UNA DECISIÓN ÉTICA ¿EL 6 DE JUNIO LA TOMAREMOS?

Recién caigo que hace un año no escribía aquí. Se pasó el tiempo volando, pues con la pandemia lo primero es que ¡hay que sobrevivir!  Y quienes queremos vivir tenemos que pensar en el futuro ¿Y qué futuro queremos para nuestro país?   De eso trata este post.   NO voy a a decirte por qué votar por uno u otro candidato, solo que hagas un voto racional y ético; con el cerebro y no con el hígado; pues —si algún dia llegan las vacunas — tenemos mucho por reconstruir, mucho por construir, mucho que mejorar como sociedad, como país.

 

Estamos en ese momento de la vida donde debemos enfrentar situaciones conflictivas, complicadas, poco deseadas, pero que exigen ineludiblemente tomar decisiones. Y, a veces, la toma de decisiones se debe concretar escogiendo entre dos, tres o más alternativas, que en este caso son:

  1. Votar por el candidato que salió primero en la elección del 11 de abril
  2. Votar por la candidata que salió segunda el 11 de abril
  3. Votar en blanco (es una opción, muestra asepsia, falta de definición)
  4. Anular mi voto (muestra rechazo al sistema democrático, a los candidatos)
  5. No ir a votar.

El tema se complica cuando estas alternativas generan dilemas, es decir, se hace necesario elegir entre estas opciones y todas ellas son igual de buenas o igual de malas. Y el tema se complica más, cuando la elección se debe dar en un ambiente de incertidumbre (es decir, donde no tienes garantía de que la decisión que tomas es la correcta o marcará la diferencia, pues el tuyo es un voto más entre casi 25 millones).

Y entonces, una decisión ética es la que se debe tomar entre opciones igualmente validas, legitimas, pero donde las opciones pueden ser contradictorias o excluyentes entre sí. El 6 de junio, muchos deberán tomar una decisión y escoger alguna de esas opciones. Y deberemos asumir las consecuencias que ello genere.

Ante los resultados del 11 de abril,  muchos opinologos y politólogos dicen que es preocupante que los partidos políticos estén en crisis.  Para mi lo preocupante es otra cosa: como han surgido “lideres” de un momento a otro, sin que nadie los conozca o conozca sus ideas, pero aun así la población manifieste un  espíritu de sumisión ante las nuevas figuras; Y ahora siguen al  líder desconocido y momentáneo con la alegría y convicción de coincidir con la multitud sumisa e irreflexiblemente que. también lo sigue (¡lo que les da certeza de estar en el lado correcto!)

Nuestro país está en un ambiente de creciente Polarizacion política porque la 2da vuelta promueve el surgimiento de lideres antagonistas (La polarización se acredita en la incapacidad para hablar de política con personas de distintos puntos de vista de forma ecuánime y ponderada; recurriendo a suspicacias y suposiciones de la mala fe ajena, incurriendo en reproches e incriminaciones viscerales, demostrando agresividad ante la discrepancia y transformando la conversación en pendencia, la reflexión en odio).

Por tanto miseria moral, hemos olvidado que Vivir en sociedad implica tener instituciones que sirvan a todos por igual, respetando las características y diferencias de cada uno; vivir en sociedad implica renunciar a vivir todos bajo mi ideología, implica dejar de imponer mi religión, mi certeza de que mis ideas son validas pues son la verdad que hará felices a todos todo el tiempo (aunque algunos ahora no lo crean o no lo quieran) y entendemos que “mi paraíso” puede ser el infierno para el discrepante

Actualmente, lo que más me llama la atención es la nula capacidad de autocrítica y la falta de visión de que esto refleja un deterioro institucional de la vida en democracia. Mis amigos y colegas, todos profesionales, han dejado de lado su imparcialidad y objetividad ante lo que sucede y son incapaces de relatar los hechos históricos sin sus propios sesgos, pues a ellos ya no les importa servir a la verdad y a la justicia, sino a la visión personal que ellos tienen de “la verdad”, de “la justicia”, pues todo es relativo: todo es un “constructo” social. 

Y por eso, en este clima de polarización todo es blanco o negro, todo es binario: tú o yo, los míos o los tuyos, y  cuando hablamos de un líder o candidato presidencial procedemos a hablar de “nosotros” y de “uds”; hablamos de que unos somos los buenos, los otros son los malos; nosotros somos los éticos, los otros son los malos, los inmorales, los corruptos, el virus que debe ser erradicado.y por ello “los muertos” de mi tribu duelen, conduelen, son héroes y más, pero “los muertos” del otro, los muertos del enemigo, no valen igual, no duelen: están bien muertos.

Reitero, pues muchos no nos hemos dado cuenta: al hablar de “nosotros, los buenos” aludimos a los que votarán como yo, y al hablar de los que votarán por la otra opción electoral  los identificamos con “los malos”, “los cómplices”, “los responsables de los males del Perú”.   No hemos aprendido a ser vivir e democracia, a ser tolerantes en la discrepancia, a ser racionales, prudentes con nuestros dichos, e incurrimos en la trivialización que elimina la noción de ciudadanía donde todas las personas somos seres con igualdad de dignidad, derechos y deberes; se elimina la noción de que todos somos personas que debemos respetar y cumplir las leyes que son generales (para beneficiar a todos) y abstractas (para regular muchas situaciones), para lograr el bien común de todas las “tribus” que conforman el Perú.

 

Y pensando en la importancia de nuestro lenguaje y su repercusión en nuestra conducta cívica ¿saben qué es lo que encontré?

PRIMERO.- El diccionario de la RAE define a la política como “Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados[1];  Es decir, hay una palabra en el diccionario que alude a la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos;  a la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo; arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado”.

SEGUNDO: En el idioma de Cervantes tenemos dos palabras que aluden a los vicios y defectos vinculados al accionar político:

A.- Politiquería: Es el acto, la acción de intervenir, tratar de política con superficialidad y ligereza, con intrigas y bajezas.

B.- Politicastro: Político inhábil, rastrero (bajo, vil, despreciable), mal intencionado, que actúa con medios y fines turbios.

 

TERCERO.- En el habla inglesa tenemos hasta tres (3) contenidos semánticos para aludir todo lo que nosotros señalamos con Politica:

  • POLITY son las actividades de las personas vinculadas con el concepto de Estado y Gobierno (en sus diferentes formas: democracia, monarquía, aristocracia). Se relaciona con los estudios de ciencia política, teoría política y políticas públicas. Contiene los principios y convicciones que guían la acción política. Es el espacio donde uno encuentra satisfacción en los principios y convicciones porque ensalza el ejercicio de la responsabilidad, de lealtad y de servicio a la sociedad. Es lo que encontramos en los editoriales de los medios periodísticos.
  • POLITICS está más vinculado los operadores políticos, a las personas que se dedican a la actividad política. Políticos aluden a Víctor Raúl Haya de la Torre, Fernando Belaúnde Terry, José Carlos Mariateguí, etc. Es lo que se encuentra en una sección del diario que resume los debates parlamentarios o interpoderes Ejecutivo vs Legislativo (antes de las secciones policiales y deportivas).En sede nacional,  este es el nivel en que nos encontramos: con politicastros haciendo politiquería.
  • POLICY está más vinculado a las políticas, programa o planes de acción y a los principios para la gestión de algo concreto, en beneficio del conjunto de la población o de sectores concretos, adjetivado. Nos permite medir los avances y logros de la política de sus operadores políticos (politics) pues alude a un esquema racional de intervención en el poder político: Se escoge un problema público, se diagnostica la situación concreta, se incorpora en la agenda de gobierno, se fijan los objetivos a lograr, se examinan los recursos con que contamos para usar, se diseñan los estrategias de intervención para alcanzar dichos objetivos; se eligen los indicadores de gestión y logro; se designa al equipo de profesionales y técnicos que llevarán a cabo esto para que el ciudadano obtenga una prestación razonable de un servicio público necesario para su bienestar. También alude al comentario de lo que va en una noticia. Ej. Política cultural, política sanitaria, política comercial, etc.

