Los tres países tienen una amplia tradición minera, sin embargo sus sistemas políticos, marcos legales e institucionalidad son muy distintos. En breve podríamos decir que en Chile hay una mayor estabilidad institucional, mientras en Bolivia ocurre todo lo contrario. Por su parte el Perú es un caso especial si tenemos en cuenta que recién a mediados de los 90 culmina una etapa de crisis y guerra interna y empieza una reinstitucionalización primero autocrática y luego democrática.
Paralelamente habría que señalar que la última década del siglo XX fue de precios estables y bastantes más bajos que los posteriores al 2000 (Index Mundi). Crecimiento además asociado con el extraordinario desarrollo de la economía China, la nueva fábrica del mundo.
De otro lado los datos proporcionados por los Institutos de Estadística de cada país no son del todo compatibles, pero vistos como tendencia permiten hacer algunas apreciaciones comparativas.
La producción minera en Chile parece poco afectada por los cambios en los precios internacionales. Hay una tendencia constante de incremento de la producción que en todo caso parece haberse estabilizado al final de la última década. Es probable sin embargo que en los próximos años, con los cambios que opere el gobierno de Piñera haya una recuperación de la producción.
El Perú muestra una primera recuperación de la producción minera, luego de una baja como consecuencia de la crisis y la guerra de los 80, que puede considerarse como una vuelta a los niveles de producción previos. Es posible sin embargo, que esta recuperación haya sido acelerada por las enormemente favorables condiciones que el gobierno de Fujimori dio para las inversiones mineras, y que en lo básico continuaron vigentes en los años siguientes. Al igual que Chile, y en la medida que los proyectos mineros tienen un ciclo temporal más amplio, su sensibilidad a los precios aparece como inexistente.
En el caso de Bolivia el gráfico del índice de cantidad de minerales extraídos muestra un estancamiento de la producción hasta prácticamente el 2004, y un despegue a partir de ese año. Efecto que resulta interesante si se tiene en cuenta que los gobiernos neoliberales tuvieron menos incidencia en el impulso a la producción que el gobierno socialista de Evo Morales. Habría que ver si los proyectos de la era Morales maduraron en los gobiernos de Banzer y Sánchez de Lozada; pero aun así la tendencia creciente no ha cesado.