UNA DECISIÓN ÉTICA ¿EL 6 DE JUNIO LA TOMAREMOS?

Recién caigo que hace un año no escribía aquí. Se pasó el tiempo volando, pues con la pandemia lo primero es que ¡hay que sobrevivir!  Y quienes queremos vivir tenemos que pensar en el futuro ¿Y qué futuro queremos para nuestro país?   De eso trata este post.   NO voy a a decirte por qué votar por uno u otro candidato, solo que hagas un voto racional y ético; con el cerebro y no con el hígado; pues —si algún dia llegan las vacunas — tenemos mucho por reconstruir, mucho por construir, mucho que mejorar como sociedad, como país.

 

Estamos en ese momento de la vida donde debemos enfrentar situaciones conflictivas, complicadas, poco deseadas, pero que exigen ineludiblemente tomar decisiones. Y, a veces, la toma de decisiones se debe concretar escogiendo entre dos, tres o más alternativas, que en este caso son:

  1. Votar por el candidato que salió primero en la elección del 11 de abril
  2. Votar por la candidata que salió segunda el 11 de abril
  3. Votar en blanco (es una opción, muestra asepsia, falta de definición)
  4. Anular mi voto (muestra rechazo al sistema democrático, a los candidatos)
  5. No ir a votar.

El tema se complica cuando estas alternativas generan dilemas, es decir, se hace necesario elegir entre estas opciones y todas ellas son igual de buenas o igual de malas. Y el tema se complica más, cuando la elección se debe dar en un ambiente de incertidumbre (es decir, donde no tienes garantía de que la decisión que tomas es la correcta o marcará la diferencia, pues el tuyo es un voto más entre casi 25 millones).

Y entonces, una decisión ética es la que se debe tomar entre opciones igualmente validas, legitimas, pero donde las opciones pueden ser contradictorias o excluyentes entre sí. El 6 de junio, muchos deberán tomar una decisión y escoger alguna de esas opciones. Y deberemos asumir las consecuencias que ello genere.

Ante los resultados del 11 de abril,  muchos opinologos y politólogos dicen que es preocupante que los partidos políticos estén en crisis.  Para mi lo preocupante es otra cosa: como han surgido “lideres” de un momento a otro, sin que nadie los conozca o conozca sus ideas, pero aun así la población manifieste un  espíritu de sumisión ante las nuevas figuras; Y ahora siguen al  líder desconocido y momentáneo con la alegría y convicción de coincidir con la multitud sumisa e irreflexiblemente que. también lo sigue (¡lo que les da certeza de estar en el lado correcto!)

Nuestro país está en un ambiente de creciente Polarizacion política porque la 2da vuelta promueve el surgimiento de lideres antagonistas (La polarización se acredita en la incapacidad para hablar de política con personas de distintos puntos de vista de forma ecuánime y ponderada; recurriendo a suspicacias y suposiciones de la mala fe ajena, incurriendo en reproches e incriminaciones viscerales, demostrando agresividad ante la discrepancia y transformando la conversación en pendencia, la reflexión en odio).

Por tanto miseria moral, hemos olvidado que Vivir en sociedad implica tener instituciones que sirvan a todos por igual, respetando las características y diferencias de cada uno; vivir en sociedad implica renunciar a vivir todos bajo mi ideología, implica dejar de imponer mi religión, mi certeza de que mis ideas son validas pues son la verdad que hará felices a todos todo el tiempo (aunque algunos ahora no lo crean o no lo quieran) y entendemos que “mi paraíso” puede ser el infierno para el discrepante

Actualmente, lo que más me llama la atención es la nula capacidad de autocrítica y la falta de visión de que esto refleja un deterioro institucional de la vida en democracia. Mis amigos y colegas, todos profesionales, han dejado de lado su imparcialidad y objetividad ante lo que sucede y son incapaces de relatar los hechos históricos sin sus propios sesgos, pues a ellos ya no les importa servir a la verdad y a la justicia, sino a la visión personal que ellos tienen de “la verdad”, de “la justicia”, pues todo es relativo: todo es un “constructo” social. 

Y por eso, en este clima de polarización todo es blanco o negro, todo es binario: tú o yo, los míos o los tuyos, y  cuando hablamos de un líder o candidato presidencial procedemos a hablar de “nosotros” y de “uds”; hablamos de que unos somos los buenos, los otros son los malos; nosotros somos los éticos, los otros son los malos, los inmorales, los corruptos, el virus que debe ser erradicado.y por ello “los muertos” de mi tribu duelen, conduelen, son héroes y más, pero “los muertos” del otro, los muertos del enemigo, no valen igual, no duelen: están bien muertos.

Reitero, pues muchos no nos hemos dado cuenta: al hablar de “nosotros, los buenos” aludimos a los que votarán como yo, y al hablar de los que votarán por la otra opción electoral  los identificamos con “los malos”, “los cómplices”, “los responsables de los males del Perú”.   No hemos aprendido a ser vivir e democracia, a ser tolerantes en la discrepancia, a ser racionales, prudentes con nuestros dichos, e incurrimos en la trivialización que elimina la noción de ciudadanía donde todas las personas somos seres con igualdad de dignidad, derechos y deberes; se elimina la noción de que todos somos personas que debemos respetar y cumplir las leyes que son generales (para beneficiar a todos) y abstractas (para regular muchas situaciones), para lograr el bien común de todas las “tribus” que conforman el Perú.

 

Y pensando en la importancia de nuestro lenguaje y su repercusión en nuestra conducta cívica ¿saben qué es lo que encontré?

PRIMERO.- El diccionario de la RAE define a la política como “Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados[1];  Es decir, hay una palabra en el diccionario que alude a la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos;  a la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo; arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado”.

SEGUNDO: En el idioma de Cervantes tenemos dos palabras que aluden a los vicios y defectos vinculados al accionar político:

A.- Politiquería: Es el acto, la acción de intervenir, tratar de política con superficialidad y ligereza, con intrigas y bajezas.

B.- Politicastro: Político inhábil, rastrero (bajo, vil, despreciable), mal intencionado, que actúa con medios y fines turbios.

 

TERCERO.- En el habla inglesa tenemos hasta tres (3) contenidos semánticos para aludir todo lo que nosotros señalamos con Politica:

  • POLITY son las actividades de las personas vinculadas con el concepto de Estado y Gobierno (en sus diferentes formas: democracia, monarquía, aristocracia). Se relaciona con los estudios de ciencia política, teoría política y políticas públicas. Contiene los principios y convicciones que guían la acción política. Es el espacio donde uno encuentra satisfacción en los principios y convicciones porque ensalza el ejercicio de la responsabilidad, de lealtad y de servicio a la sociedad. Es lo que encontramos en los editoriales de los medios periodísticos.
  • POLITICS está más vinculado los operadores políticos, a las personas que se dedican a la actividad política. Políticos aluden a Víctor Raúl Haya de la Torre, Fernando Belaúnde Terry, José Carlos Mariateguí, etc. Es lo que se encuentra en una sección del diario que resume los debates parlamentarios o interpoderes Ejecutivo vs Legislativo (antes de las secciones policiales y deportivas).En sede nacional,  este es el nivel en que nos encontramos: con politicastros haciendo politiquería.
  • POLICY está más vinculado a las políticas, programa o planes de acción y a los principios para la gestión de algo concreto, en beneficio del conjunto de la población o de sectores concretos, adjetivado. Nos permite medir los avances y logros de la política de sus operadores políticos (politics) pues alude a un esquema racional de intervención en el poder político: Se escoge un problema público, se diagnostica la situación concreta, se incorpora en la agenda de gobierno, se fijan los objetivos a lograr, se examinan los recursos con que contamos para usar, se diseñan los estrategias de intervención para alcanzar dichos objetivos; se eligen los indicadores de gestión y logro; se designa al equipo de profesionales y técnicos que llevarán a cabo esto para que el ciudadano obtenga una prestación razonable de un servicio público necesario para su bienestar. También alude al comentario de lo que va en una noticia. Ej. Política cultural, política sanitaria, política comercial, etc.

