PUTREFACCIÓN Y CORRUPCIÓN

Un tema usual en los noticieros de los últimos tiempos es la lucha anticorrupción en la que nos encontramos inmersos como sociedad. Pero  exactamente ¿qué es eso?   Sabiendo de que trata y por qué es algo malo, tal vez encontremos mejor la forma de combatirlo.

En el lenguaje cotidiano, el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua[1] nos dice que la voz “corrupción” alude a diversos significados:

  1. Acción y efecto de corromper o corromperse;
  2. Alteración o vicio en un libro escrito;
  3. Vicio o abuso inducido en las cosas no materiales;
  4. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización y medios de aquellas en provecho económico o de otra índole, de sus gestores.
  5. En desuso: diarrea.

En agosto asistí a un curso de Compliance o Cumplimiento en la PUCP. Allí, la profesora española que nos ilustraba hacia notar que la corrupción es un figura que tiene realización en el ámbito público, porque según nuestra legislación no hay corrupción entre privados, pero ¿eso es así?   Es decir, el hecho que nuestro código penal no recoja la corrupción entre privados, significa que ¿las relaciones entre privados son siempre honestas? o ¿tal vez estamos tipificando solo un aspecto del problema?

Volviendo al diccionario, a primera voz me parece la mas esclarecedora, pues según la misma RAE[2]  “corromperse” es:

  1. Alterar y trastrocar la forma de algo;
  2. Echar a perder, depravar, dañar o pudrir algo;
  3. Sobornar a alguien con dádivas o de otra manera;
  4. Pervertir a alguien;
  5. Hacer que algo se deteriore;
  6. Incomodar, fastidiar, irritar;
  7. Oler mal.

Entonces, la palabra “corrupción” es muy pedagógica, pues alude al echar a dañar algo, a echar a pudrir un organismo.  Por eso  -en la conversación coloquial- se le relaciona con oler mal, y -en un sentido castizo- la corrupción alude a lo que pudre, a lo que echa a perder algo orgánico, a lo que daña u hecha a perder el organismo social: ¡a la sociedad!   Y por eso el corrupto ¡es un podrido!

Reiteramos: La  noción de “corrupción” alude a lo que pudre, a lo que echa a perder el organismo social, y allí estamos todos: sector público, sector privado. Cuando se daña a la sociedad, se daña a todos.

Volviendo nuevamente al diccionario, la cuarta voz del diccionario de la RAE señala que “corrupción” es: “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización y medios de aquellas en provecho económico o de otra índole, de sus gestores.”.   Esta conceptualización se parece mucho a la elaborada por Transparencia Internacional que dice que  define “corrupción” como el mal uso del poder encomendado (público o privado)  con el propósito de obtener ventajas o beneficios para sí mismo o para terceros.  En ambos casos, se deja abierta la posibilidad de que la corrupción se produzca en las organizaciones privadas.

Personalmente prefiero reseñar al historiador Alfonso Quiroz que, en su libro Historia de la corrupción en el Perú, define la corrupción como: “El mal uso del poder político-burocrático por parte de funcionarios coludidos con mezquinos intereses privados, con el fin de obtener ventajas económicas o políticas contrarias a las metas de desarrollo social mediante la malversación o el desvío de recursos públicos, junto con la distorsión de políticas e instituciones”.

Y si a la definición de Alfonso Quiroz le sumamos el sentido putrefactor que tiene la palabra analizada, creo que tenemos una buena conceptualización  básica para responder,  castizamente,  ¿Qué es la corrupción? y responder  ¿a quienes afecta y contra qué se lucha?

 

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[1] https://dle.rae.es/?id=B0dY4l3

[2] https://dle.rae.es/?id=AzzkG49

 

LA UNIDAD (UNUM). LOS TRASCENDENTALES (II)

Todos dicen que el conocimiento intelectual humano empieza con lo primero y más fácil de conocer: a sí mismo, al ser, al ente. Y esto es porque el ente es cognoscible y verdadero, y uno quiere conocerla, porque es bueno y deseable.  Así, al entender al ser, al ente, tenemos la base metafísica de una teoría del conocimiento, de una teoría de la acción humana.

