Archivo de la etiqueta: Pedagogía Waldorf

La importancia de la imaginación y el ritmo en la Pedagogía Waldorf

[Visto: 12615 veces]

Existe un vínculo sumamente estrecho entre el impulso

del arte y el impulso Waldorf debido a la búsqueda del desarrollo de la fantasía, de la imaginación en la persona.

Es necesario aclarar que la imaginación se estimula principalmente durante la infancia; sin embargo, en su debido momento, la educación debe pasar de las imágenes y la fantasía en forma exclusiva a la complementariedad con la abstracción. Es muy importante entender esta complementariedad ya que la negación de esta relación no es sana en el desarrollo humano.

Según Winicott, el ser humano tiende a dos espacios de desarrollo. Uno es enteramente subjetivo y la imaginación, el juego libre de reglas, la improvisación tienen el protagonismo. Por otro lado, existe un plano más objetivo, de carácter social antes que individual, donde sí existen reglas que buscan ordenar y crear facilidades par ala coexistencia. Quedarse en el primer espacio es insano debido a que la persona se forma aislada de otros y no tiene una buena relación con su entorno por lo que escapa de su realidad. Ser enteramente objetivos, no permite observar los aspectos que van más allá de lo tangible y se tiende a una actitud subordinada al grupo. La libertad, la autonomía y la individualidad se pierden. Sin embargo, en la relación complementaria de estos espacios surge el espacio potencial, un plano intermedio donde se pueden manifestar en forma dialógica aspectos de ambos planos, donde se manifiesta un pensamiento crítico y sistémico.

Para ejemplificar un poco lo tratado, se tratará acerca de la importancia de la música en el desarrollo humano tanto respecto a cuestiones sociales como individuales. Por un lado, la música ayuda a trabajar cuestiones éticas en la medida que los cánones, los coros, las orquestas entre otros exigen la comprensión del otro y un sentido comunitario. Esto se debe a que cada persona canta o toca un instrumento en forma distinta, tiene habilidades diferentes. Un grupo musical posee una diversidad que debe hallar la unidad para obtener algo armónico. Esto se vincula con lo que Aristóteles decía respecto al ser: “El ser se dice en muchos sentidos” ya que el Ser posee diversas cualidades que lo conforman y, por ende, se puede afirmar que en toda multiplicidad existe una unidad.

Además, la música produce una sensación de alegría y bienestar. Ninguna persona puede ser cometer actos malos o repudiables si es que está alegre. Por el contrario, la alegría lleva a las personas a querer ser buenas y amables con los demás. En otras palabras, el desarrollo del arte, la música en este caso, brinda ese espacio potencial necesario que ayuda a la elevación del ser humano.

Por otra parte, el proceso de autoeducación en relación con el juego también ayuda a crear entornos de libertad para la exploración y el aprendizaje. Aquí, durante los primeros años, se da prioridad a la imaginación. La abstracción adelantada deviene en intelectualismo. Luego, vendrá el tiempo de la abstracción, la cual no será totalmente inflexible ni cuadriculada, sino que tendrá los beneficios obtenidos de la creación de un campo lúdico personal y social.

Es momento de hacer una pausa para preguntar ¿qué se requiere para un desarrollo humano saludable? De hecho, en los apartados anteriores se han dado algunas pistas. El conocimiento del ser humano es un aspecto imprescindible así como la importancia de la calidad humana y profesional del educador.

Según la teoría de Maslow, toda persona necesita un sentido optimista y positivista ante la vida. Se requiere un muy buen sentido del humor. En términos de Steiner, se habla del manejo del sentido anímico. Se habla nuevamente del aporte del arte: sentido de bienestar y alegría. Y es que una persona optimista y alegre no presenta celos, ni envidias. No reniega ni murmura. Por el contrario, su vida se desarrolla libre de aquellos sentimientos y emociones que carcomen el corazón de los hombres.

Cabe preguntarse sobre las implicancias educativas de estos aspectos. Por un lado, se tiene a la capacidad de concentración. Una abstracción oportuna no desgasta prematuramente las fuerzas de la persona y esta se siente más motivada para trabajar. Sin embargo, en la actualidad es común encontrar que desde los niños hasta los adultos realizan diversas actividades en forma paralela. Nunca se detienen a concentrarse y disfrutar de lo que están haciendo en ese momento. Mientras se realiza una actividad se hace otra o se está pensando en el paso siguiente sin haber terminado de dar el primero.

