Esto es, estamos frente a una situación en donde las diversas actividades son también el reflejo de un mundo globalizado en el cual el comportamiento de la gente se hace cada vez más dependiente del conocimiento, escenario que pone de manifiesto el hecho siguiente: lo que cada individuo produce o trabaja tiene que ver necesariamente con el manejo de algún tipo de información, es decir, con la manera en que utiliza la misma para el desarrollo de sus labores así como también para la solución de sus problemas. Nuevamente, para poder enfrentarse a tal situación se requiere estar permanentemente actualizado. «Dicho de manera breve, las sociedades del conocimiento tienden a ser sociedades centradas en la administración de la información y que hacen uso eficiente de los datos disponibles para la resolución de problemas. Una sociedad basada en el conocimiento es intrínsecamente una sociedad basada en la educación» (Slater 2005:78).
Así también, los cambios en los sistemas de educación y formación a los que hacemos mención reflejan entre otras cosas una evolución en las formas de aprender, toda vez que «el docente y el libro de texto (como única fuente de conocimiento) han perdido el monopolio del saber; los alumnos y las alumnas tienen cada vez mayor acceso a otras fuentes de información más potentes, atractivas y cercanas a sus intereses» (López 2005:9). Esto definitivamente influye en las estrategias y maneras de enseñar, pues las diversifica y actualiza para con ello poder estar acordes con estas nuevas posibilidades de aprendizaje, y en tal sentido, dada la situación de cambio constante que se mencionara al inicio es necesario darle una especial importancia a la tarea de una actualización permanente en todos aquellos ámbitos referidos a la práctica docente.
Esto quiere decir que, teniendo una sociedad y en particular, una demanda laboral que requiere de personas preparadas para múltiples circunstancias, competentes a su vez en el manejo de la información y en un continuo proceso de formación, «ha llegado el momento de enseñar a aprender, lo que significa tener capacidad para seleccionar, analizar y comprender la información en su contexto histórico y social. […] En este siglo, el problema no es poseer la información sino, más bien, encontrarla, seleccionarla y ser capaz de utilizarla de manera apropiada» (Coloma 2003:68-69). Esto se vuelve crucial toda vez que estamos inmersos dentro de una sociedad del conocimiento frente a la cual debemos conducirnos como corresponde a ciudadanos adecuadamente alfabetizados en ella.
Lo aquí mencionado implica por un lado que el docente esté preparado para poder utilizar estrategias de enseñanza que propicien en sus educandos el desarrollo y el fortalecimiento de cinco habilidades en particular: «1) la capacidad para la investigación; 2) la capacidad creativa; 3) la capacidad de usar alta tecnología; 4) la capacidad de liderazgo empresarial; 5) la capacidad de liderazgo moral. Estas cinco capacidades no son tan solo necesarias sino indispensables para lograr el desarrollo de una sociedad del conocimiento a paso ágil» (Slater 2005:79).
En tanto que dentro de este mismo contexto y del lado del participante adulto implica su predisposición a convertirse en un aprendiz estratégico y autónomo «capaz de autorregular su estudio y aprendizaje, desarrollando actitudes favorables y habilidades de organización y planificación del estudio; lectura, análisis e interpretación de información; manejo de las nuevas tecnologías de la información; habilidades de comunicación e interacción para un aprendizaje colaborativo; todo ello con responsabilidad y autonomía» (Del Mastro 2003:32), esto es, participantes «que sean capaces de planificar su trabajo y/o estudio de acuerdo con unas coordenadas temporales, unas condiciones de estudio y las exigencias de la demanda […] En definitiva estamos hablando de que los alumnos y las alumnas tengan un comportamiento estratégico en su aprendizaje» (López 2005:9).
Por todo esto es que se hace necesario prestar también atención a las estrategias didácticas, toda vez que «según como se procede en el aula se favorece que el alumnado desarrolle unas estrategias de aprendizaje u otras, es decir, el método de enseñanza influye en los procesos mediante los que el alumnado se apropia de los contenidos de la asignatura y los integra en sus esquemas de conocimiento» (López 2005:28). En este punto, conviene precisar que de manera amplia entendemos el concepto de estrategia como la «forma de proceder flexible y adaptativa, en la que partimos de las variables contextuales y alteramos el proceso según se vayan modificando dichas variables. Presupone visiones amplias o de conjunto de todos los elementos y comporta tomar decisiones pertinentes, esto es, adaptadas al problema real» (De la Torre y Barrios 2002:112); en tanto que desde el punto de vista didáctico recurrimos a Boggino (2004), quien citando a Bixio (1999) nos menciona al respecto de las estrategias didácticas lo siguiente: «desde el paradigma de la complejidad y, particularmente, desde un enfoque constructivista, no pueden reducirse las estrategias didácticas a recursos técnico-metodológicos, sino que deben ser comprendidas como todas las acciones que realiza el docente con clara intencionalidad pedagógica» (Boggino 2004:53).
