Hairspray

Notable la reaparición de John Travolta en el género musical, aquel que le dio fama hace ya casi una treintena de años. Notable porque lo hace, no como el adonis de Fiebre del sábado por la noche que loqueaba a las jovencitas de entonces mientras bailaba magistralmente los temas de los Bee Gees, sino como una mofletuda señora, madre de otra rolliza adolescente, que quiere gozar de la fama de un programa de música juvenil.Pero más allá de la gran trasformación de Travolta, estamos frente a una cinta que persigue puro entretenimiento de una manera sobresaliente, pues combina dos elementos: música y baile, y lo hace armónicamente y muchas veces de forma deslumbrante. Es decir, todo un disfrute para la vista y oído.
Al estilo de los grandes musicales, Hairspray no escatima en una puesta en escena impecable, llevándonos así a los inicios de los maravillosos sesentas. A ello se suma el color del vestuario, la simpatía de los personajes centrales –la gordita, estrella de la cinta, termina enamorándonos a todos- y la muy buena calidad de la banda sonora.
Como si todo esto fuera poco, la coreografía termina siendo el postre de esta muy buena cinta que confirma que el género musical no ha perdido vigencia en la industria del cine.