Cotler: hacer posible lo necesario

Hace pocos días, Julio Cotler fue distinguido por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Para quienes hemos hecho de la sociología no sólo nuestra profesión sino nuestra orientadora de vida, la figura de Cotler es capital, pues estamos hablando de unos de los científicos sociales más importantes de nuestro país y Latinoamérica.

Eso significa que, ya sea para nuestra formación y posterior ejercicio profesional, Cotler ha sido y es gravitante, pues qué sociólogo no tiene a Clases, Estado y Nación como libro de cabecera?, qué sociólogo no sigue a Cotler en sus opiniones acerca de lo que pasa en nuestra sociedad?. Es más, qué persona, que mínimamente quiere estar informada, puede prescindir del pensamiento cotleriano?

He tenido el privilegio de ser alumno de Cotler y por eso me entusiasmó saber que este científico social iba a recibir una distinción más en su ya galardonada vida académica. Comparto con ustedes el discurso del acto conmemorativo y que fue pronunciado por otro colega, Martin Tanaka.

Estimados amigos: Estamos aquí reunidos para reconocer y homenajear el aporte intelectual de Julio Cotler, figura respetada y admirada tanto dentro como fuera de nuestro país. Tengo el honroso encargo de reseñar aquí los méritos de su trayectoria académica, que lo hacen largamente merecedor del honor que le será conferido.

Se trata de una tarea fácil y grata, de un lado, difícil y comprometedora del otro. Lo primero por la amistad y el aprecio con quien ha sido un maestro para varias generaciones de científicos sociales, principalmente en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y en su casa de siempre, el Instituto de Estudios Peruanos; y porque resaltar la valía de alguien que ha producido tanto a lo largo de cinco décadas, resulta prácticamente redundante. Cotler despierta un amplio y espontáneo reconocimiento, testigo de esto es que la “Encuesta del poder” del Instituto APOYO, que recoge las consideraciones de los principales líderes de opinión del país, coloca a Julio Cotler como uno de los intelectuales más influyentes del país ininterrumpidamente desde 2000, junto a Mario Vargas Llosa, otro Doctor Honoris Causa de nuestra institución. Al mismo tiempo, la tarea que se me ha encomendado es harto complicada; podría hacer un inventario de sus muchos escritos y aportes, resaltando su importancia y aporte a la comprensión del país, pero tomaría demasiado tiempo hacerlo. De otro lado, elegir resaltar los aspectos más importantes de su obra es riesgoso, porque siempre se cometerá la injusticia de dejar de lado asuntos importantes.

Decidí que hacer justicia a la trayectoria intelectual de Julio Cotler en este discurso nos debe llevar a concentrarnos en dos asuntos fundamentales: primero, indagar por las claves que explican su influencia, que se ubican en su obra; y segundo, indagar por las claves que explican el reconocimiento que despierta, que se ubican en su carácter excepcional en las ciencias sociales peruanas, lo que nos remite a los debates en los que ha participado y a la postura crítica que siempre ha mantenido. Así, considero que la clave de su influencia es que Cotler nos ha proporcionado persuasivas imágenes globales de interpretación del país en su conjunto, pero basadas en la especificación de los mecanismos que los hacen funcionar, no en consideraciones ideológicas; mientras que la clave de su reconocimiento está en que ha sido un intelectual que tuvo el valor de ser una figura excepcional, que fue claramente a contracorriente de las modas intelectuales, lo que lo hizo crítico de los entusiasmos ideológicos de cada momento, desde posiciones “realistas”. Así, desde muy temprano reivindicó la importancia de las libertades democráticas, lo que lo convirtió en un duro crítico de los autoritarismos tanto de derecha como de izquierda. Estos elementos han hecho de Julio Cotler una figura respetada y admirada en todos los sectores del país, logro que muy pocos pueden exhibir.

