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¿Por Qué Nadie Quiere a las Mineras?

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Una de las cuestiones centrales en el ámbito político doméstico durante los últimos meses ha sido el conflicto de Tía María. Y una de las anécdotas políticas que más ha llamado la atención fue el exabrupto del nuevo Presidente del Congreso, Pedro Olaechea, diciéndole al Presidente Vizcarra que “no tenga miedo de gobernar”. Al parecer en los medios nadie ha asociado ambos eventos; sin embargo, el vínculo parece claro: lo que Olaechea en realidad quiso decirle al Presidente es que mande la tropa a Tía María a poner en orden al “populacho”.

Por otro lado, una pregunta que nadie –y mucho menos Pedro Olaechea– parece considerar en el caso de Tía María es la que está como título de este artículo. En realidad, esta omisión no nos extraña mucho en el caso de Pedro Olaechea o de los medios en general, pero sí nos llama un poco la atención cuando no se la plantean observadores de cierta solvencia cuando expresan su opinión al respecto. Podríamos aludir aquí a muchos de tales casos, pero vamos a referirnos muy someramente a solo uno de ellos. Y conste que la única razón por la cual lo tomamos en cuenta en particular es por nuestra consideración por su calidad profesional. Se trata de una entrevista a Carlos Amat y León, Profesor Emérito de la Universidad del Pacífico, sobre el conflicto de Tía María, realizada por Joaquín Rey y publicada por Perú 21.

Debemos empezar señalando que la pregunta de por qué nadie quiere a las mineras nos viene a la mente cuando notamos que conflictos como el de Tía María tienen precedentes y se han venido observando por mucho tiempo y por todo lado en el territorio nacional, donde pequeños productores agrícolas buscan la manera de manifestar su contrariedad con el desarrollo de grandes proyectos mineros en sus tierras. De hecho, estos conflictos son los “problemas recurrentes en torno a la minería” a los que se refiere el entrevistador de Carlos Amat.

Resulta pues claro que deberíamos hacer esta pregunta a todo aquel que quiera dar su opinión sobre el asunto. Obviamente, habrá quienes (incluyendo Amat) la rechacen de plano diciendo que la pregunta es capciosa y que, en realidad, mucha gente quiere a las empresas mineras, y que los conflictos que estamos observando en realidad son obra de “agentes anti-mineros” que engañan a la gente. Pero aún en ese caso nuestra pregunta resulta pertinente, porque ahora la preguntar pertinente sería por qué es tan fácil para tales “agentes anti-mineros” engañar a la población. En efecto, como veremos, ambas preguntas nos llevan a una misma y sencilla respuesta, cual es que nadie quiere a las mineras (o es muy fácil para los “agentes anti-mineros” engañar a la gente) porque existe una desconfianza generalizada por parte de la población, desconfianza que es el producto de una larga historia de argucias y despojos que se inicia con la ocupación europea de los Andes hace quinientos años.

Esta desconfianza que los empresarios, señores, patrones y extraños en general inspiran en la población tiene pues una larga historia y no se va a desvanecer tan fácilmente. Y algo que nuestros capitalistas deben entender es que ahora ellos se van a ver obligados a pagar por lo menos parte del costo de quinientos años de usurpación y despojo europeo de los recursos andinos. Y para ello no va a ser suficiente que las empresas y el gobierno hagan promesas y firmen compromisos.

Pero la posición de las mineras va más allá de simplemente limitarse a hacer promesas y firmar compromisos. En realidad, buscan también la manera de sacar algún beneficio de la circunstancia en la cual están envueltas: Amat, por su parte, propone “reorganizar el estado en el ámbito regional” creando nuevas “corporaciones de desarrollo” que serían financiadas con el canon minero y en el manejo de las cuales participarían las empresas mineras. O sea, lo que buscan las mineras es reasignar el canon minero de tal manera de obtener el control por lo menos indirecto de sus fondos, y no dejar todo en manos de los gobiernos regionales y locales.

