Era el mundial de fútbol de México 86, aquel país donde en 1970 la selección brasileña con Pelé a la cabeza se consagrara como la mejor del mundo y que ahora regresaba a estadios conocidos para volver a repetir aquella sensación tan anhelada por su torcida. Una sensación que se mezclaba con la exigencia debido a que en el campeonato anterior la famosa auriverde había quedado sentidamente eliminada, esto pese a contar con grandes estrellas y con uno de los mejores entrenadores de todos los tiempos, el gran Telé Santana. El del 86 fue también un certamen espectacular, sucedió allí el mejor gol de la historia del fútbol, cuando el “Diego” empezando con toda su magia desde poco antes del mediocampo dejó sembrado a cuanto inglés se le puso en frente para anotar ese gol tan inolvidable. Sin embargo, dicho mundial, además de ese memorable gol tuvo para la historia del fútbol, algo más.
La selección de Francia llegaba a esta competencia como la campeona vigente de Europa y con Platini como el mejor jugador de dicho campeonato, contaban además con grandes jugadores tales como Jean Tigana y Alain Giresse, ambos incluidos junto a Platini dentro del equipo ideal de dicho torneo, pero, por si esto fuera poco incluían en sus filas a Rocheteau, Amoros y al gran portero Bats. Brasil, como ya hemos mencionado, llegaba con quien luego fuera nombrado el mejor entrenador de toda su historia y con un equipo conformado por los no menos famosos Zico, Sócrates, Branco, Careca, Júnior, Jozimar, Alemao, Müller y Julio César. Con todo esto y llegados los cuartos de final, ambas selecciones protagonizaron uno de los encuentros más emocionantes que se han podido suceder en la historia de los mundiales.
El partido, jugado un sábado 21 de junio de 1986, fue disputado ante unos 65 mil espectadores; el lugar, el famoso estadio Jalisco de Guadalajara, el mismo en el que Brasil había derrotado por 3-1 a la difícil selección uruguaya para su pase a la final de México 70. Para el partido con los franceses, pensaban muchos brasileños que la historia bien podía ser la misma. Iniciado el encuentro y cuando el reloj marcaba tan solo el minuto 17, Brasil convertiría el primer gol siguiendo su idea de buen trato al balón, aquella filosofía del ‘jogo bonito’ que Telé Santana defendería frente a sus detractores diciendo: “Si tengo que mandar a mi equipo a dar patadas al rival o a ganar con un gol robado, prefiero perder el partido”. Sin embargo, luego de ese 1-0, Francia empataría poco antes de terminar el primer tiempo con un gol de su máxima estrella, el astro francés, Michelle Platini.
Cuando transcurría el segundo tiempo el estratega brasileño decide el ingreso de Zico, quien había sido seria duda antes del partido por problemas de lesión. La figura brasileña hizo su primer toque de balón cediendo un extraordinario pase en profundidad a Branco, lo que provocó el penal de parte del arquero francés. Zico ejecutó la pena máxima pero su disparo fue atajado por Bats. Ante esto, “Platini avanzó despacio y acarició el cuello de Zico, en un cariñoso gesto de consolación de un gran número 10 a otro”. Nadie parecía poder entenderlo pero el partido continuaba igualado. No hubo más goles hasta los 90 finales ni tampoco durante los minutos de alargue. La definición para el pase a semifinales se tenía que dar por la vía de los penales.
Continuaron Stopyra, Alemao, Amorós, Zico, Bellone y Branco, todos anotaron.
Acto seguido, el brasileño Julio César pegó su tiro en el palo en tanto que el francés Fernández anotó. Brasil, aquel gran equipo cuyo técnico afirmaba que “el fútbol es arte, es divertido, siempre atacando”, quedaba nuevamente fuera de un mundial.
De regreso a su país, Telé Santana tuvo que dejar el cargo de entrenador siendo calificado su estilo de “antiguo y desfasado”. Su frase “más importante que ganar una Copa del Mundo es presentar el mejor fútbol, lo importante es el espectáculo”, resultó ser más cierta que nunca. Sin embargo, continuó su labor como entrenador llegando así al Sao Paulo en el año 1990 para sacarlo del hoyo en el que se encontraba. El entrenador brasileño no solo sacó del mal momento al equipo sino que además hizo una gran historia con él. En 1991 ganó el ‘Brasileirao’ y el Campeonato Paulista, repitiendo esto último al año siguiente.
Clasificado a la Copa Libertadores de 1992, los paulistas llegaron a la final de este certamen para enfrentar al Newell’s Old Boys dirigido por otro gran entrenador, el no menos famoso, Marcelo Bielsa. La definición fue por penales con victoria para los brasileños. Lo que seguía era la Copa Intercontinental frente al poderoso Barcelona FC de Johan Cruyff. Es así como el 12 de diciembre de 1992, se enfrentaban en el estadio Olímpico de Tokio, el Sao Paulo de Telé Santana frente al “Dream Team” conformado por figuras como Zubizarreta, Koeman, Stoichkov, Guardiola, Laudrup, Bakero y Salinas, entre otros. Sin embargo, el gran equipo catalán luego de convertir el primer gol a través de Stoichkov tuvo que ver como los dos goles siguientes de Raí convertían al Sao Paulo en el mejor equipo del mundo. El “jogo bonito” de los de Telé superaba así al equipo de ensueño. Vendría luego la Copa Libertadores de 1993 y con ella un nuevo título para el Sao Paulo, además del obtenido luego de ganar la Recopa Sudamericana en ese mismo año. Llegaría pues nuevamente un 12 de diciembre para enfrentar al gran AC Milan. El resultado, 3-2 para los paulistas quienes lograban así el Bicampeonato Intercontinental, convirtiéndose de esta manera en el cuarto y último equipo en conseguirlo en la historia del fútbol.
Hoy 24 de abril, perdió el Barcelona su pase a la final de la Champions League 2012 y también falló un penal su máxima estrella, todo ello en su propio estadio; sin embargo por más que eso pueda doler, hay que agradecer que no perdió su estilo, porque como decíamos en nuestro post anterior, para Guardiola y sus jugadores eso está muy lejos de estar en juego. Además, al igual que en la historia que acabamos de relatar, es necesario entender que el fútbol tiene estas situaciones, y que parte de todo lo que hay que aprender, es también, a saber perder. El mundo no se termina hoy para el buen fútbol catalán, solo es cuestión de continuar, viendo lo que se puede hacer mejor para con ello intentar hacerlo, tal y como hasta ahora. Telé Santana, un gran técnico, firme en sus convicciones por el “el jogo bonito”, decía también que “es imposible llegar a la perfección pero es posible aproximarse”. Desde el inicio de su carrera como entrenador del equipo B en la temporada 2007/08, Josep Guardiola ha logrado hasta la fecha un aproximado de 72% de victorias, 19% de empates y 9% de derrotas, es decir, siendo también fiel a su admirable propuesta de juego, ha tenido que de cada 10 partidos, ganó 7, empató 2 y perdió 1. Qué mejor ejemplo pues, de aquello de “…pero es posible aproximarse”.