Los filósofos consultados consideraban que, el Ser está en continuo cambio, transformación, evolución. Por eso:

  • El Ser es “uno”, pero también es “múltiple”, lo que conceptualizaban como “la unidad en la diversidad” (uno es el mismo y a la vez es diverso). Todo ente es cuanto es, es uno. Y por tanto la unidad consiste en la indivisión.   La unidad que consiste en la indivisión agrega la”negación de división interior”, pues lo que se fracciona, se descompone pierde la unidad. Y si la materia está contenida por la forma y la materia se corrompe, entonces la forma ya no puede sostenerla: el ente deja de ser lo que es. La idea de multitud, de “múltiple” implica división (muchas cosas que la componen tiene entidad y unidad), por eso primero entendemos al ente (la unidad) y luego la división, la multiplicidad.
  • El Ser tiene diversas características suyas, pero le faltan las características de otros, es decir: es finito, es perfectible;
  • Sí juntamos a todos los seres, tendremos una “Unidad Múltiple” o una ¨multiplicidad unificada”. Pero como el Ser es “uno” y a la vez es “múltiple” conviene precisar que es un “Uno” indivisible: Si fuera divisible, sería varios Seres a la vez; si fuera divisible perdería su esencia como “Uno” y se transformaría en otra cosa. ¡Perder la unidad hace que deje de ser el Ser que es y lo convierte en otra cosa!

El Ser es uno porque está definido y es indivisible (antes decían ens et unum conventuntur); tiene una esencia que lo caracteriza (y sin esa esencia es in-definido, es in-determinado, no existe como Ser).  La persona humana tiene cuerpo y alma, y por eso cada Ser es una unidad indivisible, irremplazable.

El ser es uno, pero hay diversos tipos de unidad:

  1. Hay unidad de simplicidad: Carece de partes, principios, elementos constitutivos. Es la unidad que tiene Dios.
  2. Hay unidad de composición: El ser tiene multiplicidad de principios, partes y también la unión accidental (unión de accidentes a la sustancia). Esta es la unión que tienen las criaturas humanas, pues compartimos la esencia de Dios, pero también tenemos elementos de composición y accidentales, como el cuerpo.
  3. Hay unidad de relación: Es la que surge de la actividad de cada Ser, genera nuevos seres, los afecta, etc.

Como en la “Unidad” hay “multiplicidad”, aun cuando tienen todas la misma esencia, vemos que se originan relaciones opuestas: En las categorías de:

  1. La sustancia: A veces hay una sustancia que cuando es uno, es un Ser (ej. Un pino), pero cuando son muchas sustancias de lo mismo, es algo diverso (ej. Un bosque de pinos).
  2. La cantidad: Encontramos que Seres, individuos, mientras mantienen la misma cantidad, son iguales (Ej. Dos vasos), pero si varían las cantidades o hay cantidades múltiples, tenemos seres desiguales (Vasito, Vaso, Vasote).
  3. La cualidad: Encontramos que Seres con una misma cualidad pueden ser semejantes (mellizos gemelos) o desemejantes (mellizos hermano y hermano) 

Todo esto origina una relación de razón, que aumenta nuestro conocimiento y el manejo de conceptos que usamos en la toma de decisiones.

VERDAD, BONDAD Y BELLEZA: LOS TRASCENDENTALES (I).

En los años de EE.GG.LL. aprendí que para saber de la verdad, la bondad y la belleza había que estudiar lógica, ética y estética. Poco después, leyendo sobre los Principios Fundamentales encontré que estos y otros temas encajaban con lo que los filósofos denominaban “Los trascendentales”.  Ahora presento algunas ideas que sobre ellas recogí por allí, porque son  conceptos esenciales para formarse ideas solidas al momento de tomar decisiones.

 

La metafísica es la filosofía primera y estudia toda la realidad y sobre aquello que todas las cosas tienen en común, en cuanto son: estudia al ser en cuanto tal, estudia al ente en cuanto tal, y también estudia las propiedades y las causas de los entes.

Y, en base a lo anterior (en base al estudio del ser, del ente), se puede llegar a estudiar al origen de todo cuanto es: a Dios mismo.  Aquí, procuramos no ver el tema de los trascendentales desde una perspectiva teológica (Dios como causa del ser, del ente),  sino desde una ontológica (en lo que es común al ser), aunque a veces hacemos referencias a Dios, porque lo encontramos necesario.

El ser, el ente (ens) en cuanto es el mismo, es el primer concepto que aprende el intelecto.  Por eso debemos entenderlo y manejarlo bien, pues funda todo nuestro pensamiento racional. Y por lo mismo, los distintos modos o categorías del ser -y los trascendentales de belleza, verdad o bondad- añaden a nuestro conocimiento  más conocimiento: añaden  una relación de razón (no añaden nada fáctico, nada material, nada real).