Decía que Cotler nos ha dado persuasivas imágenes del país como totalidad: ellas están en toda su obra, pero ciertamente articuladas en su impresionante Clases, Estado y nación en el Perú, de 1978 . Allí encontramos los grandes parámetros de lo que podríamos llamar “la visión del Perú de Julio Cotler”: seríamos un país marcado por la continuidad de prácticas coloniales, signadas por la exclusión de importantes sectores de la población, la discriminación y el racismo; por una relación entre Estado y sociedad que generó fragmentación y desarticulación; país que pasó por un intenso y profundo proceso de modernización y democratización social desde mediados del siglo pasado, pero parcial y contradictorio; límites que se explican por la debilidad de los actores políticos que podrían haber llevado a la práctica las aspiraciones de cambio existentes, consecuencia de patrones de relación confrontacionales, no democráticos. Estas imágenes gruesas, construidas sobre ambiciosas lecturas históricas, económicas, sociológicas, políticas, no se construyeron sobre bases ideológicas o voluntaristas, no se guiaron por la búsqueda y justificación de un agente depositario de las expectativas e ilusiones de cambio.

Creo que la clave que explica por qué las ideas de Cotler pudieron resistir a las modas intelectuales y a las apuestas políticas del momento está en que las imágenes globales del Perú propuestas por el autor descasaban no en un puro discurso teórico, sino en el examen de los mecanismos específicos que daban cuenta de su funcionamiento , lo que permitió establecer un diálogo entre la teoría y la investigación empírica. Así, Cotler nos habló de una sociedad basada en criterios estamentales y de casta (entrada que deja ver su formación original de antropólogo), con la resultante fragmentación social, dificultad para agregar intereses y representarlos políticamente; con articulaciones débiles en gran medida explicadas por lógicas de cooptación desde intereses locales y desde el Estado, que se constituyen en el vértice de un “triángulo sin base”, que recurren a una “incorporación segmentaria”, que asegura el mantenimiento de una privatización del poder, regido por lógicas patrimoniales, clientelísticas, corporativas, no pluralistas. Un Estado por esa misma razón subordinado y dependiente a los intereses dominantes, nacionales y extranjeros .

De este modo, si bien Cotler se alimentó de las ideas predominantes en su momento, nunca dejó de imprimirles un peculiar sello personal: miró al Perú desde la sociología histórica y el estructuralismo, pero no perdió de vista la importancia de dar cuenta de los mecanismos que explican su dinámica ; si bien fue influenciado por el funcionalismo y la teoría de la modernización, vio también los patrones de exclusión y explotación históricos en la sociedad peruana; si bien fue influenciado por el marxismo y la teoría de la dependencia, no solo pensó la sociedad y el Estado desde las clases sociales, sino que consideró la lógica estamental, de clanes, estratos y redes de la primera, y las tradiciones institucionales corporativas y patrimoniales del segundo. Por supuesto, con el paso del tiempo estas imágenes y estos mecanismos se deben complejizar, matizar, se debe cambiar la importancia relativa asignada a cada una de las variables consideradas, se deben incorporar nuevos elementos, cuestión inherente a un esquema interpretativo abierto a la verificación empírica y a la aparición de nueva evidencia, pero considero que lo que podríamos llamar la “ecuación básica” sigue totalmente en pie, sigue siendo una entrada útil para entender nuestro país. A propósito, un texto de Cotler fundamental es el prefacio a la tercera edición de Clases, Estado y nación… de 2005, en el que el propio autor examina la vigencia de su libro 27 años después de su publicación.

