Y LA PREGUNTA ES…

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Cuenta la “Fábula de los tres hermanos”, una canción de Silvio Rodríguez [1], que el mayor de ellos partió a descubrir y fundar, pero al tener siempre el ojo puesto en lo que iba a pisar pues no pudo llegar lejos ya que nunca vio más allá. Luego partió el del medio, siempre atento al horizonte para así ya no errar, aunque por solo apreciar el más allá nunca la piedra en su pie pudo mirar, y con ello lejos tampoco pudo llegar. Finalmente salió el menor de todos, con un ojo puesto en el camino y el otro en lo que estaba por venir, pero al hacerlo, su mirada quedó extraviada entre el aquí y el allá, entre el estar y el andar, y es que “ojo puesto en todo ya ni sabe lo que ve”.

Ojo puesto en todo ya ni sabe lo que ve. ¡Cuánta verdad!

Hace algunos meses que un tema viene siendo preocupación en más de uno de nosotros, los peruanos. Se trata de la compra de EPENSA por parte de El Comercio, luego que La República intentara lo mismo sin mayor éxito. Al respecto, Ricardo Uceda ha escrito sobre los hechos que se sucedieron durante las negociaciones, lo siguiente [2]:

“A comienzos de julio, Mohme acabó de negociar los términos de su acuerdo con Mindreau. Pagaría 17,2 millones de dólares por el 54% suyo y el de su esposo. Firmaron un preacuerdo, con el que Mohme solicitó dinero al banco. Viajó de vacaciones a Miami. El 27 de julio el banco lo llamó para decirle que su dinero estaba listo para ser recogido. Regresó solo para firmar con Marcia Mindreau un contrato de compra-venta. El documento estipulaba un plazo de treinta días para que el resto de socios de la empresa ejercieran su derecho de preferencia.

Inmediatamente después de haber firmado el contrato fue a buscar a Luis Agois para darle la noticia. “Noté que se puso colorado. Nunca lo había visto así”, diría posteriormente Mohme en privado.

—Voy a tener que hacer consultas con mi familia —dijo Agois.

Mohme le preguntó cuánto demoraría. Había interrumpido vacaciones y debía regresar a Miami.

—Regresa, no jodas tus vacaciones —dijo Agois—. Yo te llamo.
Nunca lo hizo.

Al día siguiente, sendas cartas notariales llegaron a las casas de los hermanos Agois. Les notificaban que había comenzado a correr el plazo de treinta días para que ejercieran su opción de compra. No tenían ese dinero. Salvo Luis, los hermanos Agois no estaban advertidos, y reaccionaron con disgusto.”

Lo demás, es harto conocido. Ante la situación descrita, los Agois se contactaron con El Comercio y en tiempo récord le vendieron EPENSA -su empresa- a ellos.

Ahora bien, si todo lo que cuenta Uceda es cierto, vamos entonces con las primeras preguntas.

¿Qué pretendía realmente Gustavo Mohme Seminario con todo esto? Si eran santas sus intenciones, ¿era acaso esa la mejor forma de actuar?

O será tal vez que como en la fábula de los tres hermanos, Mohme Seminario vio todo y nada a la vez. No digo que sea fácil el tener la responsabilidad de estar al frente de algo (empresa, institución, hogar, etc.) y con ello, verse en la necesidad de tomar decisiones cuando de pronto nada está claro. Esto es, cuando sin mayor pista alguna, todo parece ser bueno y malo a la vez. Debe ser incluso lo más difícil de esa responsabilidad que implica muchas veces el “estar al frente de algo”. Sin embargo, por lo menos en esta compra de EPENSA, bien podría hacerse uno la siguiente pregunta:

¿Qué habría decido hacer Gustavo Mohme Llona, fundador y director de La República, ante esta misma situación?

Intuyo que más de uno, sabe bien la respuesta.