 

Y, entonces, reitero: no voy a decirte por quien votar, sino solo quiero suplicarte que cuando lo hagas, realmente hayas pensado en tu voto con la cabeza y no con el hígado; no te voy a decir, vota por fulano o sótano, pues no solo estamos eligiendo personas, estamos eligiendo equipos de trabajo que guiarán el Peru 5 años (espero que solo 5); estamos eligiendo la ideología y la visión de mundo con que tomarán las decisiones.  Como seres pensantes,  como ciudadanos, nuestro  esfuerzo debe ser dejar de oír los ofrecimientos que la politiquería y a los politicastros hacen con miras al 6 de junio, para pasar a emitir un voto racional, ético, por  la opción que —desapasionadamente— consideremos nos acerca a las nociones de polity a la policy, a través de la politics.  Y a asumir las consecuencias de nuestros votos, pues nosotros nos pusimos en estas condiciones.

 

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[1] Ya en la universidad leí que Clausewitz decía que la guerra era la continuación de la política por otros medios, y por eso no me gustan los políticos, que recurren a la bajeza, a los odios y el daño contra el otro. Pero es distinto con la política

 

 

 

A PROPÓSITO DE LA SENTENCIA DEL TC SOBRE LA CONSTITUCIONALIDAD DE LAS CORRIDAS DE TOROS Y LAS PELEAS DE GALLOS. ALGUNAS IDEAS DE ADELA CORTINA SOBRE EL VALOR DE LOS ANIMALES- II parte.

En el libro reseñado en la primera parte, Cortina busca responder una pregunta doble y compleja: ¿tienen los seres humanos deberes de justicia con respecto a los animales y tienen los animales derechos por el hecho de serlo?

 

Desde la perspectiva social- constructivista (no fundacionista) no se considera necesario categorías trascendentes como dignidad, persona, autoconciencia, derechos humanos absolutos para seres humanos, etc. Se sostiene que todos los seres tienen derechos apropiados a su naturaleza y a sus capacidades. Si esto funciona para los seres humanos (proyecto de vida, desarrollo de la personalidad, etc.), ¿Por qué no para los animales para que disfruten de una vida según sus capacidades (Tom Regan) o para desarrollar sus capacidades (Martha Nussbaum) o para evitar el dolor y sufrimiento (Peter Singer)?

 

Con una visión opuesta y a lo largo de su libro, nos parece que Cortina señala que la persona tiene un estatus moral diferente a los restantes seres (p. 179), lo que es acorde con su perspectiva fundacionista (tradición kantiana adaptada por Habermas, que sostiene que para fundar una perspectiva ética es necesario apoyar el pensamiento en algo trascendental: en la moral como sujeto (excluye a los seres que no formal parte de la comunidad moral). Tratando de desarrollar la lógica de Cortina seguiríamos esta secuencia:

  1. Las personas poseen capacidades comunicativas que responden a las características naturales del ser humano: razón, autoconciencia, dignidad, reconocimiento reciproco.
  2. Las capacidades comunicativas son necesarias para deliberar y dialogar sobre normas morales sociales, y son absolutas, inalienables y no negociables. Es decir, las capacidades comunicativas son presupuestos o precondiciones del discurso moral
  3. El discurso moral es el foro público de dialogo moral y proceso legislativo, que establece las normas de la sociedad.
  4. Como los seres humanos son seres sociales, el proceso de establecer la moral es una actividad intersubjetiva.
  5. Los derechos humanos son absolutos, no negociables y premorales, y son prerrequisito necesario para el dialogo social sobre normas morales.
  6. Los animales no tienen competencia ni capacidades comunicativas intersubjetivas para el dialogo social para establecer las normas morales de su sociedad[1]
  7. Los animales no forman parte de la comunidad de dialogo moral, y no tienen derechos humanos anteriores a toda consideración moral.
  8. La dignidad es una característica propia de la autoconciencia y la autoestima y el reconocimiento de sus deberes, lo que sí genera derecho a las personas (y los derechos son humanos. Los animales no gozan de esa capacidad, no tienen la dignidad de las personas ni derechos morales);
  9. Los animales tienen por naturaleza un valor inherente o interno – pero no tienen dignidad y, por tanto, no tienen derechos- que se debe tomar en cuenta en el dialogo moral social, por lo que la sociedad debe protegerlos.
  10. Como los seres humanos tienen derechos previos al dialogo moral, sus derechos son siempre superiores al valor de los animales (el valor de los animales es siempre inferior y está al servicio de los seres humanos).El mundo ético no es solo el de los derechos de los seres humanos: Los animales tienen un valor interno y, por ello, las personas tenemos ciertas obligaciones hacia ellos. (Es una exigencia ética el cuidado de lo valioso, la actitud de no dañar, de proteger lo valioso).

 

Así, el tema ético es ¿Cómo ponerle limites al derecho humano de servirse de los animales? Si decimos que el valor de los animales es negociable, tenemos una posición antropocentrista (porque importan los valores que establezca el hombre) y especista (porque ubica de modo absolutamente preferente a la especie humana sobre cualquier otro ser viviente), que brinda menos protección a los animales no humanos, pues todo animal que obstaculice o afecte algún derecho humano, puede ser prescindible; amen de justificar cualquier investigación u explotación comercial.

 

Así, podemos concluir con ella que, todos los seres capaces de experimentar dolor, merecen consideración, pero si como ha hecho el TC, el sufrimiento es el concepto central de la ética, el concepto de “persona” deviene en irrelevante. “La noción de persona tiene relevancia moral, porque reconocemos como persona a quien tiene las capacidades requeridas para la autoconciencia, para el mutuo reconocimiento de la dignidad, para actuar desde la libertad y para asumir su responsabilidad” (p. 185). Por ello, la dignidad humana debió ser el concepto en torno al cual gire el pronunciamiento del TC.

 

 

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[1] Las capacidades y derechos anteriores a la argumentación moral son muy amplias: derecho a la libertad de conciencia, de expresión, de información, libertad religiosa y de opinión, de asociación, derecho a participar en las normas que me afectan, etc.

