Día del Maestro
Detesto las llamadas domingueras, mucho más cuando son casi de madrugada, vale decir, ocho o nueve a.m. A pesar de eso, hoy las recibí y no sólo en la mañana sino todo el día. ¿El motivo? me llamaron para saludarme por el Día del Maestro. Ante las felicitaciones y edulcoradas palabras, sólo me limitaba a asentir para cortar pronto la llamada, ya sea para seguir durmiendo, en la mañana; y en la tarde, también para seguir durmiendo.