De otro lado, hagamos además un ejercicio de historia sobre ciertas circunstancias que han tenido que ver con los medios de comunicación en nuestro país. Para esto, iniciemos con algo que nos cuenta Nelson Manrique en su libro “¡Usted fue aprista!” [3]:

“Francisco Igartua, luego de concertar una entrevista periodística con Haya de la Torre, cometió la imprudencia de dejarle un cuestionario con preguntas impertinentes, en diciembre de 1945. Fue masacrado en pleno patio de la La Tribuna por los “búfalos”, con un saldo de tres costillas rotas y contusiones diversas, cuando fue a recoger las respuestas. Redactó entonces una crónica con sus preguntas y la descripción de la pateadura que recibió, como respuesta de Haya al cuestionario. Igartua se vio obligado a renunciar a La Jornada, el periódico en que escribía, que no se atrevió a publicar su artículo, pero La Prensa lo publicó, y lo contrató para su plana de periodistas.”

Van entonces otras preguntas:

¿Qué pasa en una sociedad, en el destino de un país, cuando no existen medios como La Prensa?

¿Los tenemos aún hoy?

Pero sigamos, luego Manrique hace referencia también al asesinato del director de El Comercio por parte de un militante aprista:

“…un tal “Sr. Galván”, que resultó ser Carlos Steer Lafont, un defensista que guardó una larga carcelería por cometer, cuando aún era un idealista adolescente, el asesinato del director de El Comercio, Antonio Miró Quesada de la Guerra y de su esposa, María Laos de Miró Quesada.”

Ante este acontecimiento, nos describe Sinesio López en su libro “Alan García: Los años del perro del hortelano” una entrevista entre Alan García y el “estado mayor” del decano de nuestra prensa nacional, en el cual aquel les dice [4]:

“Para mí es una jornada histórica que estemos bajo la cúpula de El Comercio hablando de Haya de la Torre. Quiero aprovechar las circunstancias para decir lo que a título humano, confesional y personal, que del hecho horroroso del asesinato del director de El Comercio, Haya de la Torre no tuvo nada que ver”.

Ante esto, una vez más, “ojo puesto en todo ya ni sabe lo que ve.”

Aunque vamos, más de uno podrá decir que estamos en otros tiempos y ahora ya nadie asesina directores de diarios -es lamentable tan solo el tener que escribirlo-, por lo que entonces convendría hacer solo un repaso por nuestra memoria sobre hechos recientes, a la vez que harto penosos:

“Durante los primeros años de gobierno, los medios de comunicación tuvieron una actitud benigna con García. Los dueños de los diarios, radios y empresas televisivas tenían un acceso privilegiado a los dólares MUC, a la tasa oficial para importar bienes y pagar por servicios en el extranjero. Además, García contaba con el respaldo de propietarios claves de los medios, como su cercano amigo y asesor Héctor Delgado Parker, copropietario de la red de TV más importante de la época. La influyente revista Caretas y el diario de izquierda La República también simpatizaban con García. Otros periódicos ligados a importantes grupos económicos evitaron molestar al joven presidente con miras a conseguir algún tipo de beneficio.” [5]

Y durante el gobierno de Fujimori:

“Los magnates de los medios de comunicación de masas fueron los mejor pagados por Montesinos, debido a su papel estratégico en la información pública. Dado que solo una parte menor de la población accedía a los medios impresos, el jefe de espías puso conscientemente la mira en la emisión televisiva como el medio de comunicación más influyente para sus fines. Los medios de comunicación no fueron censurados ni controlados directamente por el gobierno. Esta engañosa “libertad” de expresión y de prensa fue la cobertura para incesantes y bien orquestadas campañas mediáticas que apoyaban el “autoritarismo electoral” de Fujimori. El soborno de los magnates y celebridades mediáticas a cambio del respaldo político a Fujimori y de lanzar campañas de difamación contra la oposición fue una de las formas más perniciosas de corrupción que manejaron las altas jerarquías del gobierno.