 

Y, entonces, reitero: no voy a decirte por quien votar, sino solo quiero suplicarte que cuando lo hagas, realmente hayas pensado en tu voto con la cabeza y no con el hígado; no te voy a decir, vota por fulano o sótano, pues no solo estamos eligiendo personas, estamos eligiendo equipos de trabajo que guiarán el Peru 5 años (espero que solo 5); estamos eligiendo la ideología y la visión de mundo con que tomarán las decisiones.  Como seres pensantes,  como ciudadanos, nuestro  esfuerzo debe ser dejar de oír los ofrecimientos que la politiquería y a los politicastros hacen con miras al 6 de junio, para pasar a emitir un voto racional, ético, por  la opción que —desapasionadamente— consideremos nos acerca a las nociones de polity a la policy, a través de la politics.  Y a asumir las consecuencias de nuestros votos, pues nosotros nos pusimos en estas condiciones.

 

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[1] Ya en la universidad leí que Clausewitz decía que la guerra era la continuación de la política por otros medios, y por eso no me gustan los políticos, que recurren a la bajeza, a los odios y el daño contra el otro. Pero es distinto con la política

 

 

 

TEORÍA DEL VALOR PUBLICO (VI): ¿QUE TIPO DE GESTOR SE PROPONE? 

En nuestro país no hay una política pública en la determinación de que gestor queremos.  Me permito decir ello, por ser muy crítico y pensar: SERVIR no ha establecido realmente un perfil técnico del ciudadano y profesional que deberá ocupar cargos de responsabilidad, pues esos perfiles que salen en sus convocatorias, muchas veces son llenados por personajes de dudosa reputación personal o profesional.  Y de esos conozco bastantes.

Así que –desde mi personal punto de vista- el perfil del gestor público que ocupa los cargos de gobierno “depende” del gobierno y de la política NOTA 1 que éste gobierno quiera establecer en un momento determinado.   Ante ello, veamos algunas alternativas existentes:

1.- Conforme al modelo weberiano:

El gestor público debe ser un funcionario técnico (profesional especializado en su área) y apolítico (apolítico en el sentido de que no sea un militante partidario en el centro de labores ni en el desarrollo de sus funciones, ni utilice el puesto público para ponerlo al servicio de su organización partidaria, de su ideología o doctrina personal.

 

2.- Conforme los diversos enfoques modernos de gestión pública: 

Hay diversas propuestas. Pero nosotros podemos referirnos -a partir de la utilidad demostrada- a dos:

2.A) Desde la propuesta de Carlos Matus de las ciencias y métodos para la acción del gobierno, el gestor público debe ser un funcionario técnico-político, es decir, un funcionario que realice un análisis técnico-político.

        El ANÁLISIS TÉCNICO debe privilegiar el logro de la eficacia y eficiencia de los objetivos organizacionales,        entendiendo “eficacia” y “eficiencia” en los conceptos que el management nos refiere.

        Y el ANÁLISIS POLÍTICO debe también privilegiar la “viabilidad política” de la propuesta que elevemos a nuestros líderes o superiores jerárquicos en la organización donde ejercemos funciones, y también verificar “la aceptabilidad social” que la misma tenga en quienes son los destinatarios finales del actuar público y estatal: la ciudadanía, la sociedad, el pueblo, o como quiera llamársele.

Aunque sea un trabalenguas, el gestor público debe ser un funcionario con olfato político en el sentido de ser el técnico que realice análisis y elabore propuestas estratégicas efectivas para el logro de las políticas públicas adoptadas por el gobierno, por el Estado. Para lograrlo, Carlos Matus desarrolló un marco conceptual denominado “ciencias y técnicas de gobierno” y su metodología rotulada “Plan Estratégico Situacional”.

2.B) Desde la Teoría del Valor Público entendemos que el gestor público debía ser un estratega, pues y con respecto a su institución debe ver y coordinar:

1.- Hacia arriba, para renegociar el mandato político y lograr una definición política de “valor”, “valioso”.

2.- Hacia abajo, para ver la situación y actuación organizacional actual (sobre todo de sus colaboradores).

3.- Hacia afuera, para ver el valor de la producción, del producto que logra la organización.

4.- Hacia dentro, para ver la situación y actuación organizacional actual (como contexto).

5.- Hacia dentro de sí mismo, para ver que la situación responda a una decisión justa, equitativa.

Pero además de estratega, el gestor público debe verificar que, paralelamente, se cumplan las tres dimensiones del valor público:    

A) Dimensión Política: Cómo gestor público debo tener bien en claro que apoyo político y legal obtendrá su propuesta de acción que estoy elaborando. De nada servirá que trabaje más de las 8 horas legalmente establecidas y presente una gran propuesta técnica, si ella chocará contra el momento político, o las creencias ideológicas de mi jefe. Por ello debo preguntarse ¿Qué expectativas (políticas) hay?                                                                                  

B) Dimensión sustantiva: Cómo gestor público deberá verificar si al alcanzar mi objetivo propuesto generaré “valor”. Me puedo esforzamos mucho por alcanzar el objetivo que ha dado mi jefe, pero ¿hemos verificado que ese objetivo es el que necesitamos para satisfacer una necesidad pública?. Por ello, como gestores debemos preguntarnos ¿Alcanzar este objetivo es valioso, es eficaz?                                                                     .    

C) Dimensión administrativa: Cómo gestor público debo hacer un análisis administrativo u operativo y ver si mi gestión es sostenible. Deberé preguntarme ¿es técnicamente viable lo que propongo?

 

Todo lo anterior nos parece algo muy complejo para coordinar, pues no estamos acostumbrados, pues no se nos ha formado para ello en la universidad, ni se nos ha capacitado para ello en el trabajo. Por ello, la teoría del valor público nos dice que todo gestor público deberá ser formado seriamente para pensar y desarrollarse idóneamente dentro de las siguientes cinco (5) tareas:

1.- Promoción emprendedora.

2.- Gestión del desarrollo de la política.

3.- Gestión del desarrollo de la Negociación.

4.- Deliberación pública y Liderazgo.

5.- Marketing público.