Por ello, cuando se considere utilizar una determinada estrategia es necesario en primer lugar tener en cuenta los objetivos que se quieren lograr con ella, sus usos, limitaciones y posibilidades, para de esa forma poder aprovecharla de la mejor manera posible. Además, un aspecto que se debe tener presente es la capacidad que debe poseer todo docente para adaptar determinada estrategia didáctica según las circunstancias particulares que le toque experimentar, pero sin perder de vista el aspecto central que viene constituido por el objetivo formativo que se busca alcanzar, según acabamos de mencionar.
De otro lado, debemos también agregar que resulta importante emplear estrategias didácticas que permitan una alfabetización consciente de los alumnos como consumidores y usuarios de los nuevos lenguajes de la comunicación y la información, con plena conciencia de uso y con potencialidad para su utilización crítica y creativa, esto es, para el desarrollo de su competencia comunicativa conforme a las situaciones e intercambios comunicativos generados en la sociedad actual (Pérez 2004:252), esto sobre todo si tenemos en cuenta las posibilidades que nos brindan hoy en día las tecnologías de la información y la comunicación, y de forma particular Internet, toda vez que «los usos de Internet como recurso didáctico pueden centrarse en torno a la información, que se consigue fundamentalmente a través de la interacción con la Red, o en torno a la comunicación, o el acto de relacionarse con otra persona, donde Internet se convierte, no ya en una fuente de información, como en el caso anterior, sino en un medio de comunicación» (Gutiérrez 2003:203), ante esto:
Es significativo comprobar cómo los medios de comunicación permiten logros interesantes en cualquier proceso educativo innovador tales como: la significatividad de los aprendizajes, la globalización de los contenidos, la actividad del discente, la fundamentación en el entorno, la diversidad de los recursos, el inicio de los procesos a partir de las ideas previas, el carácter formativo de los procedimientos de valoración y evaluación, el rol de orientador y estimulador de los docentes, la flexibilidad organizativa, la adaptación curricular a las necesidades particulares del alumnado, la interdisciplinariedad en el desarrollo del currículum, la importancia de los valores y las actitudes. (Pérez 2004:58)
Finalmente, por todo lo expuesto consideramos que ante las exigencias del mundo actual resulta pertinente remarcar la importancia de una permanente actualización en cuanto a la práctica docente por parte de los maestros, debido a que no solamente incide en el logro de los objetivos pedagógicos sino que además facilita el desarrollo de nuevas formas de aprender por parte de sus alumnos, formas que les permitan alcanzar aprendizajes significativos, aquellos que les sirvan para incorporar los conocimientos adquiridos a su propio contexto histórico y social y a partir de ello poder utilizarlos de manera autónoma y exitosa en las situaciones propias de su realidad.
Bibliografía:
BOGGINO, Norberto
2004 El constructivismo entra al aula. Didáctica constructivista. Enseñanza por áreas. Problemas actuales. Rosario. Homo Sapiens Ediciones.
CHUMPITAZ, Lucrecia y ESCOBAR, Patricia
2007 Guía Didáctica, Plan Especial de Licenciatura en Educación. Material de enseñanza. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Facultad de Educación.
COLOMA, Carmen Rosa
2003 «La sociedad de la información y los retos para la enseñanza». Educación. 2003, Volumen XII, número 23, pp. 67-78.
DE LA TORRE, Saturnino y BARRIOS, Oscar
2002 Estrategias didácticas innovadoras. Barcelona. Ediciones OCTAEDRO, Segunda edición.
DEL MASTRO, Cristina
2003 El aprendizaje estratégico en la educación a distancia. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, Serie Cuadernos de Educación.
GUTIÉRREZ, Alfonso
2003 Alfabetización Digital. Algo más que ratones y teclas. Problemas actuales. Barcelona. Editorial Gedisa.
LÓPEZ, Francesc (dir.)
2005 Aprender autónomamente. Estrategias didácticas. Barcelona. Editorial Laboratorio Educativo / Editorial GRAO.
PEREZ, Amor
2004 Los nuevos lenguajes de la comunicación. Enseñar y aprender con los medios. Barcelona. Ediciones Paidós Ibérica.
SLATER, Rolando
2005 «Educación en y para una sociedad del conocimiento». Educación. 2005, Volumen XIV, número 26, pp. 77-84.