En la semana que viene la Copa América Centenario USA 2016 entrará en su etapa decisiva y el domingo próximo el mundo del fútbol será testigo de su gran final. De las dieciséis selecciones que empezaron a competir por el máximo galardón hoy solo quedan cuatro en carrera. Brasil, siempre favorito, no es una de ellas. ¿La razón? El domingo último, un gol marcado en el minuto 75’ que mereció la atención de toda la prensa internacional decidió su partida de la justa continental. Una eliminación que en términos de la prestigiosa revista Goal sucedió bajo “circunstancias extremadamente controvertidas”.
Sobre la jugada, cierto es que luego de ver distintas tomas, queda margen para definir el gol como ilícito. Aunque cierto es también que si hubo mano, el árbitro no la vio. Ante ello, la sensación que ha quedado es que el uso de la tecnología le hubiera permitido al juez del partido resolver de una mejor manera la jugada, por lo que declaraciones como las de Dunga una vez finalizado el encuentro no resultaron tan extrañas: “Con toda la tecnología que hay, con las cámaras, tengo duda de por qué se cometen errores tan graves”. Sin embargo, ¿realmente es así?
Analicemos.
Es sabido que hoy en día el ojo de halcón ya se utiliza en el fútbol para poder resolver con la mayor precisión posible una serie de dudas que más de una vez se le han presentado a los árbitros. Dudas que hasta hace unos años obligaron a los colegiados a tener que lidiar con aquello que no vieron o no pudieron ver. Dudas que presentadas en la misma línea de gol resultaron a la postre en una serie de errores que han quedado por demás documentados.
Es por ello que desde que en el mundo del fútbol se ha ido incorporando el uso de esta tecnología tanto en mundiales, finales de Liga de Campeones y de Europa, partidos de la Eurocopa y campeonatos nacionales, las situaciones antes descritas han dado paso a decisiones mucho más justas y menos polémicas. Decisiones como la ocurrida en el partido de la Juventus-Lazio de principios de este año, en donde el ojo de halcón determinó como válido un gol que a la postre sería decisivo para el pase a cuartos de final de la Copa Italia. O también aquel gol que se le invalidara al Chelsea en su partido ante el West Ham United hacia finales del 2015. En ambos casos, la tecnología fue determinante para que los jueces tomaran las decisiones correctas.
Más, en este punto hay que considerar que si bien la tecnología ya ha sido validada para cuando se requiera comprobar si el balón realmente ingresó en su totalidad al arco –el árbitro recibe en menos de un minuto una señal en su reloj para saber si debe o no marcar el gol-, todavía no es posible decir lo mismo con lo que la propia International Football Association Board (IFAB) ha denominado los “asistentes de vídeo para los árbitros” (VAR). Es decir, aún no se puede utilizar de manera absolutamente confiable la tecnología para por ejemplo determinar si el gol a Brasil fue válido o no. Esto último en razón a que dicha tecnología recién será probada en los campos de fútbol de Alemania, Brasil, Holanda, Portugal, Estados Unidos y Australia, como parte de una fase experimental cuyos resultados serán presentados durante las Asambleas Generales Anuales de la IFAB en el 2017 y 2018.
Dicho esto, y volviendo a nuestra pregunta inicial de si ya es infalible recurrir a la tecnología para evitar que los árbitros cometan errores claros en situaciones cruciales de los partidos, la respuesta ciertamente es, no. Aún no. Un hecho que de momento resulta además sensato, puesto que una cosa es el uso del ojo de halcón para determinar si la pelota cruzó o no la línea de gol y otra muy distinta es emplearlo de manera general para toda situación incierta y decisiva que se presente durante un encuentro. Incluso, hay que tener en cuenta que ya en el 2008 se sabía que por ejemplo el ojo de halcón tenía para el caso de la pelota de tenis una precisión media de 3.6 mm., esto a la vez que han existido ocasiones en las que el uso de esta tecnología ha motivado fallos errados y que todavía hoy presenta aspectos de mejora. Tal vez una posición que resuma mejor esta actualidad sea la de Roger Federer, quien el año pasado manifestó que si bien está cada vez más de acuerdo con utilizar esta tecnología, en su opinión es todavía un 99.9% exacta.