Los participantes más notorios en la corrupción de los medios fueron José Francisco y José Enrique Crousillat, padre e hijo entonces propietarios de América Televisión, canal 4. Dicha estación televisiva ofrecía programas parcializados, conducidos por Laura Bozzo, la anfitriona de denigrantes reality shows, y otros presentadores. Los Crousillat le vendieron la línea editorial de su emisora a Montesinos, desde por lo menos 1997, en cerca de 600.000 dólares mensuales. Montesinos arregló el refinanciamiento de la deuda de siete millones de dólares que los Crousillat tenían con el Banco Wiese y garantizó el pago de seis millones de dólares a los Crousillat, a través de la Caja de Pensiones Militar Policial-Banco de Comercio, que se encontraba bajo control financiero de agentes montesinistas. […] Un video grabado en 1999 mostró a Ernesto Schütz, presidente del directorio de Panamericana Televisión, canal 5, negociando con Montesinos por más de 12 millones de dólares para que vendiera su línea editorial y atacara a la oposición. Schütz tuvo que contentarse con 1,5 millones de dólares al mes por un total de 9 millones. Los hermanos Samuel y Mendel Winter tal vez recibieron menos por la venta de su contenido editorial, pero quedaron agradecidos, pues lograron apropiarse del canal 2 en 1996, gracias a la persecución contra Baruch Ivcher, el principal accionista. […] Genaro Delgado Parker, un importante accionista de canal 13 que tenía crónicos problemas legales, le prometió a Montesinos que despediría al periodista independiente César Hildebrandt a cambio de una sentencia favorable en una disputa por la propiedad de acciones del canal. […] Cable Canal de Noticias (CCN), canal 10, era propiedad de Manuel Ulloa van Peborgh y de Eduardo Calmell del Solar, un exparlamentario. Ambos eran también copropietarios de los periódicos pro fujimoristas Expreso y Extra. Los dos socios y Montesinos encontraron una tercera persona, un ex accionista de CCN, que arregló la venta ficticia de las acciones del canal al Ministerio de Defensa por dos millones de dólares para Ulloa y Calmell. Estos dos compartieron, además, 1,75 millones de dólares que recibieron de Montesinos como recompensa por el contenido editorial pro fujimorista de Expreso.

[…] La prensa amarilla, a la cual se conocía colectivamente como la “prensa chicha”, atendía a las masas mal informadas. Los propietarios y editores de estos pasquines mostraban gran imaginación en propagar insultos estrambóticos, desinformación y manipulación sociopolítica. Los más exitosos en este tipo de periodismo y sus campañas “psicosociales” fueron los hermanos Alex y Moisés Wolfenson (este último un congresista fujimorista elegido en 2000), editores de El Chino. Otros propietarios de periódicos chicha como Rubén Gamarra (La Yuca) y José Olaya (El Tío) fueron sindicados por recibir cuantiosos subsidios impropios en 1999. Augusto Bresani, un periodista cercano al SIN, trabajó con Montesinos y el publicista Daniel Borobio en la transmisión tanto de titulares como de dinero a los editores de la prensa chicha. Bresani no solo recibía dinero de Montesinos sino también, a partir de 1997, de importantes corporaciones privadas dedicadas a prestar respaldo a Fujimori y sus campañas sucias. Entre los principales contribuyentes de la prensa chicha figuraron compañías extranjeras y grupos empresariales nacionales.” [5]

Y cuando con Toledo, hartos de tanta podredumbre, los medios empezaron a lavarse la cara para recuperar credibilidad ante nosotros, los ciudadanos peruanos, llegaría el segundo gobierno de Alan García para recordarnos una vez más que por lo menos, en cuanto a la intención desde el cálculo político, todo esto aún no terminaba, como bien lo analiza Sinesio López [4]:

“García no está seguro si Castañeda es el mejor candidato para derrotar a Humala en la segunda vuelta y se inclina, por eso mismo, por Keiko Fujimori, quien disputa a Ollanta los votos de los mismos sectores sociales. Además, con Keiko se cura en salud de las acusaciones de corrupción que se le imputan. Favor con favor se paga. La pretensión de García de resolver este conjunto de problemas políticos irresueltos ayuda a explicar quizá el acecho constante a los medios de comunicación en dificultades, especialmente a la TV (Panamericana, Canal 4), la lenidad frente a la corrupción, el indulto a Crousillat y el apoyo bajo cuerda el indultado para que recupere el Canal 4. García busca de ese modo neutralizar a los medios adversos, influir en ellos y someterlos para fortalecer su poder más allá del control del gobierno y ayudar a las corrientes políticas vinculadas al fujimontesinismo (Keiko, Kouri y tránsfugas del PPC) a que lo sucedan en el gobierno.”

Y entonces, uno se pregunta:

¿Cuán libres de que estas historias vuelvan a repetirse estamos realmente en nuestro país?

No quiero decir con esto que durante todo ese tiempo la totalidad de nuestra prensa nacional fue corrupta y vendida, para nada. Sin embargo, aunque tenemos grandes y buenos periodistas que son ejemplos aún vigentes, también es cierto que por ese entonces, no fueron mayoría.