En la actualidad discutimos sobre los alcances de un acelerado proceso de crecimiento y modernización del país, que ha desencadenado intensos cambios económicos y sociales, que han abierto posibilidades de movilidad social, pero de maneras muy contradictorias y desiguales, que generan expectativas que no concuerdan con las posibilidades de realización. Estas tensiones generan un potencial de movilización y protesta social, pero limitadas por la fragmentación social, por patrones de intermediación social y política que no agregan intereses, por patrones de intervención del Estado con una lógica de asignación de recursos sobre bases territoriales (canon minero, por ejemplo), no sectoriales o universalistas, que refuerzan lógicas localistas; un Estado vulnerable frente a presiones de grupos de interés privados e internacionales, y limitado por actores políticos particularistas. Y debatimos hasta qué punto vivimos hoy nuevos patrones de relación entre economía y política, entre sociedad y Estado, o si estamos ante el predominio de viejos patrones de carácter oligárquico. Como puede verse, gran parte de la discusión de lo que sucede en el Perú de hoy se mueve dentro de los parámetros de la visión del Perú de Julio Cotler. De allí la vigencia del autor, y que sus intervenciones siempre sean tan demandadas por todos.

Pero la excepcionalidad de Cotler, lo peculiar de su visión, lo alejaron relativamente de colectivos o núcleos intelectuales. Su única aventura colectiva desarrollada sin interrupciones desde la década de los años sesenta hasta el día de hoy ha sido el Instituto de Estudios Peruanos, en el que ha sido y es permanente animador. Y en el instituto promovió un espíritu plural, interdisciplinario, diverso en lo teórico y en lo político, nunca buscó discípulos o seguidores, sino interlocutores con los cuales intercambiar puntos de vista y alimentarse de visiones diferentes a la suya.

Cotler ha sido una figura excepcional, atípica en las ciencias sociales peruanas, desde el inicio de su vida académica. Si bien Cotler hizo sus estudios doctorales en Francia (hizo el doctorado en sociología en la Universidad de Burdeos, 1957-1960), y fue permeado por la influencia del marxismo y del estructuralismo en boga en esos años, también se dejó marcar por los clásicos del funcionalismo norteamericano y de las teorías de la modernización. Cabe aquí destacar la influencia de maestros como François Bourricaud, a su vez discípulo de Talcott Parsons, quien introdujo el estudio de clásicos como Max Weber y otros en la Universidad de San Marcos desde finales de la década de los años cincuenta .

La familiaridad con la producción norteamericana permitió que Cotler pase una estancia como investigador visitante en el prestigioso Massachussetts Institute of Technology entre 1964 y 1965. Así, Cotler en su formación no solo tuvo influencias europeas, también norteamericanas, que se expresan en su temprana amistad con académicos como David Collier, Alfred Stepan, Abraham Lowenthal y otros, lo que lo convirtió rápidamente en una de las principales referencias de las ciencias sociales peruanas dentro del campo de la política comparada. Ejemplos de esto son textos como “State and Regime: Comparative Notes on the Southern Cone and the ‘Enclave’ Societies”, en el volumen editado por David Collier en 1979, The New Authoritarianism in Latin America (1979), en el que Cotler debate con sus pares Guillermo O’Donnell (otro doctor honoris causa de la PUCP) y Fernando Henrique Cardoso. También su texto “Intervenciones militares y transferencia del poder a la civilidad en el Perú”, editado por Guillermo O’Donnell, Philippe Schmitter y Laurence Whitehead, en el libro Transiciones desde un gobierno autoritario de 1986 .

Más singularidades: Cotler fue crítico con el velasquismo, pero mientras los intelectuales peruanos de izquierda debatían sobre su carácter de clase, o los de derecha se oponían a sus reformas desde posiciones conservadoras, Cotler criticó su lógica populista, corporativa y autoritaria, en la misma línea que intelectuales como Alfred Stepan . Sus críticas al gobierno militar la valieron la deportación a México (1973-1976), país en el que coincidió con los exiliados latinoamericanos que también huyeron de o fueron deportados por las dictaduras de sus países. Se afincó en el prestigioso Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIS-UNAM). Un excelente texto de este momento es “Perú: Estado oligárquico y reformismo militar”, de 1977, publicado en el libro América Latina: historia de medio siglo, coordinado por Pablo González Casanova, del IIS de la UNAM .