A PROPÓSITO DE LA SENTENCIA DEL TC SOBRE LA CONSTITUCIONALIDAD DE LAS CORRIDAS DE TOROS Y LAS PELEAS DE GALLOS. ALGUNAS IDEAS DE ADELA CORTINA SOBRE EL VALOR DE LOS ANIMALES (I parte)

El último pronunciamiento del TC sobre la constitucionalidad de las corridas de toros y las peleas de gallos en el Perú por ser eventos culturales, sigue una línea jurisprudencial constante a lo largo de los años y en diversas ocasiones:  Sentencia Nº 0042-2004-AI/TC del 15 de abril del 2005y sobre todo la Sentencia Nº 00017-2010-PI/TC del 19 de abril del 2011   que reconoce a las corridas de toros como un espectáculo cultural.

A muchos no les parecen espectáculos culturales y respeto eso, pero a mí, pues son espectáculos que aprendí a disfrutar de niño, en compañía de mi familia y otros amiguitos, allá, en la Tierra del Mercurio. 

Al ver la transmisión de la sesión del TC por la televisión[1], lo único que constato es que cada magistrado ha ido a exponer su posición para el público que le interesa, y se ha perdido la oportunidad de debatir temas trascendentes y/o esclarecedores. También lamento que la constitucionalidad de estos espectáculos se haya dado por razones como es el sufrimiento animal, sin trabajar consideraciones éticas en base a la dignidad de las personas u otras consideraciones jurídicas y valorativas más relevantes. Y justamente por eso, adjunto un breve resumen de una interesante obra de la filosofa valenciana Adela Cortina sobre la dignidad de la persona y el valor de los animales* como una forma de irnos formando para promover el debate de ideas y argumentos, a favor y en contra, pero siempre con tolerancia y respeto.

Para Cortina (2009: 19) hay tres posturas con respecto a las consideraciones éticas de los animales:

  1. Aceptarlos en la ética “en pie de igualdad con los seres humanos”.   Ej. Los animalistas son quienes sostienen que los animales tienen derechos, al igual que los seres humanos con la Declaración Universal de los DD.HH. de 1948.

 

  1. “Dejar las cosas como están” y no modificar las creencias.

 

  1. Aceptarlos en la ética “pero introduciendo una gradación en la relevancia moral”. Se revisan cinco (5) perspectivas sobre el tema:
  2. Teoría de los deberes indirectos: Es una teoría antropocéntrica, pues solo atribuye derechos morales a los seres humanos, en tanto son miembros de una comunidad de sujetos morales. Señala -siguiendo la tradición kantiana- que, quien no se habitúa a ser compasivo, agradecido y responsable con los animales, tampoco lo será con los demás hombres, y esto debe ejercitarse (p. 65).  Así la crueldad es un mal hábito, un vicio que expresa un mal carácter y no una virtud. Nuestro deber no es directo con los animales, sino es indirecto, porque hay 3 razones: a) La gente aprecia a los animales y sufre si los dañamos; b) los animales son propiedad de su dueño y debemos respetar la propiedad; c) quien maltrata a los animales, se predispone a maltratar a las personas. Así el tratar bien a los animales es una forma de desarrollar nuestro carácter (objetivo principal), pero eso no significa que los animales tengan algún valor interno que obligue a los hombres a tratarlos bien directamente (p. 82) Cortina dice que es posible generar obligaciones en el hombre, con seres que no tienen derechos.
  3. Los teóricos del contrato social: Es una teoría antropocéntrica, pues -siguiendo a John Rawls- solamente los sujetos que pueden suscribir un contrato -lo que implica características como la autorreflexión, la capacidad de exigirse mutuamente responsabilidades a través del lenguaje y concebir planes a largo plazo, o instalarse en un mundo mas allá del entorno, capacidad de hacer promesas o adivinar intenciones- pueden ser sujetos morales y formar parte de una comunidad moral, lo que excluye a los animales, pero no tienen derechos porque carecen de la capacidad de saber que es un derecho, como lo han acreditado paleo antropólogos, primatologos, zoólogos, etólogos y genetistas. Pág. 100.  No excluye que los mismos hombres puedan pactar alguna forma de atención y consideración a los animales o a la ecología, quienes solo son beneficiarios).   ¿Y que pasa con los hombres que no pueden razonar, no pueden contratar por capacidades limitadas como discapacidades mentales o niños muy pequeños? Pues en este caso se dice que pertenecen a la especie humana y por eso entran en una comunidad moral (p. 154).
  4. Los utilitaristas: Señalan que la regla o máxima de oro de la función de la moral es maximizar los intereses de todos en cuanto sea posible.   Cortina señala que los utilitaristas kantianos siguen la regla de oro y la aplican a todos los seres sensibles en la medida de su naturaleza, pues no se debe dañar a los seres con capacidad de sufrimiento (p. 115), pues la idea es incorporar a los animales en la consideración moral por cuanto -como seres sensibles- tienen intereses naturales de sobrevivir, estar bien y no sufrir, y así, excluirlos de consideraciones morales -como es fomentar su bienestar-, es injusto.  Los utilitaristas resaltan que los animales no tienen mas derecho que el que les reconozca el Estado, y todo derecho puede ser abolido si ello redunda en un mayor bien para la mayor cantidad de beneficiarios.    *Los utilitaristas como Bentham reservan la palabra “derecho” para asuntos legales de los seres humanos; otros utilitaristas como Peter Singer utilizan la palabra “derechos” para aludir demandas legales o morales. Cortina lo utiliza para referirse solo a los derechos naturales, que preexisten a la formación de una sociedad moral, por lo que la reserva solo para el uso y aplicación de seres humanos (P. 119-120). Aquí sustenta que los animales tienen valor (sin dignidad) y las personas tienen dignidad y derechos. Así los utilitaristas señalan que la moralidad social es la base para abogar por los animales, para evitarles sufrimiento inútil, pudiendo utilizar la idea de un “derecho natural” en el sentido moral y un derecho legal sin inconvenientes.
  5. La perspectiva del florecimiento: Más allá del sufrimiento de los animales, esta vez se invoca la capacidad de los animales: El concepto de “florecimiento” alude al derecho moral de cada especie de lograr su plenitud según las funciones que la naturaleza ha brindado a cada especie. Aquí no se trata de igualar a todos los animales con los seres humanos, pues ambas especies tienen cualidades diferenciadas con la cual deben de desarrollarse (p. 157). Así, los hombres tienen una obligación de justicia de lograr empoderar las capacidades de los animales. Cortina dice que la perspectiva del florecimiento no fundamenta una perspectiva ética porque no son derechos fundamentales anteriores a la ética.
  6. Deontologísmo animalista: Aquí se sostiene que los animales merecen consideraciones morales y legales, no porque tengan intereses, sino porque tienen derechos (anteriores a la formación de la comunidad política), porque se valen por si mismos; tienen valor interno -y no solo instrumental- del que gozan todos los seres capaces de experimental una vida. Por ello tienen derechos -que no pueden someterse al calculo de permitir el sufrimiento de unos en beneficio de muchos- surgen directamente deberes de justicia (p. 61) y en los hombres genera obligaciones morales de cuidado y responsabilidad (p. 62). Cortina señala nuevamente que no es necesario atribuir derechos o asignarles dignidad a los animales, para afirmar que son valiosos, que tienen valor (p. 172), pues esos conceptos deben de estar reservados a los seres humanos.