Que las empresas mineras no se limiten a hacer promesas y firmar compromisos, sino que pasen a construir infraestructura, servicios públicos, colegios y hospitales sería una manera de empezar a pagar la deuda a que aludimos y así ganar la confianza de la población. Tal como los gremios empresariales y sus voceros insisten en la importancia de que obtengamos la confianza del inversionista, ellos también podrían mostrar algún interés por ganar la confianza de la población. Pero no lo quieren hacer.

Y no quieren ceder en este conflicto porque ello crearía un precedente para futuros proyectos de inversión, O sea, no quieren que la gente aumente sus expectativas y empiece a creer que merece más de lo que ya tiene o le están dando. Pero lo terrible en realidad no es que ni siquiera quieren reconocer la deuda que tienen con la población, sino que no dudarían en abrirse camino de manera violenta. De hecho, el conflicto de Tía María ya tiene algunos años y ha costado la vida a varios pobladores. Es obvio que de esa manera no van a ganar la confianza de la gente, y este tipo de conflictos se va a repetir en el futuro.

Es mucho dinero el que está en juego en Tía María (según Amat, 500,000 millones de PBI en los próximos 20 años). Obviamente, ello implica que el negocio seguiría siendo muy rentable si la empresa invierte algunos millones más. Pero, ¿por qué no lo hacen? La empresa (Southern) sabía que esto iba a pasar, ¿por qué no vieron de invertir algún tiempo y un poco de dinero en ganarse la simpatía de la gente. ¿Por qué prefiere Southern invertir millones en propaganda proclamándose defensora del medio ambiente en vez de invertirlos infraestructura y servicios públicos en Tía María? Como repetimos, se trata de no crear expectativas, que la gente no empiece a creer que merece más de lo que ya tiene. Y en eso tienen el respaldo de los gremios empresariales.

Un último hecho ilustrativo de la desconfianza de la gente en las empresas mineras es la remodelación reciente del local que la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía tiene en la esquina de las calles Francisco Graña y Rocca de Vergallo en el distrito de Magdalena del Mar en Lima, la cual ha llevado a la SNMPE a cubrir con cemento el área verde de la berma frente a su nuevo local para facilitar el estacionamiento de los vehículos de sus empleados y visitantes. No muestra, pues, algún respeto por la propiedad pública, por el bien común. Así no es fácil confiar en ellos.

Ni con Maduro ni con Trump

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Este es un tema del que no voy a volver a escribir. Y explicaré luego por qué. Me refiero a la crisis venezolana. Ésta despierta el interés del público en general, pues tiene un impacto sobre nuestro país a través de la inmigración, lo cual afecta la remuneración de los trabajadores en nuestro país.

En la prensa el interés no es de ese tipo. Es, más bien, un interés político, especialmente por parte de los que acusan a Maduro de ser un dictador corrupto y sanguinario, del cual quieren la cabeza, y que no pueden ocultar su simpatía por una eventual intervención armada extranjera –esto es, norteamericana– que lo deponga y les entregue su cabeza. Por otro lado, en una actitud menos locuaz, están los que simpatizan con Maduro. Es decir, tenemos por un lado a los que están contra Maduro (y con Trump) y, por otro lado, a los que están con Maduro (y contra Trump).

Pero alguien puede venir y decir que sus simpatías –en realidad– están contra Maduro, pero no a favor de Trump. Obviamente, eso no es sincero ni creíble: si alguien está en contra de Maduro es porque está, por lo menos en la práctica, a favor de Trump. Es decir, o estamos a favor de uno de ellos, o estamos en contra de ambos. No existe otra posibilidad, mucho menos la de simpatizar con ambos.