Pero aún más, pues si profundizamos en el hecho de utilizar el ojo de halcón para toda situación crucial de un partido en la que se presente alguna duda, encontraremos por ejemplo el siguiente caso ocurrido en julio del año pasado durante un encuentro de voleibol entre las selecciones de Brasil y Alemania. En dicho encuentro el video muestra cómo es que la jugadora alemana realiza un mate en el que el balón resulta fuera de la cancha pero no sin antes rozar en el brazo de la jugadora brasileña que efectuaba el bloqueo. Sin embargo, el árbitro cobra a favor de las cariocas. Ante esta injusta situación, el equipo alemán solicita el ‘challenge’ (desafío de la decisión arbitral a través del ojo de halcón). La deliberación toma alrededor de dos minutos y para sorpresa del equipo teutón, el punto es ratificado cuando por lo menos existe una toma que muestra que la pelota sí alcanzó a rozar el brazo de la jugadora brasileña. En este otro video se puede apreciar un caso de potencial aspecto de mejora.
Pero entonces, ¿qué hacer en el caso del fútbol?
Llegado a este punto, coincidimos con aquellos que consideran que lo más apropiado es seguir utilizando responsablemente la tecnología de acuerdo a lo planificado por la IFAB, toda vez que es imposible que un árbitro pueda tener siempre la mejor ubicación al tiempo que no es muy difícil aceptar que un conjunto de cámaras resultará más preciso que el ojo humano. Tener en cuenta además que la tecnología se perfecciona con el tiempo y que la misma tiene el claro objetivo de servir de apoyo para la decisión final. Más, habrá que hacerlo también en aras de la transparencia, pues no está muy lejos el recuerdo de aquel partido Italia – Corea del Sur durante el mundial del 2002 cuando al ser derribado dentro del área rival, el astro italiano Totti recibe la tarjeta roja por tirarse en lugar de que el árbitro Byron Moreno cobre el penal. Al respecto, cuenta Thomas Kistner en su libro “FIFA Mafia” que “Corea del Sur se benefició de dos partidos escandalosos como este. Después de los octavos de final contra Italia, siguió el partido de cuartos contra España, en el que nuevamente una decisión arbitral favoreció al anfitrión de manera decisiva. Nadie puede afirmar si hubo amaño. Solo cabe señalar que Chung Mong-joon, presidente de la Federación Surcoreana, organizador de la Copa del Mundo y opositor de Blatter, tenía la intención de ser presidente del país, por lo que el Mundial podía serle de gran ayuda. Pero cuando Corea del Sur llegó a la semifinal gracias a unas conquistas milagrosas y el país entró en delirio, a Blatter le pareció demasiado. En el partido de Corea del Sur frente a Alemania cambió el árbitro, y en el último momento llamó al suizo Urs Meier. Tras dominar el partido, Alemania ganó por 1 a 0 y se clasificó para la final. Después del Mundial, en la fiesta de despedida de los árbitros, Chung les estrechó la mano a todos, excepto a Urs Meier.” (págs. 161-162)
Por tanto, probar toda la tecnología de la que hoy se dispone y mejorarla, ayudaría a impedir que casos como los de Moreno sean fáciles de replicar. Permitiría también el resolver correctamente situaciones como aquella jugada decisiva de gol que Thierry Henry realizara con la mano en el partido que Francia lograra su clasificación para el Mundial del 2010. Evitaría de manera general una nueva “mano de Dios”, calificación que un medio otorgara al gol que en esta oportunidad eliminara a Brasil. A su vez, no hacer nada de esto implicaría dejar abierta la posibilidad para que la atención del juego se desvíe en temas fuera de lo deportivo, significaría malentender el sentido de la polémica, una que debe estar basada en el juego que proponen los equipos más que en lo que deciden los árbitros. Y en este punto hay una cosa más que anotar, el fútbol no se reduce a averiguar si fue gol o no, o de si se cometió falta o no, pues estas situaciones son tan solo elementos de una idea mucho más amplia, esto debido a que lo que hacen un conjunto de hombres con el balón no se restringe a un tema de números o estadísticas. El fútbol no se entiende solo con una cifra. El fútbol por sobre todo supone la idea del valor por el buen juego; el valor de la virtud; el valor de un hombre, de lo mejor que tiene y de lo mejor que da, el valor de lo que es. El fútbol, como decía Galeano, es “esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato”.
Y los niños, no tienen enemigos.