plato Juan Manuel Guillén que en términos políticos esta oportunidad expresa un limbo; es decir, no sabemos si es de izquierda, como fue su anterior camiseta o es nacionalista, dada la enigmática alianza que ha formado.

A pesar de su pasado aprista, a Juan Manuel Guillén lo veíamos, y lo veían a nivel nacional, no sólo como un izquierdista moderado e inteligente, dado su reconocido paso por la universidad agustina, sino también como un destacado líder regional, ejemplo de esa alternativa que surgió en el país desde principios de los noventa como respuesta al debacle de los partidos nacionales; es decir, los movimientos regionales. Juan Manuel era pues un izquierdista, pero no de una izquierda cualquiera, sino cordial y cultivado, expresión de la poca, pero aún existente intelligentzia regional, y además era un líder nato de la región sureña.

¿Cómo calificarlo ahora que se ha unido al nacionalismo, ese nuevo ismo (no por el nacionalismo, sino por el fundamentalismo) nacido en los cuarteles y que está encarnado única y exclusivamente en Ollanta Humala Tasso? Difícil respuesta, pues ambos son totalmente antagónicos: la inteligencia versus la patanería, las buenas formas versus la altanería y belicosidad, la experiencia versus la inexperiencia y la aventura suicida. Quizá en lo que sí coinciden ambos es que son los únicos; es decir, así como la izquierda regional sólo está encarnada seriamente en Juan Manuel, el nacionalismo sólo es Ollanta. No hay nadie más, el resto, sus entornos, son simples secretarios, mensajeros, pasapapeles (a pesar que Ollanta haya aceptado rodearse últimamente de ciertas figuras intelectuales que terminará echándolas).

Para el caso del Gobierno Provincial, según las encuestas, las preferencias apuntan a Alfredo Zegarra, un exitoso médico y a la vez exitoso alcalde de un novel distrito como José Luis Bustamante y Rivero. Zegarra representa a la derecha democrática de nuestra región; un tipo de mundo, creyente en el mercado, los empresarios y la globalización; que no se lleva mal ni con los militares y mucho menos con el clero (poderes fácticos que hay que tener en cuenta en las elecciones). Justamente estos sectores (militares, clero y fundamentalmente empresarios) se sienten mejor con él que con Juan Manuel Guillén; es más, estarán rogando que un símil de Zegarra desplace a Guillén en el Gobierno Regional.

Zegarra, de hecho, será la punta de lanza para que en las justas nacionales hagan su ingreso las organizaciones de Lourdes Flores, Alejandro Toledo o PPK, todos civiles pertenecientes a una derecha centrista que no le hace ningún asco, si así fuese el caso, a modelos totalitarios como el fujimorismo, aunque obviamente el fujimorismo estaría mucho más feliz si es que a la alcaldía provincial llega Luis Cáceres Velásquez, posibilidad que no hay que descartar dado el tanático y desvergonzado comportamiento electoral de nuestra región y país en general.

Cáceres cierra pues esta primera lectura de lo que sería el nuevo mapa político de nuestra región. Como verán, su sola presencia ya nos muestra una cartografía desalentadora que esperamos no llegue a consolidarse.

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