Cristocaína (o el siempre fascinante fenómeno religioso)
Presentación.- Estuvo hace poco por la Ciudad Blanca un pastor evangélico poseedor de un curioso nombre “Cash Luna”. Curioso, porque, más allá de la gran expectativa y movilización que causó su arribo (120,000 personas llenaron el Estadio Melgar en tres días), es una maquinaria de hacer dinero, cosa que no debería ser tan criticable por que, al fin y al cabo, su Iglesia tiene todo el derecho de buscar la forma de hacerlo si con ello, como dicen, hacen obras sociales. Sabemos que ese fenómeno hay que analizarlo con otros elementos. Lo haremos, pero, como un adelanto, comparto con Uds. una deliciosa crónica de nuestro amigo José Luis Márquez que estuvo siguiendo al pastor.
“Aquí se fuma cristocaina” dice una joven, emocionada y alegre hasta la intoxicación. Dios es su droga y asegura que quien la reparte es un guatemalteco llamado Carlos Luna, Cash Luna, “cashito” para los amigos. Debe ser cierto, porque hay una ola exaltada de cristianos que aporrean ansiosos los portones del estadio Mariano Melgar. Son las 5 y 20 de la tarde del sábado. Hay por lo menos unas 25 mil personas dentro del estadio y otros miles en las afueras que ya no pueden entrar, a pesar de que han llegado una hora antes que empiece la “Noche de Gloria”.
“Ni Soda Stereo podría reunir esta cantidad de público”, es el comentario general en las graderías. Hay un inmenso escenario, una grúa enorme que registra todo lo que pasa en el estrado y lo proyecta en varias pantallas gigantes. La música que empieza a sonar hace pensar que esto más bien es un espectáculo costoso. Pero nadie cobró al ingresar.
A las 6 y 30 en punto, Raúl Marroquín, el presentador de Cash Luna, pregunta si el “Espíritu Santo” está listo y las palmas empiezan a resonar. La histeria ha comenzado. La gran mayoría de asistentes luce feliz, salvo por un par de periodistas escépticos. Sin embargo, por algunos momentos dan ganas de dejarse llevar, igual que el sujeto que detrás del escenario parece estar en un vuelo alucinado. Levanta las manos en posición de aeroplano humano y hace círculos. Es como un niño contento. Realmente todos parecen haber regresado a esa época en la que no había que preocuparse por el trabajo, ni por pagar las cuentas. Pero esperen, un rato más y esa alegría empieza a convertirse en llanto.
Una hora después, cuando la música ha llevado a los asistentes a transitar de la alegría al sollozo, sale al escenario Cash Luna. Viste de blanco y sonríe coqueto, como un artista. Tiene la voz aguda y un tic en el cuello, como si le molestara la corbata.
“La fe está ligada a la siembra y a la cosecha”, empieza a argumentar Cash. Según su discurso, uno no puede engañar a Dios pidiéndole algo que no ha sembrado. Hasta ahí parece tener razón. Luego pregunta quiénes necesitan un avivamiento físico. La mitad del estadio levanta la mano. ¿Y quiénes un avivamiento económico? Ahora todo el estadio tiene las manos en alto. Cash resuelve que esta noche rezará para mejorar la economía de todos. Pero claro, primero hay que poner una semilla que Dios multiplicará. El pastor aún no termina de hablar y se ve a una cuadrilla de ayudantes con baldes en las manos. Son para recolectar las “semillas” de los asistentes. Por favor, dice Cash, no arruguen los billetes.
Efectivamente esta noche alguien cosechará una mejora económica. Todo un avivamiento. El espectáculo recién empieza. Cash coloca una Biblia en el suelo y dice que el Espíritu Santo se ha manifestado en forma de campo energético, entonces reta a sus ayudantes a traspasar ese campo. Uno a uno, lo intentan y van quedando regados por el escenario, como si hubieran chocado con una pared electrificada. Convulsionan. Uno de ellos, sin querer y sin darse cuenta, hace rato que patea la Biblia en sus convulsiones.
Ahora es el turno de todos los pastores y líderes activos que difunden la palabra. Los hace formarse frente al escenario y les dice que el Espíritu Santo descenderá sobre ellos y será como una onda expansiva que los lanzará al suelo. “Cuando diga ahora, levanta las manos, ahí mismo lo vas a sentir, levanta ahora”, dice Cash y un grupo de ellos se tira al suelo.