Cortina finaliza señalando que, la exigencia de la ética del presente y del futuro es saber diferenciar -y establecer prioridades- entre el valor moral de las personas y la de los animales; entre el respeto de los derechos de los seres que tienen dignidad y el cuidado de lo valioso que tienen los animales. Así, en la actualidad, la mitad del mundo está bajo la línea de pobreza y una quinta parte, bajo la línea de extrema pobreza. Erradicar la pobreza extrema y el hambre es el primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, Así, los animalistas deben de defender el cuidado de los animales, pero más la protección y promoción de los derechos humanos. Los defensores de los derechos humanos deben buscar la protección efectiva de todos los seres humanos, pues ellos también son benéficos para la vida del hombre.

 

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  • Cortina, Adela (2009).  Las fronteras de la persona. El valor de los animales, la dignidad de los humanos. Taurus, Madrid. 240 pp.

[1] https://www.youtube.com/watch?v=OiZmSB4PINc&fbclid=IwAR1yaU3bnGfXBl584OQXtKFzXyHCcZIG7wdkPsGooWN_Sfv2IS98TtRd8ZM#action=share

EL NIÑO DIOS Y EL CONCEPTO DE DIGNIDAD HUMANA (I)

En mi infancia huancavelicana y conforme la religiosidad de la época, la noche del 24 de diciembre se adoraba al Niño Dios, por ello pensé en profundizar sobre el contenido del concepto “dignidad humana” y su origen en el cristianismo, como alguna vez me dijeron en el Seminario SantoTo. Pero mi sorpresa fue grande al descubrir que los orígenes del concepto son cientos de años más antiguos aún al nacimiento de Cristo. Y eso es lo que quiero compartirles hoy.

 

DE QUÉ HABLAMOS: ¿DIGNITAS O DIGNITAS HOMINÍ?

 

Bien decía Barroso (2014: 12-13)[1]:

“… en términos prácticos, la dignidad, como concepto jurídico, funciona frecuentemente como un simple espejo, en el cual cada uno proyecta sus propios valores. No es casualidad entonces, que la dignidad, en todo el mundo haya sido invocada por las partes en disputa, en  materias como el aborto, la eutanasia, el suicidio asistido, las uniones homosexuales, el hate speech (manifestaciones de odio hacia determinados grupos, por motivos de raza, religión orientación sexual o cualquier otro actor), la clonación, la ingeniería genética, las cirugías de cambio de sexo, la prostitución, la despenalización de las drogas, el derribo de aviones secuestrados, la protección contra la autoincriminación, la pena de muerte, la cadena perpetua, el uso del detector de mentiras, la huelga de hambre o la exigibilidad de los derechos sociales. La lista es larga.”

Así, la dignidad humana se ha convertido en el mejor ejemplo de consenso ético, por estar en incontables documentos internacionales, constituciones nacionales, leyes y decisiones judiciales. Sin embargo, a lo largo del tiempo y del espacio, no han faltado posiciones contrapuestas, pues algunos documentos se basan en el concepto romano dignitas y otros documentos en el romano de dignitas hominí que sustenta el concepto que ahora está vigente y que me interesa profundizar.

Desde el Mundo Antiguo con los romanos, la Edad Media y en el Estado premoderno (hasta el surgimiento del Estado Liberal en el SXVIII), la dignidad –dignitas– es un concepto especial:

  1. Asociado al estatus personal, de algunos individuos por serle reconocidos determinados logros personales o por su integridad moral; por la relevante posición política o social debido a determinada función pública.
  2. Asociado a la prominencia de algunas instituciones, como la persona del soberano, la corona o el Estado, en referencia a la supremacía de sus poderes. Ej. En la Declaración Universal de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1879 se hacia referencia a cargos y posiciones públicas: “Art. 6… todos los ciudadanos son iguales a los ojos de la ley e igualmente admisibles a todas las dignidades, lugares y empleos públicos, según su capacidad y sin ninguna otra distinción que no sea la de sus virtudes y talentos”.

En resumen: La dignidad –dignitas– desde Roma hasta el Estado premoderno, presupone una sociedad jerarquizada y estaba vinculado a un estatus superior, a una posición o clase social elevada, derechos exclusivos y privilegios.  Así, el incumplimiento del deber, respeto y consideración a la persona o institución, tenía sanciones civiles y penales.

La noción actual de dignidad se basa en la dignitas hominis, otro concepto romano que sustentan la idea contemporánea de la dignidad humana, y como tal tiene una evolución y desarrollo histórico diferente; tiene orígenes filosóficos (de la tradición político romana) y orígenes religiosos (de la tradición judeo-cristiana) diferentes, tan antiguos como el anterior concepto de dignitas.

Entonces, si debemos responder la pregunta del rótulo, la respuesta es ¡Hoy, en el mundo, hablamos de dignitas hominis!

 

 

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[1] Barroso, Luis Roberto. (2014). La dignidad de la persona humana en el derecho constitucional contemporáneo: la construcción de un concepto jurídico a la luz de la jurisprudencia mundial.   Teoría Jurídica y Filosofía del Derecho Nº 70. Universidad Externado de Colombia. Bogotá.

PUTREFACCIÓN Y CORRUPCIÓN

Un tema usual en los noticieros de los últimos tiempos es la lucha anticorrupción en la que nos encontramos inmersos como sociedad. Pero  exactamente ¿qué es eso?   Sabiendo de que trata y por qué es algo malo, tal vez encontremos mejor la forma de combatirlo.

En el lenguaje cotidiano, el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua[1] nos dice que la voz “corrupción” alude a diversos significados:

  1. Acción y efecto de corromper o corromperse;
  2. Alteración o vicio en un libro escrito;
  3. Vicio o abuso inducido en las cosas no materiales;
  4. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización y medios de aquellas en provecho económico o de otra índole, de sus gestores.
  5. En desuso: diarrea.

En agosto asistí a un curso de Compliance o Cumplimiento en la PUCP. Allí, la profesora española que nos ilustraba hacia notar que la corrupción es un figura que tiene realización en el ámbito público, porque según nuestra legislación no hay corrupción entre privados, pero ¿eso es así?   Es decir, el hecho que nuestro código penal no recoja la corrupción entre privados, significa que ¿las relaciones entre privados son siempre honestas? o ¿tal vez estamos tipificando solo un aspecto del problema?

Volviendo al diccionario, a primera voz me parece la mas esclarecedora, pues según la misma RAE[2]  “corromperse” es:

  1. Alterar y trastrocar la forma de algo;
  2. Echar a perder, depravar, dañar o pudrir algo;
  3. Sobornar a alguien con dádivas o de otra manera;
  4. Pervertir a alguien;
  5. Hacer que algo se deteriore;
  6. Incomodar, fastidiar, irritar;
  7. Oler mal.

Entonces, la palabra “corrupción” es muy pedagógica, pues alude al echar a dañar algo, a echar a pudrir un organismo.  Por eso  -en la conversación coloquial- se le relaciona con oler mal, y -en un sentido castizo- la corrupción alude a lo que pudre, a lo que echa a perder algo orgánico, a lo que daña u hecha a perder el organismo social: ¡a la sociedad!   Y por eso el corrupto ¡es un podrido!