En México se consolidó su temprana identificación con valores democráticos y un rechazo a los autoritarismos, tanto de derecha como de izquierda; también un estilo de razonamiento, que articuló un enfoque estructuralista histórico junto a una temprana reivindicación de la democracia y del pluralismo político, resultado de una síntesis original de la combinación de influencias ya reseñadas. Esto puede verse en varios de sus textos publicados a finales de la década de los años setenta: su clásico Clases, Estado y nación en el Perú; “A Structural-Historial Approach to the Breakdown of Democratic Institutions”, compilado en el libro The Breakdown of Democratic Regimes, de Juan Linz y Alfred Stepan (1978), que a su vez tiene antecedentes en el texto “Crisis política y populismo militar”, publicado en el volumen Perú hoy (1971), otro clásico del Instituto de Estudios Peruanos .

Desde este ángulo, Cotler analizó los cambios asociados a los procesos de modernización, democratización y movilización social ocurridos desde la década de los años cincuenta y sesenta, registró su profundidad, pero también su carácter trunco, que se explica principalmente por límites institucionales y políticos; la explicación está en el carácter del Estado, en sus lógicas de incorporación segmentada, en la presencia de actores políticos exluyentes, no democráticos. Así llega Cotler a la visión crítica de los partidos y de sus proyectos; quisiera resaltar que es una crítica que no cuestiona la inconsecuencia revolucionaria de la izquierda o el APRA, o que celebra la debilidad de los partidos de derecha, sino que objeta la imposibilidad de conformar un sistema de partidos representativo, una comunidad política plural que recoja las demandas de la población y canalice institucionalmente los conflictos.

Así, en la década de los años ochenta encontramos a un Cotler siempre crítico con el poder, con los gobiernos y los partidos, por sus visiones sectarias, dogmáticas, confrontacionales; denunciando tanto la violencia de los proyectos terroristas y las ambigüedades de algunos sectores de la izquierda, como las violaciones a los derechos humanos por parte de los gobiernos de turno; abogando por prácticas democráticas, por la búsqueda de acuerdos y consensos, como en su texto “Los partidos políticos y la democracia en el Perú”, de 1987, compilado por Luis Pásara y Jorge Parodi en el libro Democracia, sociedad y gobierno en el Perú. Lo encontramos siendo crítico con el optimismo desmedido de quienes apostaron por los movimientos sociales, por proyectos populistas o revolucionarios; apostando por afirmar la democracia en un contexto en que era asediada desde la derecha y la izquierda, preocupación expresada en el seminario y en el libro que llevó ese título, publicado por el Instituto de Estudios Peruanos en 1987. En la misma lógica de ser crítico e ir contra la corriente, en una investigación reciente sobre las elites regionales, expresó su cautela frente al entusiasmo con el proceso de descentralización y la promoción de la participación ciudadana; si no tenemos un Estado mínimamente consolidado, difícilmente podremos descentralizarlo exitosamente .

Cotler ha encarnado pues posiciones descarnadamente realistas, críticas tanto del poder como de los entusiasmos ideológicos y voluntaristas del momento, presentes en todos sus textos e intervenciones. Su visión del país no se guió por la búsqueda y exaltación de algún agente depositario de las expectativas e ilusiones de cambio: este agente fue la clase media en la década de los años sesenta, bajo la influencia del funcionalismo y la teoría de la modernización; la clase obrera en los años setenta, bajo la influencia del marxismo; los movimientos sociales en la de los años ochenta, bajo la influencia de la teoría de los nuevos movimientos sociales; y la población en los ámbitos locales en los años recientes, desde apuestas descentralistas y participativas, promovidas tanto por propuestas de democracia radical como por posturas liberales desconfiadas del Estado. Acaso las expresiones más acabadas de este punto de vista realista estén en sus textos Drogas y política en el Perú. La conexión norteamericana (Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1999) o en “La gobernabilidad en el Perú entre el autoritarismo y la democracia”, referido al fujimorismo y publicado en 2000 . Ambos resaltan el papel de factores internacionales para dar cuenta de la dinámica interna del país, pasando por encima de las ilusiones de protagonismo de los actores locales.

