El premio
Tal vez lo interesante es que El Premio nos muestra el universo en los que se mueven la gran mayoría de nuestros migrantes (y nosotros mismos); es decir, la informalidad, el contrabando y el mundo de la piratería. Claro, está retratado más como fondo de escena que como una realidad que consume a la sociedad peruana, pero está. Eso sí, aunque innecesario, lo que no podía faltar en El Premio es su momento erótico: intenso, relamido, jugoso.
Parece que Durant aprendió que eso es lo que le gusta al público peruano: camas, buenas curvas y ejercicios nalgatorios, el resto no importa. Y Durant tiene razón. Luego de esa escena, la película no importa. De todas maneras se sugiere verla para saber en qué anda nuestro cine, después de que La teta asustada nos ha abierto la vitrina internacional de par en par. De lo que se trata es de saber si podemos aprovechar esa oportunidad o desperdiciarla. Con El Premio, parece que vamos por la segunda ruta.