Edward Tufte, en su libro-ensayo “The Cognitive Style of Powerpoint” (2003) sostiene que el formato y plantillas “pre-elaboradas” de este programa tan popular casi siempre debilita el razonamiento verbal y espacial así como contrarresta las bondades del análisis estadístico. No se puede sustituir la lógica de una argumentación, el análisis de factores, la explicación de un proceso complejo con una lista de ítemes, en secuencia “lineal”, aunque estén adornados con coloridas viñetas o dibujos atractivos. Para el expositor común y corriente resultaría muy complicado, sino imposible, dar el salto del modelo “lineal” al “hipertextual”, interactiva y social de la web de hoy.
Dos conceptos claves aportados y trabajados intensamente por la psicología y otras disciplinas son los estilos cognitivos y los estilos de aprendizaje. Ellos aluden a las “preferencias” o características personales predominantes para pensar, entender, comprender y para estudiar, aprender. Aunque tienen elementos comunes, estos estilos nos muestran más bien la diversidad al interior de las personas que se pone de manifiesto o entra en juego cuando asistimos a una conferencia, una clase, una charla o una conversación “mediada” por una presentación con diapositivas tipo “powerpoint”.
Muchas veces, la presentación es sólo una ayuda para el expositor y no para la audiencia. Los contenidos de las diapositivas se convierten en “una solución” para que el presentador no se olvide lo que tiene que decir, pero raras las oportunidades en las que sirven como una ayuda para explicar o trasmitir un argumento o una información. Preparar una presentación con diapositivas, usando o no el powerpoint, implica en primer lugar pensar o tener en cuenta los estilos cognitivos y estilos de aprendizaje del público al que va dirigida nuestra exposición, clase, conferencia o charla. Olvidar esto es fatal.
Aquí les mostramos dos ejemplos de presentaciones. Saque usted sus propias conclusiones.