Así, es cotidiano que un joven desarrolle diversas actividades en paralelo al pasar tiempo en una computadora. No requiere enfocarse plenamente en una sola actividad, sino que es capaz de mantener una o múltiples conversaciones, por ejemplo. Esto es conocido como media multi-tasking y es un fenómeno creciente en el mundo.

El año pasado, la organización Kaiser Family publicó una investigación al respecto y entre sus conclusiones se afirma que los adolescentes, al desarrollar diversas tareas en forma simultánea adquieren mayor cantidad de información en el mismo tiempo. Ahora bien, esta investigación no se centra en cuestiones educativas, sino más bien recreativas, uso principal de estos medios y recursos (Rideout, Roberts & Foehr, 2005). Sin embargo cabría realizar cuestionamientos a partir de esta investigación y este fenómeno: ¿Cuál es el nivel de profundidad con el que adquieren esta información? ¿Existe realmente una adquisición de información o es en realidad solo una exposición a esta? ¿Qué habilidades se benefician o perjudican a partir de este fenómeno? ¿Qué implicancias tiene en los procesos de aprendizaje para esta generación y las siguientes que serán “nativos tecnológicos”? ¿Qué implicancias tiene en la gestión del conocimiento? ¿Cuál es el impacto en la educación y cómo se debe enfrentar este fenómeno?

La otra gran implicancia está en función al profesor. Éste debe tener un sentido profético. Ello quiere decir que debe ser capaz de mirar hacia el futuro desde una lectura adecuada del presente. Esto es necesario porque la educación debe entenderse como un proceso interminable para la vida misma y no para el momento, no para lo que en realidad es efímero.

Estos dos aspectos tienen que ver con otro elemento que fortalece la salud de las personas. El ritmo de vida se refiere a que toda persona debe balancear sus momentos de concentración y expansión, de socialización y privacidad, la realización de una actividad a la vez, etc.

Al final, la educación, si es para la vida misma, ¿no sería una educación para ayudar a obtener la felicidad? Y si es así es necesario preguntarse quiénes son loa más felices entre los felices.

Según Frankl, el hombre necesita del “sentido de vida” o “voluntad de sentido”. Se trata de un elemento que le permita dar un valor sumamente alto a su vida sobre la base de algo que lo trascienda. Esta teoría surge a partir de entrevistas con personas que sobrevivieron a los campos de concentración nazis. Eran personas con algún proyecto inconcluso o una gran fe, quienes tuvieron la voluntad de sobrevivir a diferencia de otras que incluso llegaron a preferir el suicidio.

¿Quiénes son los más felices? Personas que busquen una existencia trascendente, personas con experiencias espirituales genuinas.

Todos los aspectos trabajados ayudan al desarrollo humano saludable del ser humano. Sin embargo, hoy en día enfrentamos situaciones como una vida arrítmica, la realización de actividades en paralelo, la aceleración de la vida, el aislamiento social, el sedentarismo, el cual produce un efecto inhibidor del aprendizaje debido a que no facilita la realización de la sinapsis (Manfred Spitzer).

Por lo tanto, surge la necesidad del replanteamiento y la reorientación de la labor educativa desde el contexto actual en apoyo con las investigaciones que soportarían la pedagogía debido a que la transformación de la educación debe ser una labor conjunta e integradora que se base en la responsabilidad compartida de toda la sociedad.

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. Sigue leyendo

La labor del docente en la Pedagogía Waldorf

[Visto: 25698 veces]

¿Qué es lo que educa y, por lo tanto humaniza, al ser humano? Esta pregunta obtuvo una respuesta inicial en el apartado anterior. Ahora, se verá otro aspecto que también responde esta pregunta: la labor del educador.

El punto de partida sobre este tema es probablemente muy conocido y a la vez bastante obviado. La base de la labor del educador es el amor al alumno. Es imposible concebir el educar de verdad si es que no se ama a la persona.

Ese mismo amor debe llevar al maestro a la búsqueda de la superación del alumno. Después de todo, la misión última del maestro es que su discípulo le supere. Paralelamente, esto exige que el maestro busque su propia superación para tener un mayor espectro que ofrecer al alumno para despertar en él la mayoría de sus potencialidades.

Ahora, ese proceso educativo debe darse sobre la base del respeto de las etapas evolutivas humanas; lo que exige del educador una gran capacidad de observación para detectar los momentos oportunos y saludables para ofrecer o no ciertos contenidos, vivencias y demás.

