En el 2005, un estudio publicado por Gustavo Yamada del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico al respecto de las horas de trabajo en el Perú Urbano concluía que “mientras menor es la remuneración real por hora en el mercado, mayores son las horas de trabajo ofertadas”. Un comportamiento que “ayudaría a explicar” la razón por la cual las horas trabajadas por los hombres en Lima Metropolitana pasó de un promedio de 50.3 horas semanales en 1985 a 54.8 horas en el 2000 [http://cies.org.pe/…/horas-de-trabajo-determinantes-y-dinam…].
Más, si ampliamos la mirada hacia el ámbito nacional observaremos que, según información elaborada por la Dirección de Investigación Socio Económico Laboral (DISEL) y que está actualmente disponible en el portal del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, durante el 2013 un 48,2% de la PEA nacional trabajó 48 horas semanales o más; en tanto que un 21% lo hizo 60 horas o más [http://www.mintra.gob.pe/…/peru_total_region_008_2001-2013.…]. Así también, en marzo de 2012, el entonces ministro de Trabajo, José Villena, declaraba en un programa local que la jornada de trabajo en nuestro país era en promedio de 13 horas diarias [http://www.larepublica.pe/…/la-jornada-de-trabajo-en-el-per…].
Esto es, casi una década después, aquello de “mientras menor es la remuneración…mayores son las horas de trabajo ofertadas”, sigue explicando bastante bien mucho de lo que actualmente observamos en nuestro mercado laboral nacional. Sin embargo, el problema con este comportamiento es que a la luz de recientes estudios esto estaría afectando directamente a la competitividad de las propias empresas. Un tema que el propio Michael Porter ha mencionado y que explicaré en un siguiente post a propósito de la polémica Ley Pulpín.
- Publicado inicialmente en mi cuenta de Facebook el 22 de diciembre de 2014