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NOTA 1.- Así, es conveniente esclarecer algunos conceptos de “política” que luego utilizaremos:

  1. La “política” es un concepto jurídico indeterminado, pues puede ser llenada de diverso contenido, variable, según cada circunstancia;
  2. La “política partidaria” es aquella que busca el poder para el logro de sus intereses y forma particular de organizar el mundo;
  3. La “política pública” es aquella que tiende al logro de la Agenda Pública, la cual tiene diversos puntos en acción y gestión.

 

TEORÍA DEL VALOR PUBLICO (V):  ¿QUÉ TIPO DE GESTOR QUEREMOS?

Ya vimos que hay diversas formas de entender la gestión: la privada y la pública.

Dentro de la Gestión Pública, también hay diversos enfoques: uno tradicional y uno moderno.

Es el enfoque de la gestión publica moderna, se tiene muy en cuenta la acción del Estado y del funcionario público, pues afecta no solo la autonomía del consumidor, sino también generan costos de oportunidad en el ciudadano o usuario de los servicios públicos. ¡Por ello, es tan importante que toda actuación del Estado o de sus funcionaros públicos se justifiquen plenamente!

Ante todo lo anterior, una de las propuestas que responde a la inquietud ¿cómo gestionar?), es la denominada Teoría del Valor Público, que nos dice que el VALOR PÚBLICO no es otra cosa que satisfacción de necesidades básicas, bienestar general, beneficio social, etc.

 

Ahora veremos la parte que corresponde al hacer del funcionario público que se adscribe a esta teoría (Valor público), aunque para ello tenemos que seguir haciendo  observaciones y contrastes entre lo privado y lo público (ello  es muy pedagógico para descubrir la naturaleza de las funciones y obligaciones de un gestor público):

  1. Al gestor o directivo de las organizaciones privadasse le pide ser un líder, un innovador, “el mesías organizacional” (Decimos sarcásticamente ello, por el conjunto de virtudes y talentos que debe de reunir para dirigir a la organización privada y a las personas que la conforman o se interrelacionan con ella).
  2. Al gestor púbico,por simple copia irreflexiva, los políticos y la sociedad les exige lo mismo: ¡ser líderes!, ¡ser innovadores!, ¡ser todo lo que ellos no son!

 En efecto: Sí analizamos el discurso político efectista, vemos las grandes exigencias de liderazgo. Pero cuando analizamos el marco normativo y reglamentario que existe en las organizaciones públicas reales, se constata que, muchísimas veces, a los funcionarios públicos solo les permiten ser meros administradores, simples guardianes de la misión institucional y del mantenimiento de sus funciones, es decir: solo se les deja ser responsables administrativos, sin presupuesto para lograr cambio e innovación que se les exige pública y socialmente.  Y SERVIR parece incurrir en lo mismo, cuando convoca a sus concursos para integrarse al “cuerpo de gerentes públicos”

Si usted analiza los documentos de gestión de diversas organizaciones públicas (Yo lo hice con respecto al ROF y MOF del JNE y la AMAG, donde –sumados- trabajé casi diez años), al directivo o gerente público les pedimos que cumpla el perfil de un enfoque que muchos consideran fracasado y en franca retirada de las administraciones públicas: el enfoque weberiano que privilegia al “burócrata ilustrado”, donde el funcionario público, para ser tal, debe de tender a:

1.- La Especialización,

2.- La Jerarquización,

3.- La Formalización,

4.- Personal operativo,

5.- Impersonalidad,

6.- Carrera profesional (meritocracia)

 

Si ante esta contradicción entre lo que se le pide “boca para afuera” y lo que está en la normativa vigente, el buen funcionario público busca responder a estas demandas sociales y, por lo menos, perfeccionar las operaciones de su organización para aumentar su eficacia y eficiencia, ¿Qué hacemos los ciudadanos? ¡Desconfiamos!

Cuando algún gestor público hace alguna innovación, la misma sociedad que le exigía cambió, liderazgo, etc. se pregunta: ¿por qué innovó?, ¿Qué interés tenía?, ¿Qué ganó con ello?, ¿Quiénes ganan con ello?

Todo lo anterior genera un gestor público más confundido aún, pues no sabe sí mantener el status quo weberiano o innovar según las tendencias del management privado, ya que el riesgo es:

  1. Sí fracasa en la gestión, será penalizado por la Contraloría General de la República, el Ministerio Público y el Poder Judicial, o hasta el Congreso de la República
  2. Sí tiene éxito, no será recompensado, pues la sociedad sospechará de él.

Así, es evidente que nosotros mismos, como Estado, como organización pública, no sabemos ni tenemos muy en claro que tipo de gestor público queremos: si un burócrata weberiano (que no es un término peyorativo) o un líder.

 

 

LA TEORÍA DEL VALOR PÚBLICO (IV). Dimensiones del valor público.

Mientras los gestores privados tienen un cierto consenso sobre el conjunto de herramientas que han sido diseñadas para medir el logro de su objetivo empresarial (que se concentra en conceptos como Economía, Eficiencia, Eficacia), los gestores públicos debemos buscamos lograr un “valor” fijado por el legislador (quien no es un técnico) en una realidad que muchas veces es compleja (diversos actores sociales reclamando atención, diversas unidades organizacionales reclamando mayor presupuesto, etc.) y más: sin un consenso ni uniformidad sobre las herramientas que son propias “de” y “para” la naturaleza de la gestión pública. ¡tamaño problema!

Por todo ello, actualmente, en nuestro país, mientras las organizaciones privadas se concentran en conceptos como Economía, Eficiencia y Eficacia para base para medir el valor que han generado, las organizaciones públicas debemos recurrir al uso de indicadores de los organismos internacionales como la ONU y sus dependencias, y así hablamos –por ejemplo– de “Índice de Desarrollo Humano” NOTA 1  y hablamos de comparaciones, contrastes y crecimientos en el nivel de ingreso por persona (que mide el acceso a bienes y servicios), en el nivel educativo (que mide el potencial humano), en la distribución de ingreso (la oportunidad de acceso a la riqueza), en la esperanza de vida actual, o disminución en la tasa de mortandad infantil, disminución de la desnutrición crónica, etc.

El valor que buscamos los funcionarios públicos no es la rentabilidad económica o patrimonial. Es un valor que compense las restricciones a la libertad del ciudadano y al costo de oportunidades que le generamos por el cobro de los impuestos. Y por ello, el valor público solo puede ser algo muy valioso, si sirva a la “satisfacción de necesidades básicas”, al “bienestar general”, al “beneficio social”, etc.

Lo decimos bien claro: no importará que un gestor público alcance los objetivos trazados en la Ley o en los reglamentos, si ello no se traduce real y efectivamente en satisfacción de necesidades básicas de los ciudadanos, ¡no habrá generado ningún valor público!

