Enemigos públicos

Luego de varias semanas de someternos a su dictadura de torturarnos con películas facilonas y comerciales, el Planet nos regala buen cine con esta última entrega de Michael Mann que, además, tiene un atractivo adicional, el genial Johnny Depp que encarna a un mitológico asaltante de bancos de las épocas de la Gran Depresión.

Ese es un primer atractivo de la cinta, pues la construcción y ambientación de Chicago de los años 30, música incluida, es perfecta. En medio de tan extraordinario decorado, refulgen los personajes, un Johnny Deep que, probablemente, hace uno de sus mejores papeles de su ya memorable carrera. A su lado, una pulcra Marion Cotillard que le ayuda a construir escenas cargadas de elementos que nos recuerdan al mejor cine clásico (la referencia a Clark Gable es de lo más significativa).

Cabe resaltar también la predominancia que el director le otorga a los primeros planos: rostros que cubren toda la pantalla, diálogos cortos pero profundos, sonido que estalla en los oidos; es decir, actuación pura que invita a que el público se introduzca en las escenas y personajes, haciendo que la cinta adquiera mayor realismo al extremo que es el espectador quien construye el mito del antihéroe a través del personaje que encarna Deep.

Estamos pues ante una de las mejores cintas de este año que ya empezó a doblar la esquina y, además, una de las mejores producciones, tanto del director como del actor americano. Pero fundamentalmente, Enemigos públicos es una aislada pero contundente demostración que no todo el cine actual debe estar esclavizado a la dictadura de la tecnología. Es más, el buen cine puede prescindir de esas garras. Así que ya sabe, véala pronto porque el imperial mal gusto del Planet, de hecho, hará que sólo se mantenga una sola semana.

Puntuación: 5.00 / Votos: 1

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