Reiteramos: La  noción de “corrupción” alude a lo que pudre, a lo que echa a perder el organismo social, y allí estamos todos: sector público, sector privado. Cuando se daña a la sociedad, se daña a todos.

Volviendo nuevamente al diccionario, la cuarta voz del diccionario de la RAE señala que “corrupción” es: “En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización y medios de aquellas en provecho económico o de otra índole, de sus gestores.”.   Esta conceptualización se parece mucho a la elaborada por Transparencia Internacional que dice que  define “corrupción” como el mal uso del poder encomendado (público o privado)  con el propósito de obtener ventajas o beneficios para sí mismo o para terceros.  En ambos casos, se deja abierta la posibilidad de que la corrupción se produzca en las organizaciones privadas.

Personalmente prefiero reseñar al historiador Alfonso Quiroz que, en su libro Historia de la corrupción en el Perú, define la corrupción como: “El mal uso del poder político-burocrático por parte de funcionarios coludidos con mezquinos intereses privados, con el fin de obtener ventajas económicas o políticas contrarias a las metas de desarrollo social mediante la malversación o el desvío de recursos públicos, junto con la distorsión de políticas e instituciones”.

Y si a la definición de Alfonso Quiroz le sumamos el sentido putrefactor que tiene la palabra analizada, creo que tenemos una buena conceptualización  básica para responder,  castizamente,  ¿Qué es la corrupción? y responder  ¿a quienes afecta y contra qué se lucha?

 

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[1] https://dle.rae.es/?id=B0dY4l3

[2] https://dle.rae.es/?id=AzzkG49

 

GESTOR PUBLICO: PALABRAS CON SENTIDO ARISTOTELICO, TOTALMENTE VIGENTES PARA EL GESTOR PUBLICO DE HOY (FRONESIS, VIRTUD, FELICIDAD)

Hace muchos años realicé una pasantía en Japón y -en nuestro afán de conocer y aprender de esa cultura tan educada y avanzada- visitamos un santuario shintoista. Allí se vendían unos amuletos y talismanes para atraer la felicidad y la calma a distintos bienes materiales.  Si, como suena.

 Me explicaron que todos los bienes materiales –refrigeradora, autos, televisor, etc- tenían una especie de alma. Esa alma era feliz si cumplían su finalidad, pero un bien malogrado, o que no es utilizado para lo que fue diseñado,  tenía su “alma” infeliz.  Se vendían talismanes no para atraer la buena suerte o felicidad, al comprador, sino a ciertos bienes materiales.

 

Y así, con esa visita al templo shintoista, renació mi inquietud por conocer más sobre la relación entre la utilidad, la finalidad y la felicidad, que la había adquirido cuando pulpín. En Estudios Generales Letras aprendí que, Aristóteles en su libro “Ética a Nicomáco” analizaba la relación entre el carácter, la inteligencia y la felicidad. Especialmente en los libros VI y VII  distingue:

  1. Entre saber qué hacer para ser feliz,
  2. El estar dispuesto a ejecutar ese quehacerpara ser feliz.

En ese libro, pensado en su padre Nicómaco, Aristóteles señala: ”La virtud humana no puede ser ni una facultad ni una pasión sino un hábito”.  Así, para Aristóteles “hábito” quiere decir:

  1. La virtud NO ES algo que aparece espontáneo y por corresponder a la naturaleza, sino como consecuencia de la práctica o repetición; como consecuencia del aprendizaje.
  2. Los hábitos pueden ser malos (aquellos que nos alejan del cumplimiento de nuestra naturaleza y reciben el nombre de vicios) o ser buenos (aquellos por los que un sujeto cumple bien su función propia y reciben el nombre de virtudes).

Siguiendo a Aristóteles, cuando una entidad –persona u objeto- realiza su función propia, pero no de cualquier manera, sino de un modo perfecto, entonces es “virtuosa” o “buena”.   

Aristóteles también precisa que, la felicidad (o placer) es “aquello que acompaña a la realización del fin propio de cada ser vivo” (NOTA 1), o lo que es lo mismo,  dice que la felicidad viene cuando el hombre realiza la actividad que le es más propia, y –además- cuando la realiza de un modo perfecto.

En consecuencia:

  1. Un hombre que haga bien lo que tenga que hacer, no solo será virtuoso, sino también será feliz.
  2. La misma lógica se aplica para las cosas:

2.1.- Si hablamos que todos los días llegamos al trabajo en “un auto”, aludimos a un carro que nos transporta día a día, y denotamos que dicho carro cumple con su naturaleza: ser medio de transporte.

2.2.- Si especificamos o resaltamos que, todos los días llegamos al trabajo “en un muy buen auto”,  implícitamente resaltamos que cumple su finalidad –transportarnos de modo seguro, económico y eficiente- y con ello –también implícitamente- lo etiquetamos de “virtuoso”.

Y también en base a lo anterior, ¿Cómo aplicamos estas enseñanzas aristotelicas al funcionario público peruano?, ¿Qué tiene que hacer el  ciudadano que ejerce labores o función pública para ser considerado virtuoso por los demás y él ser feliz por lo que hace?

El gestor público -trabajador o funcionario- tiene una finalidad: brindar un servicio público, satisfacer el “interés público”.  ¿Qué es el interés público? No hay una respuesta clara y precisa, pues es un concepto jurídico indeterminado, que es llenado de diversas formas (En otro post, ya trabajamos el enfoque tradicional de cómo entenderlo. Hoy retomaremos el enfoque moderno). 

El gestor público tiene por finalidad brindar un servicio público, el satisfacer el “interés público” que, desde un concepto moderno parte de que:

  1. Son las autoridades electas que conforman el gobierno las que tienen la responsabilidad de definir y responder a las siguientes preguntas genéricas, abstractas:¿Qué es el interés público?, ¿Qué interés público debe atenderse?, ¿Cómo debe atenderse?
  2. El directivo, gestor o funcionario público es un estratega que tiene la responsabilidad de descubrir, definir y crear “valor público” para cada una de las peculiares actuaciones que le son sometidas. Para ello, él debe ver:

#1.- Hacia arriba, para renegociar el mandato político y lograr una definición política de “valor”.

#2.- Hacia afuera, para ver el valor de la producción, del producto que logra la organización.
#3.- Hacia dentro, para ver la situación y actuación organizacional actual (como contexto).
#4.- Hacia abajo, para ver la situación y actuación organizacional actual (sobre todo de sus colaboradores)

#5.- Debe ver hacia dentro de sí mismo, para certificar que su decisión trasciende el formalismo legal y es una decisión ética, justa, conforme a los valores y principios constitucionales más elevados: Enfoque de los derechos humanos en la gestión pública.