En suma, Cotler levantó desde muy temprano una reivindicación de la democracia, en un medio en el que la izquierda y la derecha se han dejado llevar fácilmente por tentaciones autoritarias, en nombre de los principios revolucionarios, o en nombre de la libertad de mercado, y miró el país desde un realismo crítico tanto con el poder como con las utopías de cambio. Esta independencia ha hecho que Julio Cotler sea permanentemente buscado por investigadores y periodistas para ser entrevistado: debido a su peculiar ángulo de mirada, todos sabemos que Julio nos dirá siempre algo desconcertante e inesperado, lanzará una frase lapidaria que nos dejará congelados, nos dirá algo que no queremos oir, con lo que seguramente no estaremos muy de acuerdo, pero que sabemos encierra una gran verdad. De allí que todos estemos siempre pendientes de sus escritos e intervenciones en los medios, y que sea tan solicitado por ellos. Los periodistas saben que Julio siempre lanzará una frase contundente que hará un excelente titular. Sólo alguien con bases intelectuales y morales sólidas puede darse el lujo de ser tan concluyente.

He resaltado el realismo de Julio Cotler, ahora quiero decir que realismo no significa cinismo o falta de compromiso. Ya mencioné las consecuencias que tuvieron sus críticas a Velasco: la persecusión y el destierro, y que fue activo defensor de la democracia política en la década de los años ochenta, crítico tanto del poder como de las propuestas antisistema. En la década de los años noventa denunció con energía el autoritarismo fujimorista: no solo con gestos y declaraciones: fue profesor en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos desde 1964, y se alejó en 1994 luego de la intervención militar de la universidad. Fue miembro activo del Foro Democrático, y de la Asociación Civil Transparencia, organismos clave en la lucha por la institucionalización democrática en el marco de un gobierno autoritario. Más recientemente, todos recordamos cómo en las elecciones de 2006 denunció con energía el riesgo de la aparición de un proyecto autoritario de izquierda. Todo esto es muestra de cómo un intelectual puede intervenir en los grandes asuntos de interés público, con rigor y contundencia, no por vías de compromisos partidarios, sino por la adhesión a principios esenciales: pluralismo, tolerancia, democracia, transparencia. Pero sin renunciar a una mirada realista, siempre crítica.

La combinación de valor académico, independencia intelectual y coraje cívico es la que le ha dado a Julio Cotler un reconocimiento y una admiración entre todos los sectores del país.

Quizá la mejor manera de terminar este discurso de orden sea recordando la célebre entrevista que le hiciera César Hildebrandt, publicada en la revista Caretas, en setiembre 1979 . Allí Hildebrandt le dice que los mejores análisis de fondo de la realidad peruana desde una perspectiva de izquierda vienen de gente como él, pero que lamentablemente los dirigentes de izquierda no lo leen; Cotler llama la atención sobre la necesidad de que esa izquierda asuma un paradigma democrático, que implica tolerancia, pluralismo, pero también la necesidad de distribución y de profundos cambios sociales; lanza una de sus célebres predicciones, y vaticina que un posible gobierno del APRA podría terminar con un proceso hiperinflacionario; confiesa su admiración por Trostky y su rechazo a Stalin. La entrevista termina cuando Cotler dice: “yo estoy a favor de lo que se debe hacer. Yo no creo que la política sea el arte de lo posible. Eso me parece profundamente cínico. Yo creo que la política consiste en hacer posible lo necesario”. Frase con el sello inconfundible de Julio Cotler, que es un llamado que debemos tener siempre presente en nuestra comunidad universitaria, en la Facultad de Ciencias Sociales y en nuestra nueva especialidad de Ciencia Política. “Hacer posible lo necesario”: frase que ilustra bien por qué Julio Cotler es ampliamente merecedor de la distinción de doctor honoris causa de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y por qué para la universidad es un privilegio contar con Julio, a partir de ahora, como un miembro de nuestra casa. Muchas gracias por su atención.

Pando, jueves 10 de junio de 2010

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