Ahora debemos precisar que el “valor público” tiene tres (3) dimensiones:

  1. Dimensión Política: Aquí el gestor público debe tener bien en claro que apoyo político y legal obtendrá su propuesta de acción. Efectivamente, de nada sirve que el gestor trabajo más de las 8 horas legalmente establecidas y presente una gran propuesta técnica, si ella chocará contra el momento político, o las creencias ideológicas de su jefe.Por ello debe preguntarse ¿Qué expectativas hay?
  2. Dimensión sustantiva:Aquí el gestor público deberá verificar si al alcanzar su objetivo generará valor. Muchas veces nos esforzamos por alcanzar el objetivo que nos han dado nuestros jefes, y no nos preocupamos de verificar que ese es el objetivo que necesitamos para satisfacer una necesidad. Por ello, el gestor debe preguntarse si alcanzar este objetivo ¿es valioso, es eficaz?
  3. Dimensión administrativa:Aquí el gestor público debe hacer un análisis administrativo u operativo y verá si su gestión es sostenible. Deberá preguntarse ¿es viable técnicamente? Si el funcionario o gestor público considera que, al evaluar el desempeño de sus labores, ha respondido afirmativamente las tres dimensiones, estará encaminado a la generación de valor público.

Creo que estas tres (3) dimensiones son esenciales. Sin embargo, me ha resultado mucho más útil la propuesta metodológica que hiciera el maestro chileno Carlos Matus, que considero totalmente compatible con lo expuesto líneas arriba.

Y en ese sentido, Carlos Matus sostiene que, cada acción de gestión y gobierno debe pasar por una doble prueba acida:

  1. ElANÁLISIS TÉCNICO, que debe privilegiar el logro de la economía, de la eficacia y de la  eficiencia de los objetivos organizacionales, según con los conceptos que el management nos refiere.
  2. ElANÁLISIS POLÍTICO, que  debe privilegiar la viabilidad política de la propuesta que elevemos a nuestros líderes o superiores, y también la aceptabilidad social que la misma tenga en quienes son los destinatarios finales del actuar público y estatal: la ciudadanía, la sociedad, el pueblo.

Solo sí nuestras propuestas de acción y gestión superan positivamente los cuatro elementos (eficacia, eficiencia, viabilidad política, aceptabilidad social) estaremos encaminados a realizar una gestión exitosa y reconocida.

 

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NOTA 1.-  Siendo que, en el management moderno y la gestión pública moderna se orienta a una gestión por resultados favorables a las necesidades de los ciudadanos, encontramos necesario que, por lo menos, los funcionarios públicos de todo nivel, deberían de conocer –como mínimo- la técnica y el arte de la gestión por indicadores, para acreditar su labor en la creación del valor público.

 

LA TEORÍA DEL VALOR PÚBLICO (III). ¿Cómo medir el valor?

 
Con fines pedagógicos hemos usado una esquematización y dijimos que la gestión pública podía clasificarse en dos enfoques:

  1. Tradicional: Donde la autoridad electa es quien define “interés público”. Y el funcionario público trata de seguir la normativa y reglamentación para alcanzar dicha definición, cumpliendo para ello los límites que restringen su idiosincrasia, subjetividad, ideología o uso de los recursos públicos para beneficio propio).
  2. Moderno: Donde la autoridad electa define “interés público”, pero el funcionario público es un estratega pues debe ver para arriba, abajo, afuera y adentro de su propia institución, y dentro de sí mismo, a fin de coordinar todo ello y generar valor público.

 

Como ambos enfoques estaban empeñados en hablar de “valor”, debemos de diferenciar:

  1. El “valor privado”: Que se resume en generar rentabilidad económica o patrimonial, pues eso es lo valioso para la empresa.
  2. El “valor público”: Donde lo valioso es lo que atiende y satisface al “interés público” que  es definido por la autoridad electa, pero llenado de contenido por el funcionario público, que actúa como todo un estratega (viendo para arriba, para abajo, para los costados, para adentro –de su institución y de su persona- antes de pronunciarse)

Lo único cierto que todo gestor -público o privado- tiene una obligación: hacer que los recursos que utiliza, generen el máximo valor posible. Eso se exigirá a todos y esa es la regla implícita en toda organización -pública o privada-.  Y ¿cómo saber que los recursos utilizados han sido bien aprovechados o desperdiciados? Pues  toda organización -sea pública o privada- debe realizar medición y control. ¿Cómo medir? ¡Depende!

Depende de:

Los gestores privados: Tienen un conjunto de herramientas (cuantitativas principalmente) que han sido diseñadas para alcanzar su objetivo empresarial: rentabilidad. Así, cuando uno estudia una maestría en administración de negocios – MBA, aprende un conjunto de dichas herramientas financieras y empresariales, tales como el ROI (return on investment o retorno de la inversión realizada, por cada unidad monetaria, en cada proyecto) y otras más (sobre la cuales no profundizaremos).

Los gestores públicos: No tienen claridad para responder: ¿cuáles son las herramientas para medir el valor que nos interesa?, ni para uniformidad para decir ¿Qué herramientas son idóneas para medir el valor público?   

 

Ante tanta libertad o falta de definición por parte del Estado, estas inquietudes buscan responderse, según el enfoque que tenga el gestor:

1.- En el enfoque tradicional:  

Los directivos públicos buscan conseguir los objetivos normativos o determinado jurídicamente como “valiosos” por las autoridades democráticas (elegidas o designadas constitucionalmente), lo cual es coherente con la democracia donde el Parlamento representa “la voluntad popular”.

Así, su un gestor acredita que ha cumplido los objetivos que aparecen en la Ley Orgánica de su institución, o en las normas de gestión interna de su institución (ROF, MOF, etc.), puede decir que “ha cumplido con su función” y el funcionario hasta sentirse orgulloso de haber generado valor (aunque ello no se traduzca en ningún beneficio al ciudadano, o peor: que implique corrupción técnica en lo que debe ser un objetivo). 

 

2.- En el enfoque moderno:

La determinación de “lo valioso” trasciende lo normativo y quiere recoger la complejidad que existe en la vida (por eso quiere sostenerse en la investigación económica, estadística, etc.) Se trata de averiguar ex ante lo que es valioso y aprender ex post lo que es valioso.

En este caso, cómo cualquier medición, lo primero que necesitamos es una regla, un instrumento, una teoría o un marco conceptual que nos permita dotar de sentido al concepto “valor público”. Y así tenemos para escoger entre diversas propuestas: 

.2.1.- La Teoría de la democracia nos dice que hay valor público si encontramos satisfacción en los políticos por los resultados alcanzados (El grado de satisfacción que manifiesten los políticos es equivalente al grado de valor público logrado).

.2.2.- La evaluación de programas o políticas nos dice que sí  la evaluación concluye que sí se alcanzaron los propósitos definidos (definidos políticamente como sustantivos), entonces si hay valor público.

.2.3.- La evaluación coste-efectividad, nos dice que esta evaluación busca una valoración colectiva del éxito alcanzado.

.2.4.- La Técnica coste-beneficio:. Nos dice que, cada uno debe de analizar si las consecuencias de un actuar público le es beneficioso, adverso o indiferente (Es muy individualista e Inspirado en la economía del bienestar). A partir de ello señala que, requerimos comparar la valoración que le brindan los beneficiarios con el costo financiero de haber alcanzado ello. Es muy difícil lograr dicha relación.