Para actuar como tremendo visionario y estratega, el gestor público, no solo debe ser culto, debe ser más: ¿sabio?.  Creo que no. ¡Debe ser más aún!.  Los filósofos entienden el contraste y la diferencia:

  1. La sabiduría (sophia)es la habilidad para reflexionar, teórica y correctamente, sobre lo que pasa en el mundo en abstracto.
  2. La frónesis –algo de lo que ya hemos hablado en otro post– incluye algo más: la habilidad de evaluar situaciones particulares a la luz del contexto y elegir bien los medios y los fines, pensando en cómo se aplicarán y repercutirán en dicho contexto o caso concreto.  Por ello, la literatura americana sobre educación llama Phronesis a la virtud del pensamiento que nos remite a una sabiduría práctica y cotidiana, y por tanto contribuye al embellecimiento o perfeccionamiento de nuestra vida. Y  con ella, de la vida de quienes nos rodean.

En base a lo anterior, considero que el gestor público, de cualquier nivel, debe desarrollar su labor con un enfoque fronético.

Solo cuando el gestor público –funcionario o trabajador- comprende la trascendencia de su labor: que más allá de ser un ganapán que hace lo que se le ordena, él debe  actuar de modo práctico y cotidiano para reducir brechas socio económicas en la población, y con ello, contribuir a lograr el embellecimiento o perfeccionamiento de la vida de quienes lo rodean y dependen de él: los ciudadanos; solo cuando el gestor público –funcionario o trabajador- realiza dicha labor, pero no la realiza de cualquier modo, para solo cumplir el mandato legal y justificar su sueldo; sino porque realmente cree que esa es su labor; él será feliz por hacer su labor, y será reconocido por los demás.

En las últimas navidades, celebrando un almuerzo con el personal a cargo, les dije: “La gente ve el cargo, pero no la carga” refiriéndome a que muchos solo aprecian la remuneración que el trabajador publico percibe, pero no se fijan en la responsabilidad  civil, penal y administrativa que uno tiene durante 10 años después de haber dejado un cargo. Por eso, quien guste de la gestión pública, debe saber que le gusta y  ama realmente trabajar en ello. Y luego deberá recordar esto, en los muchos momentos que surgen y te dan razón para estar desanimados o arrepentido de trabajar para el Estado.   

 

 

TEORÍA DEL VALOR PUBLICO (VI): ¿QUE TIPO DE GESTOR SE PROPONE? 

En nuestro país no hay una política pública en la determinación de que gestor queremos.  Me permito decir ello, por ser muy crítico y pensar: SERVIR no ha establecido realmente un perfil técnico del ciudadano y profesional que deberá ocupar cargos de responsabilidad, pues esos perfiles que salen en sus convocatorias, muchas veces son llenados por personajes de dudosa reputación personal o profesional.  Y de esos conozco bastantes.

Así que –desde mi personal punto de vista- el perfil del gestor público que ocupa los cargos de gobierno “depende” del gobierno y de la política NOTA 1 que éste gobierno quiera establecer en un momento determinado.   Ante ello, veamos algunas alternativas existentes:

1.- Conforme al modelo weberiano:

El gestor público debe ser un funcionario técnico (profesional especializado en su área) y apolítico (apolítico en el sentido de que no sea un militante partidario en el centro de labores ni en el desarrollo de sus funciones, ni utilice el puesto público para ponerlo al servicio de su organización partidaria, de su ideología o doctrina personal.

 

2.- Conforme los diversos enfoques modernos de gestión pública: 

Hay diversas propuestas. Pero nosotros podemos referirnos -a partir de la utilidad demostrada- a dos:

2.A) Desde la propuesta de Carlos Matus de las ciencias y métodos para la acción del gobierno, el gestor público debe ser un funcionario técnico-político, es decir, un funcionario que realice un análisis técnico-político.

        El ANÁLISIS TÉCNICO debe privilegiar el logro de la eficacia y eficiencia de los objetivos organizacionales,        entendiendo “eficacia” y “eficiencia” en los conceptos que el management nos refiere.

        Y el ANÁLISIS POLÍTICO debe también privilegiar la “viabilidad política” de la propuesta que elevemos a nuestros líderes o superiores jerárquicos en la organización donde ejercemos funciones, y también verificar “la aceptabilidad social” que la misma tenga en quienes son los destinatarios finales del actuar público y estatal: la ciudadanía, la sociedad, el pueblo, o como quiera llamársele.

Aunque sea un trabalenguas, el gestor público debe ser un funcionario con olfato político en el sentido de ser el técnico que realice análisis y elabore propuestas estratégicas efectivas para el logro de las políticas públicas adoptadas por el gobierno, por el Estado. Para lograrlo, Carlos Matus desarrolló un marco conceptual denominado “ciencias y técnicas de gobierno” y su metodología rotulada “Plan Estratégico Situacional”.

2.B) Desde la Teoría del Valor Público entendemos que el gestor público debía ser un estratega, pues y con respecto a su institución debe ver y coordinar:

1.- Hacia arriba, para renegociar el mandato político y lograr una definición política de “valor”, “valioso”.

2.- Hacia abajo, para ver la situación y actuación organizacional actual (sobre todo de sus colaboradores).

3.- Hacia afuera, para ver el valor de la producción, del producto que logra la organización.

4.- Hacia dentro, para ver la situación y actuación organizacional actual (como contexto).

5.- Hacia dentro de sí mismo, para ver que la situación responda a una decisión justa, equitativa.

Pero además de estratega, el gestor público debe verificar que, paralelamente, se cumplan las tres dimensiones del valor público:    

A) Dimensión Política: Cómo gestor público debo tener bien en claro que apoyo político y legal obtendrá su propuesta de acción que estoy elaborando. De nada servirá que trabaje más de las 8 horas legalmente establecidas y presente una gran propuesta técnica, si ella chocará contra el momento político, o las creencias ideológicas de mi jefe. Por ello debo preguntarse ¿Qué expectativas (políticas) hay?                                                                                  

B) Dimensión sustantiva: Cómo gestor público deberá verificar si al alcanzar mi objetivo propuesto generaré “valor”. Me puedo esforzamos mucho por alcanzar el objetivo que ha dado mi jefe, pero ¿hemos verificado que ese objetivo es el que necesitamos para satisfacer una necesidad pública?. Por ello, como gestores debemos preguntarnos ¿Alcanzar este objetivo es valioso, es eficaz?                                                                     .    

C) Dimensión administrativa: Cómo gestor público debo hacer un análisis administrativo u operativo y ver si mi gestión es sostenible. Deberé preguntarme ¿es técnicamente viable lo que propongo?

 

Todo lo anterior nos parece algo muy complejo para coordinar, pues no estamos acostumbrados, pues no se nos ha formado para ello en la universidad, ni se nos ha capacitado para ello en el trabajo. Por ello, la teoría del valor público nos dice que todo gestor público deberá ser formado seriamente para pensar y desarrollarse idóneamente dentro de las siguientes cinco (5) tareas:

1.- Promoción emprendedora.

2.- Gestión del desarrollo de la política.

3.- Gestión del desarrollo de la Negociación.

4.- Deliberación pública y Liderazgo.

5.- Marketing público.

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NOTA 1.- Así, es conveniente esclarecer algunos conceptos de “política” que luego utilizaremos:

  1. La “política” es un concepto jurídico indeterminado, pues puede ser llenada de diverso contenido, variable, según cada circunstancia;
  2. La “política partidaria” es aquella que busca el poder para el logro de sus intereses y forma particular de organizar el mundo;
  3. La “política pública” es aquella que tiende al logro de la Agenda Pública, la cual tiene diversos puntos en acción y gestión.

