EL COMERCIO del 20 abril 2008 publicó una nota de Norka Peralta titulada “La verdad sobre el uranio en Puno” que acá reproducimos , ampliando así los antecedentes de nuestra información anterior en este blog “Comienza la explotación de uranio en Puno“
Hay toda una historia en torno a la búsqueda de uranio en el Perú que se mezcla con la guerra fría, el espionaje y secretos de estado. Las primeras misiones son de fines del 40 y están involucrados los estadounidenses y los ingleses, por su puesto hay también un informe sobre esto de la época del gobierno militar de Velasco.
Aquí la nota anunciada:
“Las casas de Corani están hechas de adobe, piedras y uranio. En realidad, el uranio está por todas partes, en el paisaje plagado de rocas gigantescas; en el suelo donde pastan llamas y alpacas, en las piedras con las que los pobladores separan sus propiedades y se mezcla con el musgo que crece entre las colinas. Por eso, las casas tienen esas manchas de color amarillo intenso que distingue al uranio, un material radiactivo que en su forma natural no es contaminante, a decir de los expertos.
Corani, en la provincia de Carabaya, a 256 kilómetros al norte de la ciudad de Puno, posee una de las mayores reservas de uranio en esa región. Sin embargo, allí la minería no podrá desarrollarse porque se trata de un lugar habitado y las leyes lo prohíben.
Por ello, actualmente Contact Energy Perú S.A.C., Minera Frontera Pacífico Perú S.A., y Colibrí Mining North S.A.C., las tres mineras que realizan estudios de exploración del uranio en Carabaya, visitan a los comuneros e intentan una relación cordial, pero los pobladores se resisten. Temen a la contaminación cuando se dé la extracción de este mineral, que se ha convertido en la gran alternativa para la producción de energía cuando las reservas de petróleo se extingan. Eso parece importar poco en Corani, que carece de energía eléctrica en gran parte del distrito y de una buena carretera de acceso.
Hace siete años se desató en la zona una fiebre por este mineral. Minera Peruran S.A., una minera que ahora nadie parece recordar, habría motivado que la población buscase intensamente el uranio. Luego de comprar una cantidad no determinada del mineral, este fue llevado a un depósito en la calle 8 de diciembre 618 del barrio Túpac Amaru, en Macusani, capital de Carabaya. Allí ha permanecido durante siete años, en un cuarto tapiado con un muro de adobe. Nadie se explica el porqué del abandono.
De acuerdo con un informe de inspección de seguridad radiológica de uranio en Corani y Macusani, realizado por la Oficina Técnica de la Autoridad Nacional del Instituto de Energía Nuclear (IPEN), la radiación que emite el uranio almacenado no es peligrosa para la población aledaña, aunque se recomienda retirar el material de la zona. El mencionado informe del IPEN data de setiembre del año pasado. El Comercio pudo comprobar que el depósito de Peruran sigue en el lugar. Muy cerca funciona el colegio Julio Gabancho Enríquez.
Hace más de un año, Contact Energy inició sus estudios de exploración en la zona. Entonces, hubo quienes intentaron venderle el uranio depositado. La empresa se negó a adquirir el material porque hacerlo hubiese significado el impulso de la minería informal del uranio.
Hoy, los voceros de Contact Energy creen que la comercialización informal del uranio es casi imposible porque es difícil encontrar el mineral en la superficie, por lo que actualmente las mineras, en su fase de exploración, usan equipos cuyo implemento principal es un largo tubo de metal que penetra varios metros bajo tierra para sacar muestras de piedras que contienen el uranio. El posterior estudio de esas muestras determinará la calidad del uranio.
La otra razón es que el uranio solo sirve para generar energía nuclear que, salvo el IPEN, nadie más está preparado para producir en el Perú. Eso al menos creen Contact Energy y el ingeniero Renán Ramírez, del IPEN. El físico nuclear Rolando Páucar Jáuregui, presidente del Instituto de Investigación para la Energía y Desarrollo (Iedes), es de otra opinión. Según él, los mecanismos de control del material radiactivo son nulos en el país, por lo que la salida clandestina del uranio por carretera o aeropuertos; así como su comercialización, podría tener fines menos lícitos y se atreve a mencionar la aplicación de este material en el uso de las denominadas ‘bombas sucias’. Basta recordar que hace menos de un mes, las noticias dieron cuenta que las FARC estaban adquiriendo uranio para fabricar ‘bombas sucias’, que no es otra cosa que una bomba casera diseñada para dispersar un material radiactivo a través de una explosión. Según Páucar, la fabricación de una ‘bomba sucia’ es mucho más simple de lo que se cree.
Otro aspecto que le preocupa a Paúcar es el hecho de que no exista una ley que norme los aspectos relacionados con la explotación de material radiactivo, como el uranio, sobre todo ahora que dicha actividad parece a punto de despegar en el país. Contact Energy estima que en unos tres años podría ingresar a la etapa de explotación de las 500 hectáreas de su yacimiento. La minería de minerales radiactivos está normada únicamente por la Ley General de Minería.
En tanto, en Carabaya parece ‘cocinarse’ lo que ya ha sucedido en otros puntos del país donde se desarrollan actividades extractivas sin presencia del Estado: un nuevo conflicto social. Tanto la población de Corani, como las mineras y la Municipalidad Provincial de Carabaya demandan la presencia del Estado para regular y promover una convivencia pacífica, algo que, incluso ahora que no se inicia la explotación del uranio, parece ser un hilo delgadísimo.”