Así también resulta válido preguntarse que si algo bueno pretende El Comercio con esta compra, entonces:

¿Alguien puede asegurar que el saldo será realmente positivo para el fortalecimiento de la democracia en nuestro país?

O bien, ya sea que haya sido El Comercio o La República quien finalmente realizara la compra, ¿era lo mejor que alguno de ellos se hiciera de EPENSA?

Serlo y parecerlo. ¿O quizás solo baste con parecerlo?

Y es que en nuestro Perú, nuestro querido país, ya no tenemos “clase” política, como bien dice Alberto Vergara [6]: “La precariedad rampante de la clase política se puede observar en distintos niveles. En la elección presidencial de 2011 no hubo un solo candidato de cierta importancia que tuviera algún partido detrás (ni siquiera uno debilitado). En 2001, en cambio, habían peleado su pase a la segunda vuelta Lourdes Flores y Alan García, y en 2006 a ellos mismos se agregó Valentín Paniagua. No quiero vender la falsa idea de que detrás de ellos existían organizaciones partidarias monumentales, pero había una cierta trayectoria política en los individuos y alguna lealtad a sus canteras políticas, y con ello un horizonte programático (y democrático). En la elección de 2011, en cambio, ya no hubo ningún partido en la justa presidencial, todos candidatos anémicos de ideas, de organización, esforzados por vender una imagen.”

Vender una imagen. Porque cuando no puedes serlo, para algunos -está comprobado- solo es suficiente con el parecerlo, aunque una vez lejos de la careta, su verdadero rostro quede al descubierto. Y es que al final de cuentas, una vez en el poder, eso pues, es lo de menos.

Porque además es claro que ciertos medios se prestan para ello. Para muestra, basta con solo recordar las editoriales de Correo, cuando quisieron convencernos de que Susana Villarán era “terruca, pastrula y ladrona […] Puesto que acusarla de pituca no ha tenido efecto entre sus votantes (lo cual es lógico pues su bastión ha sido el A-B… ¡los pitucos no se asustan de los pitucos!), Mariátegui y su primera plana han decidido cambiar de estrategia y asustar a los de arriba con el asunto de que Villarán es una Elena Iparraguirre new age. Así de explícito. Ella sería el vehículo de los extremistas de Patria Roja, estaría buscando la Alcaldía para saquearla y entregarle todo el dinero a sus amigos comunistas y así convertir al Perú en Bolivia. Eso ya no es periodismo.” [6]

O como cuando durante las elecciones presidenciales del 2011, “los diarios de la ultraderecha (Correo, Expreso, La Razón), por ejemplo, destilan en todas sus páginas odios y antipatías contra Toledo y Ollanta […] su corazoncito (también lo tienen) late desesperadamente por Castañeda y Fujimori y, de vez en cuando, por PPK. En el polo opuesto, no existe una prensa de ultraizquierda que sirva de contrapeso. Existe en cambio, una prensa “militante” de cierto impacto que abre sus páginas a los otros candidatos para combatirlos sin cuartel, pero que trata profesionalmente otros temas. Es el caso de La Primera, abiertamente pro Ollanta, y de Diario 16, expresamente pro Toledo. Perú 21 es un caso especial. Milita rabiosamente contra Castañeda y contra Ollanta y apapacha en sus páginas a Keiko Fujimori y a PPK y trata a Toledo con cierta objetividad. […] Frente a un diario de derecha como El Comercio se ubica La República que aparece como su contrapeso informativo desde el espacio de centroizquierda.” [4]

Pero que se entienda bien. Los medios pueden “ayudar” a crear una imagen, pero no la determinan. Esto es, contribuyen a que la gente tenga una idea favorable -o desfavorable- de tal o cual candidato, aunque dicho efecto no sea en sí mismo determinante. Y esto porque la manipulación opera por el lado de lo que se desea que “parezca o no”. Sin embargo, si esto se contradice contundentemente con la realidad su efecto resulta poco o nada efectivo. Ante esto, un político tendrá alguna vez la oportunidad de mostrar su verdadera piel, y con ello, presentarse, junto con los hechos, tal cual. Frente a tal evidencia, no hay medio ni manipulación que valga. Toledo junto con la “frivolidad” (le tomo el calificativo a Alberto Vergara) de su gobierno, fue quizás, el mejor ejemplo de ello.