Hasta aquí, es posible observar que el educador requiere una gran conciencia de sí mismo. Y a las razones dadas, se suma una más: la imitación. Si el educador es un ser digno de imitarse, es lógico que se ofrezca a sí mismo como una persona honorable, respetable, admirable, amada.

Para concretar y ejemplificar este último aspecto, se tratará sobre la importancia del habla. Para ello, es necesario tomar conciencia de los estados anímicos de la persona que se reflejan en los tonos de voz. La compenetración personal con el mensaje a comunicar se producirá o no dependiendo del tono del habla del maestro.

Sobre la base de lo dicho anteriormente, es posible afirmar que el afamado síndrome de falta de atención tiene entre sus causas al habla del maestro. En consecuencia, suceden muchos de los llamados “problemas de aprendizaje”.

Estos “problemas” mencionados no son exclusividad de un tono de voz. El contenido de lo dicho por el maestro y la manera en cómo la presente son muy importantes. Todo ello se vincula con el desarrollo de las imágenes y la fantasía. Es vital evitar el intelectualismo.

Al considerar el primer septenio, se observa que la base del proceso educativo son la facultad imitativa del niño y la ejemplaridad del adulto. Ambas se refieren, en síntesis, a la proyección del adulto sobre el niño. ¿Por qué? Debido a que la imitación requiere de un buen ejemplo y, por lo tanto, se resalta la importancia de la conciencia del adulto sobre sí mismo. Esto implica diversos aspectos tales como presencia, habla, mirada, respeto a la fantasía, respeto al desarrollo evolutivo ajeno, lectura actual del entorno y un espíritu rebelde y libre.

Al tomar en cuenta estos elementos y extrapolarlos a la Educación Waldorf, se obtiene lo siguiente:
Una educación inserta en el contexto y, de esa manera, capaz de responder a las exigencias educativas presentes y futuras. Ello implica la necesidad de ser integradora y poseedora de un pensamiento sistémico. Sin embargo, no se detiene en el presente o en el entorno inmediato sino que es trascendente respecto al tiempo, al espacio y a las modas. Ello se debe a que es una educación que busca la libertad y la autonomía del ser humano.

Dicho deseo de libertad implica el desarrollo de una existencia trascendental con un fuerte cuestionamiento por el sentido de los diversos aspectos, hechos y fenómenos de la vida.

En esta misma línea, se exige un maestro no autoritario, no impositivo; sino uno que posea una autoridad cedida por el alumno; ya sea por amor o admiración. Es decir que la autoridad del maestro no viene con el cargo. Un maestro verdadero debe ganarse su autoridad.

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons. Sigue leyendo

Pedagogía Waldorf

[Visto: 71783 veces]

Por decisión y necesidad, desde hace muchos años escogí ser educador. No creía mucho en el misticismo que normalmente se le adjudica a la carrera porque pensaba que negaba el profesionalismo. Sin embargo, algunos años después creo que dicha mística complementa a la cuestión profesional.

Detrás de esta idea se encuentran un sinnúmero de reflexiones respecto al quehacer educativo que poco a poco, gracias al quehacer mismo, se fueron opacando hasta hace un par de años, aproximadamente. Llegue con un poco de escepticismo a una escuela Waldorf, la cual maneja una teoría educativa que reconoce al ser humano conformado por tres elementos: lo físico, lo anímico y lo espiritual. Desde esta trimembración, desarrolla en una forma sumamente integral y casi idílica la labor educativa.

Esta propuesta pedagógica parte de los primeros años del siglo XX en Alemania y existen iniciativas sobre la base de esta pedagogía en todo el mundo.

Entre los principios pedagógicos de la Pedagogía Waldorf, se concibe que la misión primordial de la escuela deba ser ayudar a un desarrollo sano y armónico hacia la libertad. Para que ello sea posible, se requiere de un conocimiento profundo de la naturaleza humana que parte de los estudios antroposóficos donde se divide el proceso evolutivo humano en periodos de siete años.

Al considerar las características del ser humano en cada etapa y la teoría de la trimembración humana, la Pedagogía Waldorf organiza el currículo con la finalidad de atender en forma holística al alumno. Todos los cursos están articulados y buscan siempre la atención de tres fuerzas constitutivas: la voluntad, el sentimiento y el pensamiento.

Tomando en cuenta esta introducción, quisiera explicar algunos aspectos de la Pedagogía Waldorf a partir de mi experiencia laboral, conversaciones con profesores que llevan ya muchos años en esta propuesta y la lectura de textos teóricos sobre la misma.
Sigue leyendo