 

TEORÍA DEL VALOR PUBLICO (V):  ¿QUÉ TIPO DE GESTOR QUEREMOS?

Ya vimos que hay diversas formas de entender la gestión: la privada y la pública.

Dentro de la Gestión Pública, también hay diversos enfoques: uno tradicional y uno moderno.

Es el enfoque de la gestión publica moderna, se tiene muy en cuenta la acción del Estado y del funcionario público, pues afecta no solo la autonomía del consumidor, sino también generan costos de oportunidad en el ciudadano o usuario de los servicios públicos. ¡Por ello, es tan importante que toda actuación del Estado o de sus funcionaros públicos se justifiquen plenamente!

Ante todo lo anterior, una de las propuestas que responde a la inquietud ¿cómo gestionar?), es la denominada Teoría del Valor Público, que nos dice que el VALOR PÚBLICO no es otra cosa que satisfacción de necesidades básicas, bienestar general, beneficio social, etc.

 

Ahora veremos la parte que corresponde al hacer del funcionario público que se adscribe a esta teoría (Valor público), aunque para ello tenemos que seguir haciendo  observaciones y contrastes entre lo privado y lo público (ello  es muy pedagógico para descubrir la naturaleza de las funciones y obligaciones de un gestor público):

  1. Al gestor o directivo de las organizaciones privadasse le pide ser un líder, un innovador, “el mesías organizacional” (Decimos sarcásticamente ello, por el conjunto de virtudes y talentos que debe de reunir para dirigir a la organización privada y a las personas que la conforman o se interrelacionan con ella).
  2. Al gestor púbico,por simple copia irreflexiva, los políticos y la sociedad les exige lo mismo: ¡ser líderes!, ¡ser innovadores!, ¡ser todo lo que ellos no son!

 En efecto: Sí analizamos el discurso político efectista, vemos las grandes exigencias de liderazgo. Pero cuando analizamos el marco normativo y reglamentario que existe en las organizaciones públicas reales, se constata que, muchísimas veces, a los funcionarios públicos solo les permiten ser meros administradores, simples guardianes de la misión institucional y del mantenimiento de sus funciones, es decir: solo se les deja ser responsables administrativos, sin presupuesto para lograr cambio e innovación que se les exige pública y socialmente.  Y SERVIR parece incurrir en lo mismo, cuando convoca a sus concursos para integrarse al “cuerpo de gerentes públicos”

Si usted analiza los documentos de gestión de diversas organizaciones públicas (Yo lo hice con respecto al ROF y MOF del JNE y la AMAG, donde –sumados- trabajé casi diez años), al directivo o gerente público les pedimos que cumpla el perfil de un enfoque que muchos consideran fracasado y en franca retirada de las administraciones públicas: el enfoque weberiano que privilegia al “burócrata ilustrado”, donde el funcionario público, para ser tal, debe de tender a:

1.- La Especialización,

2.- La Jerarquización,

3.- La Formalización,

4.- Personal operativo,

5.- Impersonalidad,

6.- Carrera profesional (meritocracia)

 

Si ante esta contradicción entre lo que se le pide “boca para afuera” y lo que está en la normativa vigente, el buen funcionario público busca responder a estas demandas sociales y, por lo menos, perfeccionar las operaciones de su organización para aumentar su eficacia y eficiencia, ¿Qué hacemos los ciudadanos? ¡Desconfiamos!

Cuando algún gestor público hace alguna innovación, la misma sociedad que le exigía cambió, liderazgo, etc. se pregunta: ¿por qué innovó?, ¿Qué interés tenía?, ¿Qué ganó con ello?, ¿Quiénes ganan con ello?

Todo lo anterior genera un gestor público más confundido aún, pues no sabe sí mantener el status quo weberiano o innovar según las tendencias del management privado, ya que el riesgo es:

  1. Sí fracasa en la gestión, será penalizado por la Contraloría General de la República, el Ministerio Público y el Poder Judicial, o hasta el Congreso de la República
  2. Sí tiene éxito, no será recompensado, pues la sociedad sospechará de él.

Así, es evidente que nosotros mismos, como Estado, como organización pública, no sabemos ni tenemos muy en claro que tipo de gestor público queremos: si un burócrata weberiano (que no es un término peyorativo) o un líder.

 

 

LA TEORÍA DEL VALOR PÚBLICO (IV). Dimensiones del valor público.

Mientras los gestores privados tienen un cierto consenso sobre el conjunto de herramientas que han sido diseñadas para medir el logro de su objetivo empresarial (que se concentra en conceptos como Economía, Eficiencia, Eficacia), los gestores públicos debemos buscamos lograr un “valor” fijado por el legislador (quien no es un técnico) en una realidad que muchas veces es compleja (diversos actores sociales reclamando atención, diversas unidades organizacionales reclamando mayor presupuesto, etc.) y más: sin un consenso ni uniformidad sobre las herramientas que son propias “de” y “para” la naturaleza de la gestión pública. ¡tamaño problema!

Por todo ello, actualmente, en nuestro país, mientras las organizaciones privadas se concentran en conceptos como Economía, Eficiencia y Eficacia para base para medir el valor que han generado, las organizaciones públicas debemos recurrir al uso de indicadores de los organismos internacionales como la ONU y sus dependencias, y así hablamos –por ejemplo– de “Índice de Desarrollo Humano” NOTA 1  y hablamos de comparaciones, contrastes y crecimientos en el nivel de ingreso por persona (que mide el acceso a bienes y servicios), en el nivel educativo (que mide el potencial humano), en la distribución de ingreso (la oportunidad de acceso a la riqueza), en la esperanza de vida actual, o disminución en la tasa de mortandad infantil, disminución de la desnutrición crónica, etc.

El valor que buscamos los funcionarios públicos no es la rentabilidad económica o patrimonial. Es un valor que compense las restricciones a la libertad del ciudadano y al costo de oportunidades que le generamos por el cobro de los impuestos. Y por ello, el valor público solo puede ser algo muy valioso, si sirva a la “satisfacción de necesidades básicas”, al “bienestar general”, al “beneficio social”, etc.

Lo decimos bien claro: no importará que un gestor público alcance los objetivos trazados en la Ley o en los reglamentos, si ello no se traduce real y efectivamente en satisfacción de necesidades básicas de los ciudadanos, ¡no habrá generado ningún valor público!

Ahora debemos precisar que el “valor público” tiene tres (3) dimensiones:

  1. Dimensión Política: Aquí el gestor público debe tener bien en claro que apoyo político y legal obtendrá su propuesta de acción. Efectivamente, de nada sirve que el gestor trabajo más de las 8 horas legalmente establecidas y presente una gran propuesta técnica, si ella chocará contra el momento político, o las creencias ideológicas de su jefe.Por ello debe preguntarse ¿Qué expectativas hay?
  2. Dimensión sustantiva:Aquí el gestor público deberá verificar si al alcanzar su objetivo generará valor. Muchas veces nos esforzamos por alcanzar el objetivo que nos han dado nuestros jefes, y no nos preocupamos de verificar que ese es el objetivo que necesitamos para satisfacer una necesidad. Por ello, el gestor debe preguntarse si alcanzar este objetivo ¿es valioso, es eficaz?
  3. Dimensión administrativa:Aquí el gestor público debe hacer un análisis administrativo u operativo y verá si su gestión es sostenible. Deberá preguntarse ¿es viable técnicamente? Si el funcionario o gestor público considera que, al evaluar el desempeño de sus labores, ha respondido afirmativamente las tres dimensiones, estará encaminado a la generación de valor público.