.2.5.- Gobierno orientado al cliente. Nos dice que, debemos medir el grado de satisfacción de quienes son los usuarios de nuestros bienes y servicios. (Toma el símil de la actividad privada)

.2.6.- Y así existen otros mecanismos para medir el valor público: cada uno con una respuesta acorde a sus propias necesidades, concepciones y percepciones. Como los instrumentos deben de estar en función a las preferencias que queremos medir, se dificulta que todos lleguemos a una definición universal de “valor público”.

LA TEORÍA DEL VALOR PÚBLICO (II). El interés público.

Es claro que cada persona tiene bien en claro que es lo que le gusta más; que es lo que quiere para sí en un momento determinado. Nadie mejor que uno mismo para responder ¿en qué gastar mi plata y hasta cuánto?  

Pero, cuando dejamos de lado los intereses personales y pensamos en los intereses de una colectividad, debemos pensar en algo que justifique invertir el dinero de todos los ciudadanos (los impuestos) para beneficios de todos. Para hablar del concepto de “interés público”, hablaremos de quienes lo definen. Y sobre ello, existen, básicamente, dos perspectivas: una tradicional y una moderna.

 

1.- El enfoque tradicional de la gestión pública:

Parte de que el debate público sobre un tema se da de modo previo a las elecciones, y entonces todos pueden debatir y ejercer el derecho de opinión y expresión (sustentada o no). Pero…

Pero luego de transcurridas las elecciones son las autoridades recientemente electas las que tienen la responsabilidad de definir y responder a las siguientes preguntas: ¿Qué es el interés público?, ¿Qué interés público debe atenderse? La autoridad política electa, al regular cómo el funcionario debe entender y hacer su trabajo está diciéndole -de un modo genérico y abstracto- cómo debe de actuar para realizar mejoras organizacionales: cómo debe de actuar para perfeccionar procesos; cómo debe administrar los recursos humanos: y cómo -con todo ello- deberá lograr la eficacia y eficiencia.

Pero el funcionario electo no le dice cómo innovar técnicamente en un caso concreto; ni cómo cambiar la organización X según determinada metodología; ni  que es “valor público”; ni cómo aumentar el valor público en determinado entorno político-social cambiante, etc.

Son los funcionarios y servidores públicos los que deben materializar dichas definiciones, siguiendo la reglamentación dada -de un modo genérico, pero técnico-, en el caso concreto que se le presenta en determinado momento. En temas de interés público, el funcionario y/o servidor público debe dejar de lado su idiosincrasia, su ideología, sus creencias personales o  valores subjetivos,

¿Por qué se da esta regulación genérica, está reglamentacion [nota 1]?  Porqué cómo se tiene profunda desconfianza en el actuar del funcionario, servidor público, se espera que él la siga estrictamente.   Al respecto:

1) En la perspectiva tradicional, esta negación de dar discrecionalidad al trabajador público es vista como una garantía en favor del ciudadano;

2) En la actualidad, sabemos que esta restricción impide que el funcionario o empleado público logre adaptabilidad funcional y eficiencia técnica ante  nuevas situaciones sociales.

 

2) El enfoque moderno de la gestión pública:

Nos dice que antes de las elecciones, puede haber todo el debate, libertad de opinión y expresión que se quiera. Pero que luego de las elecciones y ya producida la elección:

  1. Son las autoridades electas que conforman el gobierno las que tienen la responsabilidad de definir y responder a las siguientes preguntas genéricas, abstractas: ¿Qué es el interés público?, ¿Qué interés público debe atenderse?, ¿Cómo debe atenderse?
  2. El directivo, gestor o funcionario público es un estratega para el caso concreto. No se puede ser un funcionario que se limite a cumplir la reglamentación genérica que le ha sido dada por autoridades políticas u otras legitimadas, pero lejanas a su labor organizacional cotidiana. El funcionario tiene la responsabilidad de descubrir, definir y crear “valor público” para cada una de las peculiares actuaciones que le son sometidas.

No es un retorica cuando decimos que el gestor público moderno  debe ser “estratega”, pues debe ver hacia arriba/abajo/adentro/afuera de la organización. Efectivamente él debe ver:

#1.- Hacia arriba, para renegociar el mandato político y lograr una definición política de “valor”.

#2.- Hacia afuera, para ver el valor de la producción, del producto que logra la organización.
#3.- Hacia dentro, para ver la situación y actuación organizacional actual (como contexto).
#4.- Hacia abajo, para ver la situación y actuación organizacional actual (sobre todo de sus colaboradores)

Además, sostenemos, que:

#5.- Debe ver hacia dentro de sí mismo, para certificar que su decisión trasciende el formalismo legal y es una decisión ética, justa, conforme a los valores y principios constitucionales más elevados: Enfoque de los derechos humanos en la gestión pública.

A nosotros nos interesa este enfoque moderno, pues a partir de él desarrollaremos la noción de “valor público” que es de nuestro interés. Después de este post, creo que estamos en condiciones de responder ¿Quién define el concepto de “interés público”? 

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NOTA 1.-  Este afán regulatorio se da tanto en:

                   A) Modo sustantivo (lograr el fin o misión)

                   B) Modo administrativo: Descendente: hacia el logro de resultados;

                                                                  Ascendente: Atender el mandato político.

 

TEORÍA DEL VALOR PÚBLICO (I). Algunos tips: ¿Valor?, ¿Valioso?

Trabajé este tema hace más de 10 años, cuando asumí la Secretaría General de una gran institución. Hoy, varios gobiernos después, retomo  el tema, pues veo que persiste el desconocimiento de este concepto.  En este tiempo, he pasado diversas experiencias de vida y de gestión, que compartidas con muchos colegas, han resultado reflexiones  -muchas muy válidas y meritorias-  que merecen no perderse.

 

¿Qué es un “valor”?  Según la RAE “valor” es el grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades, para proporcionar bienestar o deleite. Lo valioso es una cualidad de las cosas u acciones, que permite apreciarlas o considerarlas útiles, aptas para satisfacer necesidades en las personas.

¿Qué es “valor” para mí? ¡Es aquello que yo considero valioso! Para mi es más valioso ese reloj viejito y que se retrasa, porque me lo regaló mi padre, que el reloj de titanio importado, que me regalaron los colegas y amigos al retirarme de una institución.

Lo que yo considero valioso, puede no ser “valioso” para otra persona. Así, el valor es algo subjetivo, y cada uno determina la valía de una cosa, acción o palabra. Es un concepto subjetivo e  indeterminado (que cada persona debe de llenarlo de contenido según sus creencias, apetencias, necesidades, etc.).

¿De qué valor hablamos hoy? ¡Depende!  Depende de quién, donde, cuando, cómo y porqué lo pregunte.

  1. ¿Si preguntan en la gestión privada? Sabemos que el empresario tiene un objetivo: ganar dinero. Y para ello busca y define que es “valioso”, produciendo bienes y servicios que considera que serán deseados, requeridos, necesitados por otras personas, dispuestas a pagar por ellos. El empresario produce vienes “valiosos” para poderlos vender a los clientes interesados en ellos. El consumidor es el rey, el que manda, pues con su compra nos dice que un producto es valioso, y que vale la pena producirlo (o no).