Pues bien, yo le diría a los que simpatizan con Trump que sigan criticando a Maduro, hablando de la terrible crisis económica que vive Venezuela, del apoyo recibido por el auto-proclamado presidente Juan Guaidó a nivel internacional, de la represión de las manifestaciones populares en Venezuela. Pero también les diría que no mencionen que Maduro fue elegido al cargo, que tiene el apoyo del 30% del electorado, que México no se ha sumado al bloqueo, que en una declaración sobre Venezuela el Papa no condena a Maduro, ni que existe la posibilidad de una solución negociada. Y también les diría que no se preocupen por hablar de los personajes que manejan el asunto venezolano en el gobierno de Trump. Me refiero a su secretario de estado, Mike Pompeo, carnal del príncipe saudita que ordenó torturar y asesinar un periodista de oposición en el consulado saudita en Estambul; de su asesor de seguridad, John Bolton, agresivo extremista de derecha, más bruto y achorado que cualquier ejemplar doméstico, pero que encontró la manera de no ir a pelear a Vietnam cuando le tocaba; ni de su encargado especial, Elliot Abrams, veterano defensor de dictadores y encubridor de masacres en América Central durante los 80s.

Obviamente, a los que simpatizan con Maduro les diría que hagan justamente lo contrario.

Y a los que no están ni con Trump ni con Maduro les diría QUE SE CALLEN LA BOCA, al menos sobre ese tema, pues, en realidad, hay muchas cosas que nos deben preocupar y de las que debemos hablar. A nivel doméstico podemos hablar de la lucha contra la corrupción, el intento de fuga de Alan García y los trámites para extraditar a Alejandro Toledo; del aniego en San Juan de Lurigancho; del caos en el transporte urbano; de los miles de niños pidiendo ayuda en las calles de Lima, de la lucha contra los femenicidios; del rendimiento negativo de los fondos de pensiones; de la lucha de la CONFIEP contra la “tramitología” y la inflexibilidad de la legislación laboral; de los 4 millones de peruanos que viven en el extranjero; etc.

En el ámbito global podemos hablar del avance del populismo de derecha, del odio y del fascismo; del cambio climático y la deserción del Acuerdo de París por parte de Estados Unidos; de la globalización y la “guerra comercial” desatada por Trump contra China; de la monopolización de los mercados y la expansión de gigantescas transnacionales; del aumento de la concentración de la propiedad y de la desigualdad del ingreso; de la proliferación de armas nucleares y el abandono del Acuerdo sobre Misiles Nucleares de Alcance Intermedio por parte de Estados Unidos; del rol de Estados Unidos como única superpotencia y los abrazos entre Donald Trump y Kim Jong-un; de los “chalecos amarillos” franceses; del peligro que el avance de internet y las redes sociales significa para nuestra privacidad; etc.

100 Años del Asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht

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Hoy día, 15 de enero, se conmemoran 100 años la muerte de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, fundadores de la Liga Espartaquista y del Partido Comunista de Alemania, asesinados en Berlín por la chusma fascista de las SA, que luego dieran origen a las SS nazis.

Es importante recordarlos en estos momentos en que el fascismo está de vuelta en todo el mundo, y, para todos nosotros, esa es una amenaza más seria que la que representa Nicolás Maduro, el entrañable enemigo de la derecha doméstica.

Rosa Luxemburgo fue autora del libro La Acumulación de Capital (1913), considerado uno de los más importantes textos de la economía marxista.

Karl Liebknecht estudió derecho y economía política y en 1912 fue elegido al parlamento alemán, donde fue el único en oponerse a la guerra en 1914.

En El País pueden ver un interesante reportaje sobre el evento que se conmemora.

El Problema de los Inmigrantes Venezolanos en el Perú

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Hace unas tres semanas fui entrevistado sobre el tema del impacto de los inmigrantes venezolanos sobre la economía peruana por dos medios locales, pero ninguno parece haber divulgado las entrevistas. Aunque ya traté este asunto en una entrada anterior, presento aquí una lista resumida de las ideas básicas que traté de exponer en las entrevistas, y también otras más.

