Promesas peligrosas

Como en otros famosos casos, la dupla David Cronenberg-Viggo Mortensen viene consolidándose como el par mejor armado del cine actual. Ya los vimos hace unos años en la magistral Una historia sin violencia, y hoy podemos volverlos a disfrutar con Promesas peligrosas.

Quienes vieron la primera de las mencionadas, podrán pensar que la nueva cinta es su continuación o saga, pero no es así. Hay algunos elementos parecidos (el personaje central es un tenebroso ser que esconde, tras el disfraz de chofer, algo de su vida íntima), pero el ambiente gansteril siciliano-moscovita, las brumosas calles londinenses y otros elementos hacen de esta película total y genialmente diferente.

La cinta nos sumerge en las profundidades de las sociedades mafiosas (aquí el director canadiense vuelve a rendir homenaje al cine y las series mafiosas con morbo incluido), ese mundo oscuro y lleno de intimidación atravesado por los recelos, venganzas y traiciones, y que sólo se sostiene en ciertas relaciones familiares. Cronenberg, como nos tiene acostumbrados a través de su cinematografía, refuerza su particular hipótesis de la condición humana, aquella que señala que son nuestras desviaciones las que iluminan nuestra esencia, presentándola en esta ocasión a través de una historia que nos tiene en vilo, jugando con los momentos de solaz y humanidad, pero a la vez de máxima tensión y violencia.

Otras ocasión pues, de ver buen cine.

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