Era el mundial de fútbol de México 86, aquel país donde en 1970 la selección brasileña con Pelé a la cabeza se consagrara como la mejor del mundo y que ahora regresaba a estadios conocidos para volver a repetir aquella sensación tan anhelada por su torcida. Una sensación que se mezclaba con la exigencia debido a que en el campeonato anterior la famosa auriverde había quedado sentidamente eliminada, esto pese a contar con grandes estrellas y con uno de los mejores entrenadores de todos los tiempos, el gran Telé Santana. El del 86 fue también un certamen espectacular, sucedió allí el mejor gol de la historia del fútbol, cuando el “Diego” empezando con toda su magia desde poco antes del mediocampo dejó sembrado a cuanto inglés se le puso en frente para anotar ese gol tan inolvidable. Sin embargo, dicho mundial, además de ese memorable gol tuvo para la historia del fútbol, algo más.
La selección de Francia llegaba a esta competencia como la campeona vigente de Europa y con Platini como el mejor jugador de dicho campeonato, contaban además con grandes jugadores tales como Jean Tigana y Alain Giresse, ambos incluidos junto a Platini dentro del equipo ideal de dicho torneo, pero, por si esto fuera poco incluían en sus filas a Rocheteau, Amoros y al gran portero Bats. Brasil, como ya hemos mencionado, llegaba con quien luego fuera nombrado el mejor entrenador de toda su historia y con un equipo conformado por los no menos famosos Zico, Sócrates, Branco, Careca, Júnior, Jozimar, Alemao, Müller y Julio César. Con todo esto y llegados los cuartos de final, ambas selecciones protagonizaron uno de los encuentros más emocionantes que se han podido suceder en la historia de los mundiales.
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