Habíamos salido del aeropuerto internacional Jorge Chávez, en Lima, a las 6:30 a.m., y luego de una escala previa de media hora en Arequipa, ya cuando el reloj marcaba las 8:35 a.m. arribamos a Juliaca, capital de la Provincia de San Román, y punto de paso obligado para todo aquel que se quiera dirigir al departamento de Puno por vía aérea. El paisaje que se logra ver desde el avión conforme uno va llegando a esta ciudad es sin lugar a dudas hermoso, fiel anuncio de la presencia de unas tierras en las cuales la acción del hombre aún guarda sabia armonía con la naturaleza.
Posteriormente, al salir del aeropuerto, se puede encontrar más de una opción para movilizarse, desde autos hasta camionetas y buses, ya sea con destino a las ciudades de Juliaca o de Puno; el servicio es bueno y te dejan en la puerta del hotel previamente reservado, o en el lugar que se les indique. Analizadas las opciones, y una vez elegido el transporte, iniciamos el recorrido por la ciudad de Juliaca, aquí se puede distinguir fácilmente posadas, agencias de viaje y de telefonía, numerosos grifos, un establecimiento de salud estatal, entre otros, y una buena cantidad de mototaxis, todo esto en un camino asfaltado aunque con ciertos tramos descuidados.
Continuando hacia la ciudad de Puno, la carretera se torna en una vía de doble sentido y mejor cuidada; aquí llama la atención el observar grandes propiedades sin una adecuada identificación, siendo cuando menos en su mayoría, de una nula percepción desde el bus. Siguiendo por esta ruta llegamos a la estación de Provias Nacional del MTC, donde se ubica una garita de control; el oficial conversa con el chofer, y pasamos sin problemas.
Vamos 23 minutos de camino y cruzamos la vía del ferrocarril. En tanto, el paisaje se va tornando cada vez más natural, pastos a los cuales la madre naturaleza tiene muy bien presentados, animales descansando o pastando, muy relajados; y en suma, un paisaje de paz y tranquilidad, que produce más de una agradable sensación al visitante. Además, y como para seguir encantándose, luego se llega a un tramo en el cual la carretera va en subida y con unas curvas suaves que nos permiten apreciar el paisaje desde lo alto, con ello la vista se hace más hermosa aún; siendo testigos de una exquisita combinación de tranquilidad, grandeza y madre naturaleza.
Sin embargo, es cuando menos contradictorio observar todo esto en un departamento, que tiene en cifras oficiales, la tercera mayor tasa de pobreza (77.8 %) y de pobreza extrema (47.3 %) en el país (INEI, Información Social, Condiciones de Vida en el Perú 2003/2004, Tasa de pobreza y extrema pobreza, según departamentos); el mismo que a su vez, a inicios de la República “era el departamento más poblado del Perú, tal como lo señala Pedro Planas en su obra La descentralización del Perú republicano: … en el censo de 1976 (…) cuando el Perú reunía a 2 661 967 habitantes, el departamento de Lima tenía 225 800 habitantes, (…) detrás de Puno (259 449 habitantes) y Cusco (243 032) …)” (Pág. 26, Descentralización, acumulación y desarrollo en Puno, Alberto Quintanilla Chacón, Puno hoy, Del Titicaca al Bahuaja Sonene, publicación de la Asociación SER, noviembre 2006); departamento que además tiene la mayor población de alpacas del país, siendo el Perú el primer productor de este preciado animal a nivel mundial, y proveedor del 86% de la fibra de alpaca que se comercializa en el mundo (tal y como lo menciona el portal swissinfo), ya sea por la alta calidad de su fibra o por su carne, de bajo contenido en grasa y alto nivel proteico. Por eso resulta contradictorio, que entre éstas y otras muchas riquezas (naturales y culturales), Puno tenga la paradójica etiqueta de ‘pobre’ dentro del territorio peruano.
El bus sigue el camino, y empezamos el ingreso a la ciudad. Han transcurrido cerca de 50 minutos desde que salimos del aeropuerto, sin embargo, todo lo observado quedará grabado por mucho tiempo más, al menos en la mente de quien escribe; y será tal vez porque, como me solía decir aquella gran mujer que conocí, son las primeras impresiones las que cuentan.
Me encanta, extraño ir a Puno. Aunque no sea de allá, ese lugar siempre se hará extrañar por aquel que lo visite. ¡Grande la descripción! Saludos.