Sociólogos, terremoto y fumadores

Este fin de semana estuve en Lima para participar de la Asamblea Nacional de Sociólogos que, según estatutos, convoca anualmente el Colegio de Sociólogos del Perú. Asistí en calidad de Decano Regional para exponer el balance de mi gestión correspondiente al año 2007. Ha sido interesante escuchar a varios de mis colegas directivos. El desarrollo del Colegio no es homogéneo en todo el país, hay algunas regiones donde la institución funciona, otras están paralizadas y en otras simplemente ni existen.

A pesar de todo, el balance que tengo es que el Colegio, aun con sus problemas, sigue activo y cada vez más vital, mucho más ahora que la Junta Directiva Nacional se ha empeñado en conseguir un local propio. Un almuerzo con comida ayacuchana puso punto final a esta reunión, a veces quejumbrosa, pero en general alentadora y lleva de fraternidad gremial.

Pero en la semana que pasó, también se han conmemorado varios sucesos que deberían ponernos a meditar. En el marco del Día de la Reflexión en la Prevención de Desastres, que se celebró el sábado pasado, se recordó el

terremoto que en la década setentera sacudió el norte del país, específicamente Yungay, y que causó la muerte de 67,000 peruanos; es decir, casi a tono con los terremotos que han asolado recientemente el Asia. Lo interesantes de tan triste evocación es que de ocurrir un terremoto de la misma magnitud como en esa fecha, las consecuencias serían realmente devastadoras, debido al crecimiento de la población y la desordenada expansión de las ciudades. Los arequipeños, por vivir en una zona altamente sísmica, deberíamos pues tomar las preclusiones del caso. Estamos advertidos.

La otra conmemoración de la semana pasada fue por el Día Mundial sin Tabaco. Las cifras al respecto, también son alarmantes, pues leí que unos 10,000 compatriotas mueren cada año por enfermedades relacionadas al consumo de tabaco, pero lo que más me llamó la atención es enterarme que 58,000 peruanos mueren por el “humo de segunda mano”; es decir, los que no fumamos, igualmente estamos afectados, o más, por el

consumo de cigarros que otros sí hacen. Eso hace cada vez más urgente la reglamentación de la ley 28705, de la Prevención y Control de los Riesgos del Consumo de Tabaco. Son varios años que tiene esa ley, pero poco o nada se ha avanzado porque, sospechan, nuestras autoridades ceden muy fácil a la presión o tentación de las empresas multimillonarias que se dedican a este negocio. Pero más que esperar la reglamentación, creo que aquí cabe una actitud decidida de nosotros para caer o no en ese perjuicio mudo como es la de fumar. Aquí, también estamos advertidos, pero a diferencia de la anterior, sólo depende de nosotros.

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