SOBRE LAS PROPUESTAS EXISTENTES DE “REFORMA ELECTORAL”

En un artículo anterior debatíamos la necesidad de priorizar entre una reforma electoral o una política. Sosteníamos, coincidiendo con el profesor Carlos Meléndez que, no solo había necesidad de una reforma sustantiva de las reglas de juego que norman las elecciones y la vida partidaria, sino la urgencia de un “shock institucional” que erija instituciones políticas acordes a los necesidades y desafíos de crecimiento económico y cohesión social. Ahora que ya se constituyó en el Congreso de la República una Subcomisión de Reforma Electoral, ¿vamos en ese camino?

Dentro de la Comisión de Constitución del Congreso de la República, se ha instaurado una Subcomisión de Reforma Electoral, y ello ha abierto la cancha para que el debate público sobre el tema se abra, y ya se tiene la base para ello, pues tenemos sobre que debatir.  En efecto, según el Jurado Nacional de Elecciones, la reforma electoral comprende cuatro leyes que buscan mejorar el sistema electoral peruano: la nueva Ley de Partidos Políticos, la nueva Ley de Derechos de Participación Ciudadana y Control Ciudadano, el Código Electoral y el Código Procesal Electoral.

En base a lo anterior, en noviembre del 2011 el JNE presentó los proyectos de Nuevo Código Electoral y Nuevo Código Procesal Electoral6 y después, en mayo del 2013, la ONPE y el RENIEC presentaron los proyectos de la Nueva Ley de Partidos Políticos y la Nueva Ley de Participación y Control Ciudadanos. Y siguiendo con las propuestas de “reforma electoral”, hace unas semanas, la Asociación Civil Transparencia, presentó al Congreso de la República, una propuesta de 32 iniciativas, para hacer cambios en la legislación electoral.

Hoy vamos a referirnos  al Proyecto de Ley de Partidos Políticos que, el Presidente del Jurado Nacional de Elecciones, mediante Oficio N 1826-2013-P/JNE del 03 de diciembre del 2013, dirigió al entonces Presidente del Congreso de la República Fredy Otárola Peñaranda, donde ponía en su conocimiento que:  “luego del trabajo conjunto entre los organismos electorales, Jurado Nacional de Elecciones, Oficina Nacional de Procesos Electorales y Registro Nacional de Identificación y Estado Civil, se ha consensuado una iniciativa que propone sustituir la Ley N 38094, Ley de Partidos Políticos. Esta propuesta tiene como objetivo central fortalecer los partidos políticos peruanos creando el marco adecuado para su desarrollo en mejores condiciones de institucionalidad, democracia interna, equidad y transparencia”.

En efecto, reiteramos: este proyecto correspondía al documento que, mediante el Acuerdo del 30 de octubre de 2013 suscrito por los cinco integrantes del Pleno del Jurado Nacional de Elecciones, aprobaba la propuesta de Proyecto de una nueva Ley de Partidos Políticos, que consta de la respectiva Exposición de Motivos y de un cuerpo legal compuesto por 41 artículos, pues el citado documento precisa: “La iniciativa legislativa derogaría la Ley N 28094 y sus modificatorias, y la reemplazaría por una nueva Ley de Partidos Políticos”.

Como dijimos lineas arriba, el referido Oficio N 1826-2013-P/JNE, también está suscrito por el Jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales-ONPE, y el Jefe del Registro Nacional de Identidad y Estado Civil-RENIEC.    En conclusión, el Proyecto de Ley N 3060-2013-JNE ha sido elaborado y aprobado por el Pleno del JNE, pero ha sido hecho suyo por los Jefes de la ONPE y del RENIEC[, y en consecuencia representa el diagnostico, análisis y propuesta de cómo es y cómo debe ser y funcionar un partido político y el sistema de partidos, desde la perspectiva de todos y cada uno de los organismos integrantes del Sistema Electoral.

Por cierto, la lectura del referido Proyecto nos sirve para explicar también, cual es la visión -o cosmovisión- que tienen y manejan actualmente los que dirigen los organismos electorales, al momento de interactuar con la vigente Ley de Partidos Políticos N 28094 y eso puede explicar el mal desempeño de estas instituciones electorales en las Elecciones Generales 2016.

Ahora que las autoridades electorales hablan de “reforma electoral”, que incluso dictan conferencias sobre ese tema (como la que hizo el JNE en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos), y que varios de hábiles abogados que trabajaron como destacados profesionales en el JNE opinan favorablemente sobre este y otros proyectos de reforma electoral, me limito -modestamente- a  realizar dos cosas:

1.- Recomendar a ud. querido lector, que lea con cierto detenimiento estos proyectos de ley, con ojo crítico  y mente abierta, y verá que todo el esfuerzo se basa en tratar de normar partidos políticos como lo fueron el APRA, AP, DC u otros, en sus mejores momentos (es decir, a mediados del siglo pasado)

2.- Adherirme plenamente a la visión realista, crítica expresada en la  opinión del profesor Carlos Meléndez en su artículo Reformas bicentenario, en la página A31 de el diario El Comercio del 10 de septiembre del 2016 donde señala que:

“Nuestras instituciones políticas y el debate de los “reformologos” están anclados en el siglo pasado. Para mas inri, las “recetas” importadas para solucionar nuestra aguda crisis de representación terminan siendo inútiles y dañinas, pues corresponden a estadios de crisis menores que anteceden a nuestra situación actual”.  

El citado autor agrega que, es necesario cambiar las premisas desde donde se piensa la reforma política y abandonar los falsos dilemas que entrampan el debate: “Ninguna de las iniciativas de las autoridades electorales y de las ONG (Transparencia) incorporan estos objetivos sine qua non en sus propuestas.

El primer paso es cuestionar los axiomas sobre los partidos políticos contemporáneos y su relación con la ciudadanía. Los partidos no volverán a ser jamas estructuras piramidales cohesionadas en torno a grandes dogmas o ideologías, sino “marcas partidarias” mas ligeras en cuanto a organización y semblante programático. Los militantes partidarios, también eclipsados, han sido reemplazados -en el mejor de los casos- por simpatizantes eclécticos cuya “lealtad” ha de conquistarse permanentemente.

El segundo paso es tira bajo falsos dilemas, correspondientes a una visión anticuada y caduca de las instituciones políticas. ¿Unicameralismo o bicameralidad?, ¿Listas abiertas o listas cerradas para la elección de parlamentarios?, ¿Financiamiento público o financiamiento privado?, ¿Partidos fuertes o partidos débiles? Las propuestas e iniciativas de reforma yerran al decantarse a críticamente por alguna de las opciones anteriormente demarcadas.

(…)

El poscolapso partidario del Perú  actual es el futuro hacia donde se proyectan países latinoamericanos con baja institucionalización política. Tenemos, entonces, la posibilidad de innovar soluciones institucionales y el deber de hacerlo con tecnicismo, mesura y sin prejuicios”

En siguientes artículos, expondremos nuestra visión crítica con respecto a cada una de las propuestas realizadas por los organismos electorales, las ONG y las contrastaremos con el decir de los “reformólogos” y los “opinólogos”, con quienes discrepamos.

 

 

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