Creo que estas tres (3) dimensiones son esenciales. Sin embargo, me ha resultado mucho más útil la propuesta metodológica que hiciera el maestro chileno Carlos Matus, que considero totalmente compatible con lo expuesto líneas arriba.

Y en ese sentido, Carlos Matus sostiene que, cada acción de gestión y gobierno debe pasar por una doble prueba acida:

  1. ElANÁLISIS TÉCNICO, que debe privilegiar el logro de la economía, de la eficacia y de la  eficiencia de los objetivos organizacionales, según con los conceptos que el management nos refiere.
  2. ElANÁLISIS POLÍTICO, que  debe privilegiar la viabilidad política de la propuesta que elevemos a nuestros líderes o superiores, y también la aceptabilidad social que la misma tenga en quienes son los destinatarios finales del actuar público y estatal: la ciudadanía, la sociedad, el pueblo.

Solo sí nuestras propuestas de acción y gestión superan positivamente los cuatro elementos (eficacia, eficiencia, viabilidad política, aceptabilidad social) estaremos encaminados a realizar una gestión exitosa y reconocida.

 

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NOTA 1.-  Siendo que, en el management moderno y la gestión pública moderna se orienta a una gestión por resultados favorables a las necesidades de los ciudadanos, encontramos necesario que, por lo menos, los funcionarios públicos de todo nivel, deberían de conocer –como mínimo- la técnica y el arte de la gestión por indicadores, para acreditar su labor en la creación del valor público.

 

LA TEORÍA DEL VALOR PÚBLICO (III). ¿Cómo medir el valor?

 
Con fines pedagógicos hemos usado una esquematización y dijimos que la gestión pública podía clasificarse en dos enfoques:

  1. Tradicional: Donde la autoridad electa es quien define “interés público”. Y el funcionario público trata de seguir la normativa y reglamentación para alcanzar dicha definición, cumpliendo para ello los límites que restringen su idiosincrasia, subjetividad, ideología o uso de los recursos públicos para beneficio propio).
  2. Moderno: Donde la autoridad electa define “interés público”, pero el funcionario público es un estratega pues debe ver para arriba, abajo, afuera y adentro de su propia institución, y dentro de sí mismo, a fin de coordinar todo ello y generar valor público.

 

Como ambos enfoques estaban empeñados en hablar de “valor”, debemos de diferenciar:

  1. El “valor privado”: Que se resume en generar rentabilidad económica o patrimonial, pues eso es lo valioso para la empresa.
  2. El “valor público”: Donde lo valioso es lo que atiende y satisface al “interés público” que  es definido por la autoridad electa, pero llenado de contenido por el funcionario público, que actúa como todo un estratega (viendo para arriba, para abajo, para los costados, para adentro –de su institución y de su persona- antes de pronunciarse)

Lo único cierto que todo gestor -público o privado- tiene una obligación: hacer que los recursos que utiliza, generen el máximo valor posible. Eso se exigirá a todos y esa es la regla implícita en toda organización -pública o privada-.  Y ¿cómo saber que los recursos utilizados han sido bien aprovechados o desperdiciados? Pues  toda organización -sea pública o privada- debe realizar medición y control. ¿Cómo medir? ¡Depende!

Depende de:

Los gestores privados: Tienen un conjunto de herramientas (cuantitativas principalmente) que han sido diseñadas para alcanzar su objetivo empresarial: rentabilidad. Así, cuando uno estudia una maestría en administración de negocios – MBA, aprende un conjunto de dichas herramientas financieras y empresariales, tales como el ROI (return on investment o retorno de la inversión realizada, por cada unidad monetaria, en cada proyecto) y otras más (sobre la cuales no profundizaremos).

Los gestores públicos: No tienen claridad para responder: ¿cuáles son las herramientas para medir el valor que nos interesa?, ni para uniformidad para decir ¿Qué herramientas son idóneas para medir el valor público?   

 

Ante tanta libertad o falta de definición por parte del Estado, estas inquietudes buscan responderse, según el enfoque que tenga el gestor:

1.- En el enfoque tradicional:  

Los directivos públicos buscan conseguir los objetivos normativos o determinado jurídicamente como “valiosos” por las autoridades democráticas (elegidas o designadas constitucionalmente), lo cual es coherente con la democracia donde el Parlamento representa “la voluntad popular”.

Así, su un gestor acredita que ha cumplido los objetivos que aparecen en la Ley Orgánica de su institución, o en las normas de gestión interna de su institución (ROF, MOF, etc.), puede decir que “ha cumplido con su función” y el funcionario hasta sentirse orgulloso de haber generado valor (aunque ello no se traduzca en ningún beneficio al ciudadano, o peor: que implique corrupción técnica en lo que debe ser un objetivo). 

 

2.- En el enfoque moderno:

La determinación de “lo valioso” trasciende lo normativo y quiere recoger la complejidad que existe en la vida (por eso quiere sostenerse en la investigación económica, estadística, etc.) Se trata de averiguar ex ante lo que es valioso y aprender ex post lo que es valioso.

En este caso, cómo cualquier medición, lo primero que necesitamos es una regla, un instrumento, una teoría o un marco conceptual que nos permita dotar de sentido al concepto “valor público”. Y así tenemos para escoger entre diversas propuestas: 

.2.1.- La Teoría de la democracia nos dice que hay valor público si encontramos satisfacción en los políticos por los resultados alcanzados (El grado de satisfacción que manifiesten los políticos es equivalente al grado de valor público logrado).

.2.2.- La evaluación de programas o políticas nos dice que sí  la evaluación concluye que sí se alcanzaron los propósitos definidos (definidos políticamente como sustantivos), entonces si hay valor público.

.2.3.- La evaluación coste-efectividad, nos dice que esta evaluación busca una valoración colectiva del éxito alcanzado.

.2.4.- La Técnica coste-beneficio:. Nos dice que, cada uno debe de analizar si las consecuencias de un actuar público le es beneficioso, adverso o indiferente (Es muy individualista e Inspirado en la economía del bienestar). A partir de ello señala que, requerimos comparar la valoración que le brindan los beneficiarios con el costo financiero de haber alcanzado ello. Es muy difícil lograr dicha relación.

.2.5.- Gobierno orientado al cliente. Nos dice que, debemos medir el grado de satisfacción de quienes son los usuarios de nuestros bienes y servicios. (Toma el símil de la actividad privada)

.2.6.- Y así existen otros mecanismos para medir el valor público: cada uno con una respuesta acorde a sus propias necesidades, concepciones y percepciones. Como los instrumentos deben de estar en función a las preferencias que queremos medir, se dificulta que todos lleguemos a una definición universal de “valor público”.