El razonamiento es sencillo: “Produzco algo a un costo determinado, y si lo vendo a un precio mayor, la diferencia que obtengo es la ganancia” Esto se sustenta en la soberanía del consumidor es decir, el cliente es el soberano para elegir que compra y a quien (o que no compra o a quien no) y en “la generación de costos de oportunidades decir, si obligamos a un ciudadano a hacer algo que nosotros establecemos por Ley, pero él no quiere, le estamos anulando la oportunidad de ejercitar su libertad y tomar la decisión a él, ¡aunque lo que le impongamos sea bueno para él y para la sociedad!

  1. ¿Si preguntan en la gestión pública o en el aparato público? La cosa no es tan clara sobre quien define “lo valioso”. :
  2. En un gobierno de izquierda hay sectores nacionalistas que creen que el Estado debe generar lo que es valioso para el ciudadano, para “el pueblo”, y decirle “esto es valioso para ti”. Así, los que están en el gobierno quieren señalar que es lo valioso, como por ejemplo, que deben de estudiar los hijos de los demás ciudadanos, o qué deben de consumir en la programación televisiva, o con qué divertirse.
  3. Al otro extremo, el gobierno de los liberales, que creen que el valor lo debe generar la iniciativa privada. Así, al llegar al gobierno, buscan imponer que el Estado no debe intervenir y por consiguiente los funcionarios o gestores públicos no pueden, ni deben competir con la empresa privada, para calificar o generar valor alguno.

En la actualidad, estamos en una posición cercana la de los liberales[1]: Actualmente prima la idea que, la actividad privada debe encargarse de generar valor y el Estado solo debe de redistribuir la riqueza generada por la actividad privada. Si -pese a todo lo expuesto- es necesario que el funcionario público genere algún valor, entonces, debe hacerlo subsidiariamente, para afectar lo menos posible  “la soberanía del consumidor” y “la generación de costos de oportunidad” en el ciudadano

Por todo lo anterior, el funcionario o gestor público está obligado ética y funcionalmente a decidir y mostrar los resultados valiosos obtenidos con su trabajo, de forma tal que acrediten y compensen dichas afectaciones al ciudadano (así, este entenderá que sí valió la pena dejar de hacer algo para sí, pues sus impuestos estuvieron muy bien utilizados)

Aclaramos: la noción de “valor público” puede tener diversas redacciones, rótulos, denominaciones: satisfacción de necesidades básicas, bienestar general, beneficio social, etc., aunque tenga el mismo contenido sustancial.

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NOTA 1:  La lógica imperante nos dice que, el Estado tiene dinero mediante la coerción tributaria que ejerce sobre el ciudadano para que pague sus impuestos. Con ello:

1.- El ciudadano sufre un costo de oportunidad: El pagar (obligado) mis impuestos, hace que yo no destine ese dinero a algo que sí quiero o me gusta más, perdiendo esa ocasión de hacerlo, y

2.- Se afecta mi soberanía del consumidor: Ya no puedo hacer una compra voluntaria mediante la cual yo determino que es bueno y valioso para mí. Para ejercer esta presión tributaria, el funcionario público hace uso de dos recursos escasos: Autoridad estatal y dinero.  (Como ambos son recursos que se generan en los ciudadanos -para seguir coaccionando a los ciudadanos- se debe hacer buen uso de ambos).

 

GESTOR PUBLICO: PSICOLOGÍA POSITIVA PARA MOTIVAR MAS.

He recibido muchas menciones positivas respecto a mi carácter y a la predisposición de centrarme en lo bueno que tienen las personas y en los problemas que presentan las situaciones. Esta  apuesta personal en cada acto de gestión  -aprendidas en mis lecciones del PES con los discípulos de Carlos Matus-  me ha traído múltiples satisfacciones, y por ello, esas ideas las busco compartir hoy, actualizando la información que voy encontrando, leyendo, aplicando exitosamente.   

Por mi experiencia de vida he concluido que, al llegar a una institución pública, lo que más choca  no son los problemas organizacionales, administrativos o presupuestales, sino el mal clima laboral reinante en ellos: los chismes, intereses subalternos y otras bajezas que no es el caso enumerar. Debo precisar que, en más de una ocasión, a pesar de tener una posición expectante, preferí retirarme de mi centro de trabajo por ese mal ambiente. Hay una especie de “salario emocional” que el dinero no puede comprar, alquilar, compensar. Y no es infrecuente, escuchar que algunos colaboradores se refieren a otros, de modo peyorativo, denominándolos locos, depresivos, psiquiátricos y demás.

También por la experiencia de vida puedo asegurar que, un trabajo sincero y transparente, permite al gestor público desarrollar una especie de “salario emocional” que es clave para reconvertir a las personas más negativas o montubias, en colaboradores sinceros, y evita la fuga de talentos valiosos para las organizaciones públicas.

Cuando una persona nos refiere que visita a un psicólogo, inmediatamente pensamos “está mal de la cabeza” y nos alejamos un poquito. Ello, por la noción profana que tenemos de, la psicología como una ciencia de la salud encargada de tratar patologías  y desordenes relacionados con el comportamiento humano.  Confirmando esa noción profana, la Psicología Organizacional y/o del Trabajo se ha concentrado en ver temas de estrés y conflictos en centros laborales, ausentismo y rotación laboral, etc. y otros aspectos negativos que son muy usuales en los centros laborales, especialmente en las organizaciones públicas.

Con gran alegría acabo de tomar conocimiento que hay una nueva rama de la psicología que tiene una visión más optimista de la persona y por tanto prefiere enfocarse más en ver las oportunidades, creatividad, responsabilidad y otros factores del comportamiento y organizacional que, cada vez más, se reclaman como esenciales para un buen desempeño laboral en los trabajadores y funcionarios públicos. Y esta rama tiene bases académicas y científicas gracias a Martín Seligman de la Universidad de Pensilvania y a Tal Ben Shahar de la Universidad de Harvard que han trabajado mucho en lo que ahora se conoce como Psicología Positiva.  Dejamos alguna referencia académica seria, no las cosas que corren por facebook (NOTA 2)

Cómo gestor, considero que esta rama llenará un gran vació en las organizaciones públicas, donde el tema motivacional pareciera pasar por el uso de motivadores externos o materiales (la entrega de premios en dinero, viajes, etc. pese a que está prohibido por diversas disposiciones presupuestarias y de austeridad de las organizaciones públicas).  Por eso, los gestores públicos, debemos de concentrarnos en el tema motivacional interno y de calidad de la vida laboral, como lo vimos en el artículo  EN UN GOBIERNO TECNOCRÁTICO ¿las remuneraciones en el sector público, motivan o desmotivan a ser funcionario público?.

Para finalizar, creo que es bueno reiterar: los gestores públicos  debemos aprovechar mejor estos conocimientos de la psicología positiva, que complementarán los avances que ya hay en temas de liderazgo y motivación en el management, y en los temas de filosofía, como la frónesis (que ya vimos en el artículo GESTOR PUBLICO. TRABAJAR PARA SER Y HACER FELIZ: FRÓNESIS). 