Otros ya con las manos en alto miran alrededor y también caen con efecto retardado. Aplausos. El pastor dice que puede ver, en su mente, que hay ciegos que en este momento pueden ver, que hay paralíticos que, seguro, ya pueden caminar que hay tumores que están desapareciendo, cáncer, sida, todo sanado. Y para reforzar sus palabras empieza a hablar en lenguas. Son cerca de las nueve de la noche y hay gente que forma cola en el escenario para dar testimonio de sanación.
Casualmente, la mayoría de ellos tiene dejo extranjero. Otra vez suena la música y los asistentes empiezan a retirarse. Algunos dicen que volverán mañana trayendo algo más para ofrendar. Sin duda, al día siguiente hubo más milagros contantes y sonantes.
La necesidad innata del ser humano de creer en algo divino, la han explotado tipos como estos, despertemos antes de creer, hay que investigar, leer un poco de historia y darnos cuenta que todas las religiones son un placebo para nuestra mediocridad de no aceptar que estamos solos, al aceptar que nuestros errores y aciertos son producto de nuestros actos y no de algo divino o malévolo, evolucionaremos.
Personas que incluso no pueden ahorrar, regalan a un hombre-pastor dinero a cambio de placer religioso. Todo esto es impresionar y timar. Que lastima y que rabia da que haya gente que se deje llevar.
La gente que no puede ahorrar, generalmente se gasta en conciertos, funciones de cine y salidas innecesarias, alcohol, drogas y mujeres, desde el más rico hasta el más pobre, por eso no pueden ahorrar. Este evento es GRATUITO, no necesitas pagar entrada y si no tienes para la ofrenda, no das nada y punto. Pero si se tratara de un concierto de reggeaton donde cantan vulgaridades y denigran a la mujer, seguramente pagarías con gusto ¿verdad? Qué lástima y qué rabia la doble moral de la gente como tú.
Trata de hacer un evento en un auditorio como ese, con el sonido, la iluminación, y producción que requiere, sin contar el equipo técnico y humano que obviamente cobra por su trabajo. Y hazlo SON COBRAR entrada, únicamente pidiendo una ofrenda voluntaria de los asistentes, que no llega ni a la mitad de 5 dólares por persona. Deja de hacerte el inteligente y trata de serlo por 5 minutos, haz las cuentas. La simbólica ofenda que te deja el público no te alcanzaría ni para pagar las sillas adicionales que se pusieron. Explícame entonces, ¿Dónde está la explotación? Jajajaja.Tu ignorancia te hace hablar, querido.
Aunque con cierto sarcasmo evidente, el autor de esta nota no puede evitar su asombro. Algo que convoca a la gente más de lo que lo hace una banda musical o un evento artístico, y no sólo eso, si no que provoca aún más convicción que un simple momento de entretenimiento. Obviamente despertó una curiosidad en este escritor. Y además de eso, es un evento GRATUITO, ¿Quién hace un evento de esa magnitud con ese tipo de producción sin cobrar entrada? Claro, se recoge una ofenda voluntaria, como se estila hacer en cualquier iglesia, pero obviamente no representa ni el 15% del gasto del evento. Entonces ¿Porqué lo hacen? Jajajajajajaa. Tienes aún más preguntas que críticas ¿verdad?.
La respuesta: Dios, querido amigo, Dios. No la religión, eso jamás ha ocasionado algo así, sólo anda a una misa cualquier domingo y verás que es muy distinto. No es una religión ni un negocio lo que puede ocasionar eso, es una persona. ¿Sabes dónde lo hemos visto antes? Hace más o menos dos mil años, cuando un humilde hijo de un carpintero se convirtió en predicador y ofrecía cambiar la vida a las personas, sanando enfermos, echando fuera demonios, unas cuantas hazañas extrañas pero poderosas. Sí, es el mismo carpintero predicador que murió y resucitó el que hoy convoca a la gente, el que cambia vidas, el que sana enfermedades, pero también corazones. Eso es lo que viste y sentiste en ese extraño evento de los locos cristianos. Jesucristo sigue siendo el Señor, y te confrontó aquella noche… aunque trates de ocultarlo con sarcasmos.