No obstante, si esta “ayudita” se vuelve práctica común, cosa de todos los días, pan de casa, entonces allí sí que es más fácil caer en aquello que hace solo unas horas me hacía recordar un amigo, “una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad” -una frase de Goebbels, aquel genio de la propaganda-. En ese contexto, será aún más difícil el tener una verdadera democracia; aunque claro, bien parecerá que tenemos una, pero solo será eso, un parecer. Porque como ya lo ha escrito Edward Lucas, editor internacional de The Economist [7]:

“La democracia tiene dos talones de Aquiles. Ambos están ahora al descubierto, y seguirán estándolo en las próximas décadas. Uno es el dinero. La financiación de los partidos políticos es una plaga […] Cabe suponer que una ciudadanía mejor informada se traduce en un electorado capacitado. Pero por desgracia la segunda gran debilidad de la democracia está justo aquí: la vulnerabilidad a la manipulación. […] Para empezar, ganar las elecciones es fácil si tienes los medios de comunicación de tu lado.”

Ciudadanos manipulados, viendo televisión democráticamente cual país del primer mundo con equipos 3D y hasta incluso por Internet pero informándose como el más pobre de los estados, o el más corrupto, o el más autoritario, elija usted el que mejor prefiera. Una democracia que luce radiante ante todos, más aún cuando bien arreglada sobresale orgullosa en los eventos internacionales, exhibiendo por ejemplo en los APEC sus cifras económicas, siempre sonriente, porque constantemente tiene algo que ofrecer a los inversores, si antes fue el guano de su tierra, su caucho, su mar, hoy es su mineral, mañana algún recurso más. Una democracia que ya ha tenido varios pretendientes que la han acompañado en su andar, uno por allí la llevó solo mirando lo inmediato, le dio estabilidad, le quitó algunos miedos, pero no la dejó ser y así, cual fábula de los tres hermanos, lejos con ella no pudo llegar. Entonces, intentó la suerte con otro, las cifras macroeconómicas envidiables se sucedieron, los aplausos del público la hicieron sentir mejor, una mirada puesta en el horizonte pero nada más, y así, aunque percibiéndose más ella misma, tampoco lejos pudo llegar. Por tanto, te sientas a su lado, conversas con ella, y notas que tiene un pasado por cerrar, que sus temores aún están y que cuando le preguntas a dónde quiere llegar, en sus sanas intenciones solo se termina por enredar; aunque mil y un posibilidades existan en su andar. Y así, luego de tanto intentar, aparecerá alguien que probablemente buscará guiarla con un ojo puesto en el horizonte y el otro en el andar; sin embargo, a pesar de esta sana intención, una vez más será tal y como dice la letra de la canción, “ojo puesto en todo ya ni sabe lo que ve”.

Entonces quizás te reconozcas un poco a ti mismo en ese andar y ya no te preguntes solo por este tema de los medios, sino por algo más, teniendo en cuenta aquello que dice la canción que mencionamos al inicio, algo que dicho de otra manera, resulta como esa frase que dice:

“Cuando uno quiere todo lo que ve, no ve lo que quiere.”

REFERENCIAS

[1] 1980. Silvio Rodríguez, “La fábula de los tres hermanos”. Visto el 9 de enero de 2014.
http://www.youtube.com/watch?v=vhnYKMRCviY
[2] 2013. Ricardo Uceda, “La parábola del chihuahua y el rottweiler”, Infos. Visto el 9 de enero de 2014.
http://www.poder360.com/article_detail.php…
[3] 2009. Nelson Manrique, “¡Usted fue aprista!”. Bases para una historia crítica del APRA. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
[4] 2013. Sinesio López, “Alan García. Los años del perro del hortelano”. Lápix S.A.C.
[5] 2013. Alfonso Quiroz, “Historia de la corrupción en el Perú”. Traducción de Javier Flores Espinoza. Instituto de Estudios Peruanos.
[6] 2013. Alberto Vergara, “Ciudadanos sin República. ¿Cómo sobrevivir en la jungla política peruana?”. Editorial Planeta Perú S.A.
[7] 2012, “La desigual marcha hacia la libertad”. Edward Lucas, en “El mundo en el 2050”, The Economist Newspaper Ltd.

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