 

NOTA 2.- SALANOVA, Marisa. Y otros. 2004 “Psicología Organizacional Positiva”. En: PALACI DESCALS, Francisco José (Coordinador). Psicología de la Organización. Pearson. Prentice Hall. Pp. 349 a 376.

KAUFMANN, Geir. 1996 “Solución de problemas y creatividad”. En: SUBIRATS, Joan y BRUGUÉ, Quim (Coodinadores). Lecturas de Gestión Pública. Serie: Administración General. Ministerio de Administraciones Públicas. Pp. 201 a 231.

CARLOS MATUS ROMO, SECTOR PUBLICO, INNOVACION

o también: LA VIGENCIA DEL MÉTODO PES PARA LOS GESTORES PÚBLICOS PERUANOS, DEL PERIODO DE GOBIERNO 2016-2021. (PARTE III)

Hoy, 19 de noviembre del 2016, a 85 años de su nacimiento, quiero rendir un homenaje al maestro que no conocí personalmente, pero del que aprendí a través de sus escritos y de sus discípulos: Carlos Matus Romo.

Me atrevo a llamarlo “Maestro” porque de su historia como gestor público y de producción académica para los gestores públicos latinoamericanos, hallé la motivación, los métodos y los instrumentos para mi trabajo diario en el sector público peruano. No sé si lo he logrado, pero siempre el esfuerzo ha sido trabajar siempre en algo nuevo; trabajar para hacer lo cotidiano mucho mejor que la última vez; y trabajar para encontrar soluciones a los problemas reales y sencillos que nos aquejan a los ciudadanos.

 

Cuando estudiaba mi maestría de gestión pública en la PUCP, tuve un profesor que había estudiado en Chile y de allí compartió su saber sobre el Método de Planificación Estratégica Situacional de Carlos Matus, que fue un método que nos dejo a muchos impresionados por el potencial que demostraba, para solucionar los problema que muchos de nosotros teníamos en le trabajo. Este era Carlos Matus y el método PES.

Me produjo tamaña impresión saber que esas enseñanzas que nos entusiasmaban, eran de Carlos Matus Romo, quien había sido el Ministro de Economía de Salvador Allende (Si, el Presidente chileno comunista que había llevado a su país a un desastre económico y facilitado así la toma de poder violenta por parte de las fuerzas armadas de su país, con Arturo Pinochet a la cabeza).   ¿Un ministro que fue parte del descalabro de su país, había creado algo realmente bueno? Era como decir que Cesar Vásquez Bazán, el ministro de economía del primer gobierno de Alan García, que llevó al Perú a una hiperinflación, luego fuese… premio a las BPG: Buenas Practicas Gubernamentales!

Me produjo una contradicción interna saber que Carlos Matus Romo había sido un hijo de una familia acomodada, había sido oficial de la Marina de Guerra de su país, y había conseguido un Magister Public Administration-MPA en la Universidad de Harvard. ¿Cómo un niño bien, que estudió en Harvard termina de ministro de economía de un gobierno comunista? Era como pensar que PPK fuese ministro del MEF en un futuro gobierno de… Verónika Mendoza!!!

Me produjo admiración saber que, luego de que el General Pinochet derrocó a Salvador Allende en 1973, Carlos Matus estuvo detenido por dos años en los campos de concentración, donde muchos perdían la vida o “desaparecían”, y que allí empezó sus reflexiones para entender las razones del fracaso de su propuesta electoral y de gobierno. Y empezó, en prisión, a escribir, sobre la planificación de situaciones, sustento inicial de lo que ahora conocemos como Método PES. ¿Qué fuerza moral e intelectual tiene alguien que puede ser “desaparecido” por comunista, e inicia una reflexión personal, profunda y sincera, para entender la razón de su fracaso? Trato de pensar en los políticos peruanos y en nuestras autoridades, que fracasan estrepitosamente y nunca tienen una palabra de disculpa, nunca hacen un esfuerzo de mejora! Y encima, los votamos y elegimos… nuevamente!! 

Me produjo entusiasmo saber que Carlos Matus, detenido inmediatamente luego del golpe de 1973, y después de 2 años en campos de concentración, en 1975 fue liberado y acogido en Venezuela en 1975, e inmediatamente se integró a la Universidad Central, donde empezó a perfeccionar el Método PES y a aplicarlo…. Exitosamente!

 

El profesor de la maestría de la PUCP nos contó de sus experiencias con el Método PES, compartió dudas e inquietudes de los alumnos, y así esclareció que, efectivamente: 

1.- El Método F.O.D.A y conceptos tales como “visión” y “misión” podían ser muy útiles en organizaciones privadas, pues respondían a su naturaleza empresarial, donde había más libertad para innovar y responder a un público de necesidades cambiantes, en un mundo cambiante. Pero, conforme el Método PES de Matus, en el sector público la ciudadanía no espera que le hables de “oportunidades” o “fortalezas” institucionales, sino buscan saber de los “problemas” cotidianos que ellos tienen en su vida diaria, y cómo se van a solucionar. Por eso, el Método PES, se basa en problemas (En los problemas ciudadanos!). Innovación es, diseñar un método de planificación centrado en lo que importa realmente: las personas (no las organizaciones!)

2.- El Método F.O.D.A. al contrastar O.D y F.A (Oportunidades y Debilidades, con Fortalezas y Amenazas, respectivamente), te genera cuatro (4) campos donde se ubican las alternativas estratégicas que no siempre están centradas en quienes interesan realmente: los ciudadanos; ni siempre son alternativas viables, al alcance de los gestores públicos. Pero, conforme el Método PES de Matus, se hablan de:

2a) De tres niveles horizontales de gestión: 1.- Los problemas que yo puedo solucionar, porque están en mi campo de acción; 2.- Los problemas que no puedo solucionar directamente, pero en los que puedo influenciar; 3.- Los problemas que están fuera de mi esfera de solución o influencia.  

2b) De tres factores de acción vertical: 1.- Flujos; 2.- Acumulaciones y 3.- Reglas. Estos tres factores hacen referencia a la intensidad del accionar, que se aplica sobre los tres niveles horizontales, creando así 9 campos de posible accionar estratégico.

Innovación es evidenciar que la planificación no se hace sólo en solo 4 campos, sino que hay la posibilidad de trabajarlas en 9 campos (lo que implica más posibilidades y grados diferenciados de acción personalizada).

3.- El Método F.O.D.A. es muy útil para planificar muchas situaciones, pero no siempre es aplicable o adaptable a la naturaleza y a los fines de la gestión pública. El Método PES nació de gestores públicos, se probó en el sector público latinoamericano, y personalmente lo apliqué en diversas situaciones en el JNE, en la AMAG, en Despacho de Presidencia, en PRODUCE, etc. (algunas de esas situaciones ya explicadas en la parte final de mi artículo denominado: La vigencia del Método PES para los gestores públicos peruanos, del periodo de gobierno 2016-2021. (Parte II)[1] A ello me remito.)

