La última vez que escribí en este blog, fue en Julio 2017. Vuelvo a reabrirlo dos años después porque al escribir voy compartiendo ideas, retroalimentándome con las diversas opiniones y sentando posición ante la vida.
Desde el año pasado y el primer semestre del presente, estuvimos petardeados por el tema de la “reforma política” que enarbolaba el Poder Ejecutivo. Incluso el Presidente Vizcarra creo una “Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política – CANRP”. Su presidente, el destacado académico Fernando Tuesta señalaba por diversos medios las cuatro (4) ventajas de la reforma: “La reforma política es el medio para intentar mejorar la representación, la calidad de las instituciones y la gobernabilidad, así como combatir la corrupción”[1].
Y tan efectiva fue esa campaña y tan atractivos los ofrecimientos, que más del 70% de la población apoyó con su voto en el referéndum de diciembre del 2018, la propuesta del Poder Ejecutivo, para que el Congreso de la República legislase sobre la gran mayoría de los temas propuestos, pues a todos los peruanos nos interesa:
- Mejorar la representación,
- Mejorar la calidad de las instituciones,
- Mejorar la gobernabilidad,
- Mejorar el combate contra la corrupción.
Ahora que el Congreso venía legislando -a regañadientes- los cinco (5) -de los once (11)- temas que el Poder Ejecutivo señaló como prioritarios, nos dicen que la reforma política no importa, que hay otros temas más importantes y urgentes: el Poder Ejecutivo y Poder Legislativo deben renovarse en el 2020 en un nuevo proceso electoral general. ¿Y esto no lo sabian cuando propusieron el Referendum de diciembre del 2019?
Si quien ahora propone la Elección General de abril del 2020 me asegura que el 28 de julio del 2020 entrará un nuevo gobierno que logrará los cuatro resultados ofrecidos para el Referéndum del año pasado, yo no tengo inconveniente el olvidarme lo ofrecido e ir al nuevo referéndum y a las nuevas Elecciones Generales; yo tampoco tengo inconveniente de guardarme las respuestas a mis dudas sobre la viabilidad constitucional y funcional de esta nueva propuesta electoral.
Esta es la inquietud y estas las respuestas: ¿En abril del 2020, a quienes vamos a elegir, y cómo los vamos a elegir?
1.- ¡En abril del 2020 vamos a elegir, con las mismas normas electorales que rigieron el proceso electoral del 2016! (donde elegimos este Congreso, del cual ahora denostamos).
2.- ¡En abril del 2020 vamos a elegir, a los candidatos de los mismos partidos que participaron en el proceso del 2016 ((donde elegimos este Congreso, del cual ahora denostamos).
3.- ¡En abril del 2020 vamos a ir a un proceso electoral sin haber realizado ninguna de las mejoras sustanciales por las que votamos en el Referendum! (Y, esta vez, no por culpa del Congreso)
4.- ¡En abril del 2020 vamos a elegir sin la garantía de ciertas normas electorales probadas y vigentes desde hace varios procesos electorales (que serían dejadas sin efecto, conforme al proyecto de reforma constitucional). Y serán reemplazadas por decisiones decisiones reglamentarias que serán aprobadas por un Presidente del JNE ¡investigado por el Ministerio Público!; por un Jefe de ONPE y un Jefe de RENIEC ¡ambos con nombramiento pendiente por la Junta Nacional de Justicia, que la preside Vizcarra!
Atribuyen al sabio Albert Einstein haber dicho: “la definición de locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. Teniendo en cuenta lo dicho y que vamos a seguir -básicamente- con las mismas reglas electorales para elegir entre candidatos fracasados que resenten a los mismos partidos políticos que participaron la última Elección General, sin mayores garantías de mejora de las reglas de juego de la elección, ¿Cuál crees que será el “producto” resultante de esta futura elección?
———————————
[1]Tuesta, Frenando (2019). Politika. Blog de Fernando Tuesta Soldevilla. Fecha de consulta: 8/8/2019. http://blog.pucp.edu.pe/blog/fernandotuesta/2019/04/12/la-reforma-politica-en-su-segunda-fase/