Pesadilla en Elm Street

Desde hace mucho que Hollywood se dedica a rehacer películas que en su época fueron un éxito. Muchos han interpretado eso como una forma cómoda de enriquecer las arcas, pero otros lo ven como una el agotamiento de la industria del cine, pues detrás del remake se evidencia falta de imaginación o creatividad. Con Elm Street, eso es más que vidente.

Desempolvado después de cinco lustros, Fredy Kruger, aquel personaje maléfico que fue todo un ícono de los ochentas, hoy luce absolutamente ridículo. Atrás quedó el mítico psicópta que hacía saltar de sus asientos a los adolescentes. El Kruger del s. XXI es soso, le falta el humor negro de su antecesor y, principalmente, no asusta a nadie. Es decir, este Kruger es un extraordinario ejemplo de aquello que señalan que toda repetición es una ofensa.

Quizá para ochenteros que hoy pintan canas, este remake puede serles útil en el sentido nostálgico, pero nada más. Quizá ellos esperen la versión en tercera dimensión con que se anuncia la nueva secuela, tal como ocurrió hace veinticinco años, pero la verdad es que vemos difícil que eso suceda después de esta decepcionante primera entrega y que ha sido traducida por la baja taquilla que ha recaudado. El asunto es más raro aún si reconocemos que detrás del Kruger actual está el mismo personaje que dirigió la versión original; es decir, nos referimos al notable Wes Craven, quien junto a Cronenberg y Carpenter formaron la famosa trilogía del terror cinemero americano. Lástima por Craven, pues como dice mi abuela, lo barato termina pasándonos facturas demasiadas caras.

Puntuación: 5.00 / Votos: 1

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