Mi paso por la MCLCP

Este viernes 4 acaba mi gestión en la Mesa de Concertación para la Lucha Contra la Pobreza (MCLCP). Como siempre, el tiempo pasa volando y sin darme cuenta, veo que ya trascurrieron los dos años que dura ese mandato. Como reza su reglamento, el nuevo coordinador se hará cargo en los inicios del próximo año.

No es mi intención buscar una reelección. Es más, ni siquiera me estoy presentando para eso y lo que deseo es que otro u otra tome la posta. No puedo negar que en la MCLCP la he pasado bien; sin embargo, los aspectos negativos pesan más que los positivos y esa es una razón que me desanima a seguir en el cargo. Otra razón es que por principio, creo que los cargos deben ser remozados, aireados.

Siento que en la MCLCP la he pasado bien porque, principalmente, he conocido gente por demás interesante y encantadora. Gente a la que he aprendido a respetar y a querer. Como añadido, la experiencia de la MCLCP me ha enseñado un área temática que para mi era casi desconocida y que es conocer la lógica del aparato estatal. He aprendido que, como toda lógica, nuestro Estado cuenta con un mecanismo que se acerca a la perfección, donde casi todo está pensado o planeado. Conocerlo nos ahorraría muchos problemas, y, fundamentalmente, nos alejaría del racionamiento común en la que caemos la mayoría: el Estado como un monstruo que nos quiere devorar y frente al cual, hay que defendernos atacándolo e hiriéndolo.

Ahora, esa lógica con la que ha sido pensado el Estado funcionaría realmente si es que nuestro país estuviese tejido por una auténtica red institucional. Y aquí radica parte de mi desilusión en el cargo que tuve estos casi dos años en la MCLCP: lo difícil que es construir esa red institucional. La MCLCP está integrada por un Consejo Ejecutivo integrado mayoritariamente por fachadas institucionales. Son poquísimas las que realmente se comprometen con las tareas o acuerdos que tenemos, y no faltan aquellas que están contagiadas por el Síndrome de Colón; es decir, fantasear al descubrimiento, creer que si no son ellas las cosas no funcionan, y eso teñido, casi siempre, de mucha mezquindad donde impera la consigna que a la MCLCP, por ser una institución casi estatal, y con ciertos fondos, hay que aprovecharla, sacarle un evento o actividad para, luego, negociar con alguna financiera y así extender el techo propio. De ese balance, según mi experiencia en este tiempo, las peores instituciones son las que pertenecen al Estado. Su presencia ha sido casi nula y muchas veces latosa. Es decir, el propio Estado pisándose los pies para no avanzar.

Otro ángulo de esa experiencia ha sido mi relación con los directivos de Lima que son los que tienen el manejo de la MCLCP. No está mal que así sea, pues, a las finales, allí hay algunos pilares que sí se preocupan por inyectarle a la MCLCP de vitalidad y trascendencia, mientras que otros dan vueltas en la vaguedad. Confieso que mi gestión se ha basado en cumplir con los mandatos centralistas y no me siento mal por eso. Se que otras mesas provinciales reniegan de eso y se pasan todo el año confeccionando su propio plan. Creo que esa aspiración es buena, pero he visto que vencido el año, no se pusieron de acuerdo en la búsqueda de sus propósitos. A las finales, incumplen con Lima y con sus propios deseos descentralistas.

Confieso también que la envidia me ha invadido algunas veces frente a los directivos limeños, los destellantes y, principalmente, los opacos. A veces he sentido que es irresistible la cómoda situación que estos dirigentes han logrado abordando el tema de la pobreza en nuestro país: buenas pagas, pertenencia a círculos del poder, viajes al exterior, etc. Es decir, lo que justamente yo merezco.

A pesar de no haber tenido nada de eso (el cargo en la MCLCP provincial es honorífico), confieso nuevamente que la he pasado bien, incluso en desmedro de la MCLCP; es decir, del saldo negativo que posiblemente arroje mi gestión (otros tendrán que evaluarla) creo que yo soy el único responsable, ya sea porque no le dediqué el tiempo que la institución merece, o no supe manejarla correctamente porque simplemente no tengo las cualidades que debe tener un verdadero coordinador: tiempo, desprendimiento, liderazgo, permeabilidad, tolerancia, etc.

Los próximos años serán difíciles para la MCLCP. Pienso que ella ha actuado en el país en tiempos de bonanza, ahora que vivimos épocas de crisis será un verdadero examen para la MCLCP. Ya este año se ha experimento algo de eso: mayores compromisos o tareas y menos aparato justamente porque se ha ido ajustando su presupuesto con la que funciona. Es más, en la intrincada red estatal, su papel ha ido desdibujándose porque han aparecido otras instancias con funciones similares. Sumado a ello, la MCLCP no ha escapado del ataque general que se viene haciendo a la débil institucionalidad del país para que la opinión pública considere que organismos como la MCLCP son absolutamente prescindibles.

Sin embargo, creo que la MCLCP tiene aún un rol vital para el país, rol que resulta contracultural en nuestra sociedad; es decir, crear una red institucional basada en el diálogo y la búsqueda de consensos para atacar uno de los graves problemas estructurales del Perú: la pobreza. En un país como el nuestro, atravesado por la imposición y el autoritarismo, el cultivo de esos elementos, que son la base de la democracia, es todavía una tarea imprescindible. Abandonar esa tarea significaría apostar por esa tradición autoritaria y violentista con la que mayoritariamente está escrita nuestra historia y que han sido, justamente, las raíces de la pobreza que sufrimos.

Puntuación: 5.00 / Votos: 1

2 comentarios

  • Pucha se acabaron los viajecitos gratela a molléndo camana mejia y la punta. Ni modo como dice la canción todo tiene su final nada dura para siempre.

  • Jose Luis, amigo, porque te conozco y se de tus cualidades personales y profesionales, digo con confianza que casi nadie habria hecho un mejor trabajo dadas las condiciones.

    Un abrazo amigo,

    Pablo.

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