Sea que veamos cosas diferentes -hombres, mujeres, animales, plantas, autos, pinturas, etc.- todas ellas tienen algo en común: cada una de ellas es un “ser”, todas ellas son entes. Todas las cosas son y tienen un modo de ser: tienen algo que las constituye como ese ser, que hace que ese ente sea, que es su principio constitutivo, algo específico o referido  a las propiedades o aspectos necesarios que caracterizan al Ser en su máximo grado de generalidad (y no a este Ser o aquel Ser, en particular).

El tema de los trascendentales fue desarrollado en la edad media, iniciándose con Aristóteles -para quien el ente y la unidad (ens y unum) son realidades idénticas, equivalentes, pues todo ente es uno (ens et unim convertuntur)- continuándose con filósofos árabes y parisinos, considerándose la teoría más acabada la de Santo Tomas de Aquino -posición cercana a la posición de la Iglesia católica. Así, el numero y orden de los conceptos trascendentales puede variar al momento de predicar o según el autor o filosofo que sigas, pero para Sto. Tomas contaban:  ente (ens), cosa (res), uno (unum), algo (aliquid), verdadero (verum) y bueno (bonum).  En la filosofía escolástica y católica, hablamos de lo uno, lo verdadero, lo bueno y lo bello.  Pero hay un trascendental previo: El unum  ¿Y el Universal: uni-vers-al: unum versus alia?

Cómo católico me parece importante reseñar que Santo Tomas dice que Dios es el Ser subsistente y las criaturas somos entes compuestas que participamos del Ser, y por ello somos su imagen y semejanza, lo que implica que no somos lo mismo. Alguien dijo que somos “desemejantes”. Por eso Sto. Tomas decía que “Lo primero que concibe el entendimiento, como lo más conocido… es el ente…Por eso, es necesario que todos los demás conceptos del entendimiento se tomen por adición al ente”. Así, el ente es el primer concepto del intelecto, debemos entenderlo y manejarlo bien, pues funda todo nuestro pensamiento racional.

El disidente soviético Alexánder Solzhenitsyn, autor del libro “Archipiélago Gulag” propuso en algún discurso al que tuve acceso, el retornar a tres trascendentales: verum (verdad), bonum (bien) y pulchrum (belleza). Y como estos son los temas que me gustan, pues me apunté a incursionar en ellos.

Todas las cosas son distintas, pero tienen en común que son entes. Pero el ser, el ente tiene diferentes modos de ser: un modo especial de ser. Así tiene características que le son sustanciales (ens per se), es decir que la sustancia es del ente y otras características son accidentales, que caracteriza al ser en otra cosa (ens in alio). Los trascendentales se predican de todo ente -trasciende las categorías en base a sustancia o accidente-

El ente se considera según su conformidad con el alma (aquello que es, en cierto modo, todas las cosas), que tiene facultades cognoscitivas y apetitivas.  Ej.:

1.- Lo verdadero expresa la conveniencia del ente con la facultad cognoscitiva: el ente es verdadero y puede ser conocido por la inteligencia.

2.- El bien expresa la correspondencia del ente con la facultad apetitiva, pues el bien es deseado por todos.  Todo ente es bueno, es deseado y voluntariamente nos movemos hacia él.

3.- La belleza puede ser aprehendida o contemplada, pues lo bello agrada, causa placer. Como el ente es bello, se relaciona con el conocimiento y con el apetito (voluntad)[1].

El orden de los trascendentes -en sus distintos grados- es importante para definir las jerarquías metafísicas: Para los antiguos griegos, nada puede aprehenderse si no es cognoscible y verdadero;  En el idealismo, prima la verdad; En el voluntarismo, prima el bien; En el esteticismo, prima la belleza; En el mónada o monadología de Leibniz, lo uno es el primer principio y abarca la verdad y el bien.

Todo conocimiento intelectual humano empieza con lo primero y más fácil de conocer: a sí mismo, al ser, al ente. Y esto es porque el ente es cognoscible y verdadero, y uno quiere conocerla, porque es bueno y deseable.  Así, al entender al ser, al ente, entendemos a los trascendentales, y por eso es la base metafísica de una teoría del conocimiento, de una teoría de la acción humana.

 

 

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[1] Los expertos dicen que Sto. Tomas en De veritate no incluye a la belleza en su enumeración de los trascendentales, pero muchos filósofos dicen que sí, pues recoge en sí el Verum (lo bello se da a conocer porque es verdadero, intelegible) y el Bonum (lo bello nos deleita porque es bueno).