En primer lugar, es necesario entender que la desastrosa situación de la economía venezolana resulta en gran medida de los errores del gobierno chavista, de interferir de una manera totalmente caprichosa con los mercados. Pero debemos también tener en cuenta en que en Venezuela la informalidad es mínima si la comparamos con la que existe en el Perú, y carece, por lo tanto, de un colchón capaz de absorber el desempleo del sector formal, por lo que exportar su desempleo es el recurso más sencillo que le queda.

Debemos también tener en cuenta que Venezuela es una economía mono-exportadora, duramente afectada por el retraso del precio del petróleo luego de la crisis financiera del 2008. La situación del Perú con relación a sus exportaciones no ha sido tan desventurada, ni mucho menos. De hecho, nuestro país no estaría en condiciones de atraer venezolanos si el precio del cobre y del oro (productos que representan casi el 50% de nuestras exportaciones legales) hubieran tenido una experiencia similar a la del petróleo. En efecto, tal como podemos ver en el siguiente gráfico, los precios del cobre y del oro en relación al precio del petróleo más que se duplicaron entre 2003 y 2017. La pregunta es, pues, ¿cuál sería nuestra actual situación económica si los precios del cobre y del oro hubieran tenido una evolución similar a la del petróleo?

 

Fuente: BCRP

Por otro lado, hasta hace 3 o 4 años, Venezuela recibía inmigrantes de otros países de la región, absorbiendo de esa manera el desempleo de esos países. Aunque ahora el flujo se ha revertido, en estos momentos todavía podría haber más peruanos que venezolanos viviendo en el extranjero. En efecto, actualmente hay más de 2 millones de peruanos en el extranjero, que emigraron básicamente a partir de 1990, y que envían al país unos 3,500 millones de dólares al año; esto es, unos 10 millones de dólares diarios (que es lo que actualmente los venezolanos envían a su país en un mes desde el Perú). Es decir, nosotros mismos hemos estado haciendo lo que hacen ahora los venezolanos, solo que en mayor medida.

También debemos entender que el impacto de la inmigración venezolana debe ser positivo para la economía peruana en su conjunto. Y la explicación es muy sencilla: se trata de un aumento en nuestra dotación de mano de obra que, de lograr insertarse en el mercado de trabajo, debe permitir un aumento del producto interno. De hecho, hace unas tres semanas el Banco Central revisó al alza su proyección de crecimiento del producto para este año, sin dar una explicación clara de por qué lo hacía; pues bien, la explicación más sencilla es el aumento de nuestro stock de mano de obra al que hemos hecho referencia.

Sin embargo, el hecho que el impacto global sobre la economía sea positivo no implica que todos en el Perú vamos a ganar. De hecho, habrá ganadores y perdedores, tal como se refleja en la presión a la baja que existe sobre los salarios, lo que obviamente perjudica a los trabajadores, pero favorece por otro lado a los empleadores (las empresas). Aún más, existe también la posibilidad de que el producto per cápita disminuya si es que el aumento del producto interno es proporcionalmente menor al aumento de la población resultante de la inmigración.

Ahora bien, siendo los principales favorecidos por la inmigración venezolana, los líderes empresariales deberían manifestar abiertamente su rechazo al ex-alcalde Ricardo Belmont, que busca ganancias políticas incentivando la xenofobia entre los trabajadores peruanos. Y debemos también estar alertas ante la posibilidad de que algunos políticos estén tratando de exacerbar el problema de la inmigración con el fin de distraer la atención del público del escándalo de la corrupción en el Poder Judicial.

Finalmente, debemos señalar que el problema que existe en Venezuela no es de carácter puramente doméstico, sino regional, y no se podrá solucionar si no se encuentra una salida a la crisis política en ese país, lo cual requiere de una negociación directa entre el gobierno de Maduro y la oposición. Hasta el momento, solo el Vaticano ha tratado de jugar el rol de mediador, mientras que el presidente Trump ha tenido tiempo para sentarse a conversar con el norcoreano Kim Jong-un, pero no con Maduro. Como única superpotencia, interesada en mantener la tranquilidad y la paz mundial, Estados Unidos debería estar jugando el rol de mediador en conflictos de este tipo, pero Donald Trump no es capaz de entender eso. Es más, el 8 de Setiembre el diario The New York Times reveló que el gobierno norteamericano sostuvo en algún momento reuniones secretas con militares venezolanos para negociar planes para derrocar al presidente Maduro.

