Tragedia por anticipado – The Farewell (2019)

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The Farewell se mantiene como una propuesta sencilla, un drama familiar bastante lineal e intuitivo, una historia que, distancias geográficas aparte, nos parece haber visto antes. La cuestión está en los detalles. Lulu Wang filma un testimonio familiar emocionalmente complejo y casi siempre memorable, una especie de auto-ficción filtrada a través del ethos hollywoodense, un testimonio vívido de amor filial y sacrificios de unos por otros. Su bondadosa y entrañable visión sobre el duelo busca añadir una propuesta renovadora sobre las tensiones culturales chino-americanas, los conflictos familiares, la tragedia cotidiana y, por consecuente, sobre la vida misma. Como tantas familias, aquí hay mucho por contar.

Wang se tarda pocos minutos en delinear su historia. Billi, mujer de unos 30 años descubre que su Nai Nai, su abuela, ha sido diagnosticada de un cáncer y le quedan pocos meses de vida. También se entera de que toda su familia regresará de EE.UU. a China para visitarla, bajo la excusa de una boda que no existe. La realidad es otra: nadie tiene el corazón de decirle a Nai Nai lo que le espera, así que prefieren dejarlo en secreto. Billi, ahogada en problemas financieros y el fracaso laboral, decide ir ella también, a pesar de que el secreto, mientras más se acerque a su abuela, más quiere ser liberado.

The Farewell parece repetitiva en su premisa inicial, como si volviese a contar el mismo chiste y las escenas fuesen diferentes versiones del mismo dilema. La mayoría de personajes discute principalmente de la situación de la abuela y poco más. La mayoría de escenas dependen de la lucha de los familiares por mantener el secreto. Incluso hay una escena en la que la protagonista repite incansablemente el “yo lo sé” mientras su tío repite una y otra vez el origen del conflicto familiar. Quizás haya cierta consciencia de este exceso por parte de Wang (allí la razón de esta escena) y haya un motivo detrás: las familias, en un intento por mantener la cohesión entre sus miembros, suelen caer en las mismas lógicas de presión y de tradición, suelen repetir los mismos rituales hasta el cansancio, suelen caer en los mismos errores. A fin de cuentas, engañar a un ser querido es un acto contradictorio, muchas veces imposible, lo que motiva las excesivas respuestas de los protagonistas.

Volvemos a los detalles. Wang exhibe como la tragedia, desde su lado más mundano, altera sutilmente las configuraciones de los distintos personajes. El padre de Billi, un hombre hecho y derecho, comete una serie de traspiés a regresar a la bebida. El falso novio no puede contener las lágrimas una vez que se entera de la condición de la abuela, lo que desencadena un bochornoso llanto en plena boda. La madre de Billi empieza a perder la rigidez que parece caracterizarle, mostrando una peculiar sensibilidad con su hija. La hermana de Nai Nai asume silenciosamente el destino que le queda. La propia Billi mantiene una serie de reacciones impotentes, marcadas por decisiones poco mesuradas y comentarios controversiales. Wang deja clara su analogía: la tragedia altera de distintas maneras, en distintos tiempos y en distintos espacios. Cada quien lidia como puede con la pérdida.

En torno al film se genera un notable dilema moral. ¿Debemos aborrecer a la familia de Nai Nai por esconderle su destino? ¿Debemos inmediatamente tildar sus intenciones de egoístas? No es siempre sencillo absolver estas dudas. Podríamos pensar que las acciones de la familia se basan en una visión paternalista y coercitiva de alguien que bien parece valerse por sí mismo. A la vez, parece haber un genuino -y valioso- deseo de protección, casi como instinto natural, frente al drama que se avecina. Los personajes lidian con el peso de su consciencia de forma solemne, buscando no exteriorizar la culpa o el miedo.

Una de los éxitos de The Farewell radica en la peculiar vuelta de tuerca de su premisa: el sujeto que sufre la mentira -y quien se aproxima a la muerte- está vivo, es una persona amable y caritativa, alguien que no parece ser objeto de estas disputas. Nai Nai no es protagonista de su propia historia. Pero, aun así, la interpretación de X. es memorable. Al igual que el film, su trabajo parece decir poco: es una interpretación pegada a la realidad, de pequeñas frases casi siempre memorables y enfocadas en el cuidado de su familia. Su presencia en el film es amable y necesaria, el corazón latente en un film algo parco y minimalista en su ejecución. Es ella a quien apoyamos más que a nadie, lo que solo complica aún más nuestra posición con respecto al dilema del filme.

Wang recuerda a directores como Roy Andersson o Andrey Zvyagintsev, en su intención -y éxito- de filmar el absurdo cotidiano, de hallarle el humor a la tragedia y de saber captar las pequeñas tensiones que resquebrajan la coraza emocional de sus personajes. A través de un estilo sobrio y un astuto uso de la música, Wang mantiene un aura de tensión y tragedia a lo largo de su film. No se trata de una tragedia marcada por el exceso, sino de una tragedia censurada, visible en miradas cabizbajas, silencios marcados y semblantes dispersos. La música new age aumenta su intensidad según lo necesite cada escena, y los constantes montajes de personajes ante la nada (planos generales o medios del sujeto confundido o ido) mantienen esa sensación de alienación constante. Por momentos, la técnica puede parece repetitiva, pero su efectividad -al menos en lo emocional- parece quedar intacta.

El humor, como en los autores mencionados anteriormente, se halla escarbando en las estampas cotidianas: un gesto de más, un sinsentido que parece inevitable, una comedia de errores producto del engaño. Cerca al clímax de film, Nai Nai manda a su trabajadora doméstica a recoger sus exámenes médicos, lo que desata el horror de Billi, quien corre a evitar que ella los lea. La trabajadora confiesa que no sabe leer, lo que deja la mentira sin amenazas. Es ese tipo de situaciones, marcadamente reales, las que nos terminan sacando una sonrisa: nada parece ser más cómico que algo que es tomado demasiado en serio, como parece ser la farsa adoptada por la familia de Nai Nai.

The Farewell cierra de forma agridulce, con cierta nota de esperanza, pero con suficiente filtro de realidad. Billi abandona a su abuela y, en lo que parece ser su despedida final, se embarca en las calles de Pekín de vuelta a casa. ¿Qué sucederá con Nai Nai? ¿Descubrirá eventualmente lo que le sucede? ¿Será víctima de la soledad? Permitido llorar en la conclusión del filme, honesta y reveladora: Wang interseca la última escena con imágenes de archivo de quien parece ser la Nai Nai original, mostrando un lado mucho más confesional (e impactante) de lo que hemos visto hasta el momento. La historia de Nai Nai y Billi parece ser la historia de Wang y la de muchos de nosotros, migrantes o hijos de migrantes, ovejas negras en las “mejores familias”, nietos y nietas pródigos, buscando la redención en una figura distinta a la paterna o materna, más humana y más personal. Nuevamente, aquí está permitido llorar. Sentir algo.

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Acerca del autor

Anselmi

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