Motor y motivo

Ocurrió lo que tenía que ocurrir: Motor y motivo la cinta del grupo cumbiambero de moda, no recurrió a significaciones socio-antropológicas, enfoques minimalistas o tomas amplias y mucho menos ganar premios internacionales. Nada de eso, en una sola semana arrasó con la taquilla y, de pasó, dejó a La teta asustada muy atrás en la preferencia del público nacional que se interesa, a veces, en la producción nacional.

La cinta, hay que decirlo de arranque, no tiene valor cinematográfico alguno. El atractivo ni siquiera se centra en la fórmula biográfica que siempre es un buen recurso en el cine. Aquí lo que interesa es la música, el meloso y trillado tono cumbiambero, la fiesta, la juerga, nada más. Si hay algo que aplaudir, en todo caso, es la sinceridad de su propio director, Enrique Chimoy, que señaló que su producto es simplemente una comedia que, a nuestro parecer recae en Fernando Armas con su popular papel de Fulvio Carmelo; es decir, la consabida fórmula de pretender hacer reír al público a punta de mariconadas y con la frasecita trillada de Hazme un hijo, en tono implorador a una de las estrellas del grupo norteño.

La cinta que, por cierto, ha contado con un gigantesco marketing, mismo Hollywood, ya ha anunciado que se estrenará también en Bolivia y Argentina. Previa sacada de pecho, los hermanos Yaipén también la anuncian en Estados Unidos. Bien por eso, pues luego de la película de Los Shapis, nuestro cine popular o chicha no tenía tanto éxito. Ojalá que eso no signifique renunciar a seguir apostando por un verdadero cine. En otras palabras, ojalá que nuestro endeble cine nacional no se magalice.

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