Trabajé este tema hace más de 10 años, cuando asumí la Secretaría General de una gran institución. Hoy, varios gobiernos después, retomo el tema, pues veo que persiste el desconocimiento de este concepto. En este tiempo, he pasado diversas experiencias de vida y de gestión, que compartidas con muchos colegas, han resultado reflexiones -muchas muy válidas y meritorias- que merecen no perderse.
¿Qué es un “valor”? Según la RAE “valor” es el grado de utilidad o aptitud de las cosas, para satisfacer las necesidades, para proporcionar bienestar o deleite. Lo valioso es una cualidad de las cosas u acciones, que permite apreciarlas o considerarlas útiles, aptas para satisfacer necesidades en las personas.
¿Qué es “valor” para mí? ¡Es aquello que yo considero valioso! Para mi es más valioso ese reloj viejito y que se retrasa, porque me lo regaló mi padre, que el reloj de titanio importado, que me regalaron los colegas y amigos al retirarme de una institución.
Lo que yo considero valioso, puede no ser “valioso” para otra persona. Así, el valor es algo subjetivo, y cada uno determina la valía de una cosa, acción o palabra. Es un concepto subjetivo e indeterminado (que cada persona debe de llenarlo de contenido según sus creencias, apetencias, necesidades, etc.).
¿De qué valor hablamos hoy? ¡Depende! Depende de quién, donde, cuando, cómo y porqué lo pregunte.
- ¿Si preguntan en la gestión privada? Sabemos que el empresario tiene un objetivo: ganar dinero. Y para ello busca y define que es “valioso”, produciendo bienes y servicios que considera que serán deseados, requeridos, necesitados por otras personas, dispuestas a pagar por ellos. El empresario produce vienes “valiosos” para poderlos vender a los clientes interesados en ellos. El consumidor es el rey, el que manda, pues con su compra nos dice que un producto es valioso, y que vale la pena producirlo (o no).
El razonamiento es sencillo: “Produzco algo a un costo determinado, y si lo vendo a un precio mayor, la diferencia que obtengo es la ganancia” Esto se sustenta en la “soberanía del consumidor” es decir, el cliente es el soberano para elegir que compra y a quien (o que no compra o a quien no) y en “la generación de costos de oportunidad” es decir, si obligamos a un ciudadano a hacer algo que nosotros establecemos por Ley, pero él no quiere, le estamos anulando la oportunidad de ejercitar su libertad y tomar la decisión a él, ¡aunque lo que le impongamos sea bueno para él y para la sociedad!
- ¿Si preguntan en la gestión pública o en el aparato público? La cosa no es tan clara sobre quien define “lo valioso”. :
- En un gobierno de izquierda hay sectores nacionalistas que creen que el Estado debe generar lo que es valioso para el ciudadano, para “el pueblo”, y decirle “esto es valioso para ti”. Así, los que están en el gobierno quieren señalar que es lo valioso, como por ejemplo, que deben de estudiar los hijos de los demás ciudadanos, o qué deben de consumir en la programación televisiva, o con qué divertirse.
- Al otro extremo, el gobierno de los liberales, que creen que el valor lo debe generar la iniciativa privada. Así, al llegar al gobierno, buscan imponer que el Estado no debe intervenir y por consiguiente los funcionarios o gestores públicos no pueden, ni deben competir con la empresa privada, para calificar o generar valor alguno.
En la actualidad, estamos en una posición cercana la de los liberales[1]: Actualmente prima la idea que, la actividad privada debe encargarse de generar valor y el Estado solo debe de redistribuir la riqueza generada por la actividad privada. Si -pese a todo lo expuesto- es necesario que el funcionario público genere algún valor, entonces, debe hacerlo subsidiariamente, para afectar lo menos posible “la soberanía del consumidor” y “la generación de costos de oportunidad” en el ciudadano
Por todo lo anterior, el funcionario o gestor público está obligado ética y funcionalmente a decidir y mostrar los resultados valiosos obtenidos con su trabajo, de forma tal que acrediten y compensen dichas afectaciones al ciudadano (así, este entenderá que sí valió la pena dejar de hacer algo para sí, pues sus impuestos estuvieron muy bien utilizados)
Aclaramos: la noción de “valor público” puede tener diversas redacciones, rótulos, denominaciones: satisfacción de necesidades básicas, bienestar general, beneficio social, etc., aunque tenga el mismo contenido sustancial.
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NOTA 1: La lógica imperante nos dice que, el Estado tiene dinero mediante la coerción tributaria que ejerce sobre el ciudadano para que pague sus impuestos. Con ello:
1.- El ciudadano sufre un costo de oportunidad: El pagar (obligado) mis impuestos, hace que yo no destine ese dinero a algo que sí quiero o me gusta más, perdiendo esa ocasión de hacerlo, y
2.- Se afecta mi soberanía del consumidor: Ya no puedo hacer una compra voluntaria mediante la cual yo determino que es bueno y valioso para mí. Para ejercer esta presión tributaria, el funcionario público hace uso de dos recursos escasos: Autoridad estatal y dinero. (Como ambos son recursos que se generan en los ciudadanos -para seguir coaccionando a los ciudadanos- se debe hacer buen uso de ambos).