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[1] http://blog.pucp.edu.pe/blog/jfalconi/2016/08/02/la-vigencia-del-metodo-pes-para-los-gestores-publicos-peruanos-del-periodo-de-gobierno-2016-2021-parte-ii/

¿PORQUÉ NO INNOVAMOS EN EL SECTOR PÚBLICO?

Es fácil encontrar escritos de consultores en temas de gestión que, con gran estilo, hablan de las virtudes de la innovación, de la necesidad de su aplicación en la gestión pública, de las posibilidades de su aplicación en un corto plazo. ¿Cuantos de ellos han tenido verdaderos cargos de dirección y gestión pública, y verdaderamente han aplicado lo que pregonan?

 

La RAE define la palabra “innovación” como:

Acción y efecto de innovar. Creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado”.

En ese sentido, la OCDE, en el año 2009, precisaba al respecto:

Aplicación de una nueva o significativa mejora de un producto (bien o servicio) o proceso, un nuevo método de comercialización, o un nuevo método de organización en las prácticas de negocio, lugar de trabajo o en las relaciones externas

Y el Cabinet Office Británico, allá por el año 2005 precisaba para el sector público:

La eficacia del gobierno y de los servicios públicos dependen del éxito de la innovación para desarrollar mejores modos de responder las necesidades, de resolver los problemas y de usar bien los recursos y las tecnologías. La innovación se considera a veces un lujo prescindible o una carga adicional. Debe ser considerado como una actividad básica[1].

En las organizaciones públicas, peruanas o no, la innovación es un accionar no muy frecuente.

Y es que, las organizaciones públicas peruanas nos hemos acostumbrado a cumplir formalmente “la misión” que estableció la ley de creación, en estricta aplicación del principio de legalidad. En base a este principio de legalidad, el funcionario será evaluado por la CGR o el OCI, por lo que sí es importante seguir cumpliendo con “la misión” legalmente vigente. Y así no hay motivación, ni incentivo, ni margen de espacio para gestionar, aplicando criterios discrecionales en búsqueda de eficacia, eficiencia y economía (las famosas 3E), ni hay motivación, ni incentivo, ni margen de espacio para proceder a evaluar si las instituciones responden realmente a las necesidades ciudadanas o sociales vigentes.

Pero además de una explicación anterior, creemos que no hay innovación en las organizaciones públicas, porque no está en nuestro ADN como ciudadanos, porque vivimos una crisis institucionalizada[2] y del modelo de sociedad que queremos[3], ya que:

.- Hay desapego de la política y en forma de hacer política. Los ciudadanos buscan outsiders que respondan las nuevas exigencias sociales, nuevas formas de para articular lo publico y lo privado, y apuestan por candidaturas desconocidas etc.

.- No hay un liderazgo público evidente, porque no tenemos lideres, autoridades, o políticos representativos del sentir y la necesidad ciudadana.

.- Los ciudadanos no participan en el desarrollo de la comunidad, del bien público. Los ciudadanos dejan espacios que son copados por quienes se auto titulan legítimos representantes de la “sociedad civil”, pero que siguen una estrategia política o ideológica.

.- Vivimos tiempos en que se difumina la frontera tradicional entre lo público y lo privado. Los lideres, los técnicos ni los ciudadanos pueden decir con claridad y precisión “esto es X o eso es Y, “Esto lo hace el gobierno, eso la empresa”.

.- La ciudadanía ya no quiere esperar, ni al Estado, ni a la empresa privada: le importa superar sus necesidades básicas, aunque para ello deba tomar carretera, hacer bloqueos, paros, huelgas indefinidas, y disfrazarlas de “democracia participativa” para ocultar la comisión de delitos, como es tomar rehenes para presionar “negociaciones” con el Gobierno Central.

.- No hay políticas públicas ni centros de capacitación innovadoras para los funcionarios públicos para sensibilizarlos y promover, seriamente, iniciativas público-privado, obras por impuestos, etc. Ya no es solo utilizar lo que se genera en lo público o en lo privado: es co-generar, co-producir, co-participar, co-laborar público-privado.

Creo que hay practicas de trabajo rutinarias, aburridas, para atender los problemas cotidianos y recurrentes, y que dejan a los directivos públicos un escaso margen de autonomía o maniobra, para atender los problemas estratégicos de las organizaciones. Pese a lo anterior, no veo necesario hablar de “la nueva gestión pública” o de otro modelo de gestión en torno a procesos flexibles, gestión de resultados, o creación de valor, para hablar de innovación en el sector público.

A raíz de la experiencia de 15 años de trabajo en el sector público, soy firme creyente en el dicho “Más hace el que quiere, que el que puede”. Así, creo firmemente que, los funcionarios públicos podemos –desde nuestras funciones- establecer los mecanismos de gestión adecuados para responder, de modo inmediato, al constante desarrollo y cambio social, y así responder con calidad y efectividad a las nuevas demandas de la sociedad.

Reitero y aclaro: Creo que nosotros, los funcionarios públicos, podemos innovar, desde nuestras funciones, con el marco legal y funcional existente; creo que no necesitamos establecer una estructura organizacional nueva, ni realizar transformaciones radicales sobre el proceso y el resultado, como recomiendan algunos consultores.

Creo entonces, que innovación en el sector público puede verse como el desarrollo y producción de ideas y prácticas, de productos y procesos cotidianos, que sean novedosos, útiles, efectivos, que se desarrollan en el ámbito de la gestión pública, para:

.- La consecución o mejora de políticas públicas que satisfagan mejor las necesidades y demandas sociales con deseabilidad política aceptada, consensuada.

.- La defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos, con el objetivo de mantener la cohesión social (y preservar y mejorar nuestra democracia).

.- El logro o mejora de unos servicios públicos de mayor calidad, y con una orientación de servicio a la ciudadanía y a las empresas, generando así mayor valor social,

.- Satisfacer los problemas, necesidades y demandas de/con los ciudadanos, de/con la sociedad, promoviendo así cambios sociales cumpliendo así un servicio público transparente, participativo y colaborativo orientado al bien común, a los intereses generales.

.- La mejora de la asignación y la utilización eficaz y eficiente de los recursos públicos en generar mayores cuotas de bienestar, de calidad de vida de las personas y grupos sociales reconocidos como legítimos destinatarios.

.- Generar una administración publica donde haya participación de todos los agentes, para planificar la estrategia (esta es definida, consensuada y comunicada), la que se adapta a la dinámica social vigente, y se evalúan los resultados y los impactos, y –de ser el caso- también se comparten los riesgos y las recompensas que genere una innovación exitosa.

Todo ello, necesariamente, supone una mejora de las condiciones preexistentes a la actuación cotidiana de la administración y una mejora en las relaciones Estado-ciudadano.

 

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[1] http://ictlogy.net/lo/eadministracion/?cat=522

[2] La crisis se aprecia cuando el mismo Despacho de la Presidencia de la República, puede ser infiltrado fácilmente por personajes siniestros y corruptos, que logran designaciones especiales como asesores presidenciales.

[3] Algo falla sí l 72% de los peruanos son tolerantes a la corrupción, sí el mayor problema es la inseguridad ciudadana.