Gran Torino

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En lo que va del año, hemos tenido dos propuestas de Clint Eastwood, cada una realmente notable, pero poco propagadas. La primera fue El sustituto cinta en la que el actor y director americano convierte a la sensual Angelina Jolie en una atribulada madre que pelea contra el sistema americano reclamando por la desaparición de su hijo (recordemos que esta actuación le valió una nominación a Jolie para un Oscar).

Ahora regresa Eastwood no sólo como director sino también como actor en un papel que nos recuerda a Harry el sucio, uno de sus grandes personajes que lo hizo famoso mundialmente. En Gran Torino, el varias veces ganador del Oscar interpreta a un anciano, viudo y ex combatiente de guerra que quiere sumirse en su soledad antes de soportar la asistencia o compasión hipócrita de sus hijos. El drama empieza cuando este viejo renegado descubre que sus vecinos no son los gringos con los que creció, sino unos orientales que copan el barrio no sólo con sus tradiciones, sino también con los males que no tienen rasgos culturales particulares sino universales: la maldad y la delincuencia.

Desde esa perspectiva, Eastwood combina varios temas que son hoy las vivencias y a la vez problemas sentidos en el mundo global: la soledad, migración, la diversidad cultural, la violencia cotidiana que no conoce razas o fronteras, etc. Todos esos elementos, Eastwood los amarra y resuelve magistralmente, con grandes brochazos de drama y suspenso, pero a la vez con pinceladas humorísticas que nos muestra a un personaje cinematográfico que, al matar su lado actoral, nos anuncia que se dedicará exclusivamente a su oficio de director. Es decir, tenemos Eastwood para rato y tal vez se viene lo mejor de él.

Puntuación: 5.00 / Votos: 1

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