 

Donald Trump: In Search of Enemies

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Donald Trump has withdrawn the US from a multilateral nuclear agreement signed with Iran in 2015 and intends to re-impose economic sanctions on that country. In this way he is dismantling president Obama’s most important foreign-policy achievement. This point is underscored by Anthony Zurcher in a report to the BBC, in which he presents three reasons behind Trump’s decision, the first one being his purpose of “shredding the Obama legacy”, taking aim at practically every one of his predecessor’s achievements: he has pulled the US out of the Trans-Pacific Partnership trade negotiations, has announced his intention to withdraw the US from the Paris Agreement on climate change, has re-imposed sanctions and travel restrictions on Cuba, has backed the repeal of some Obama-era controls on financial institutions, etc.

As Zurcher sees it, another reason behind Trump’s decision would be his “full-throated support” of Benjamin Netanyahu, Israel’s far-right prime minister, after having previously expressed an opinion not very critical of the Iran deal.

And the last reason –according to Zurcher– would be the influence of “hawks” like Mike Pompeo –new Secretary of State– and John Bolton –new National Security Advisor– who recently replaced Rex Tillerson and HR McMaster, who had reportedly advised Trump against abandoning the agreement.

But Trump’s antipathy for Obama and/or sympathy for Netanyahu clearly do not exhaust all possible explanations of his decision. And although being surrounded by warmongers such as Pompeo and Bolton –and experts in torturing techniques, such as Gina Haspel, his nominee for heading the CIA– also plays a role, there is an important point missing in Zurcher’s explanation of Trump’s decision, and that would be the US need of foreign enemies.

In effect, after North Korea announced its intention of negotiating the dismantling of its nuclear program, the US looks on its way of losing one of its most hated enemies. In fact, a US-North Korea summit is being arranged for June 12. Although the chances of reaching a final agreement with North Korea will be eroded by Trump’s dumping of the deal with Iran, Kim Jong-un’s offer to negotiate with the US clearly undercuts the position of the most aggressive and belligerent voices in the US –among them, Trump himself– that promote raising military expenditures even more, disregarding the fact that the US is the world’s largest military spender, with expenses that in 2016 represented 36% of the world’s total. Thus, there is a need of enemies, and Iran is now the best choice. As we know, the US arms industry –baptized by President Eisenhower as “the military-industrial complex”– is very powerful in every sense, and it would be silly to believe that they are interested in peace and denuclearization.

Trump justifies his decision claiming that the agreement was “a horrible one-sided deal that should have never, ever been made”, and that, in any case, Iran was already violating it. But this is an argument that sounds very much like George W. Bush’s pretext for invading Iraq in 2003, that asserted that Saddam Hussein had a huge stock of “weapons of mass destruction” that –as we know– were never found after that country was occupied.

Although his supporters claim that soon a new, more favorable agreement will be signed, it is obvious that Trump does not have a plan in mind. In any case, Trump should be aware that if the US prevailed in its recent show of force with North Korea, that would not have happened without China’s weight on the Koreans. But the situation is different now, as the European countries, together with China and Russia are all against the breaking of the deal with Iran.

Kuczynski y Odebrecht – La Lección a Obtenerse

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EL presidente Kuczynski ha aceptado que una empresa de su propiedad recibió pagos “de consultoría” de Odebrecht cuando él ocupaba el cargo de ministro de economía del ex–presidente Alejandro Toledo. Ahora PPK pretende aplacar el agravante que haber previamente negado haber recibido dinero de Odebrecht alegando que los pagos por casi 800 mil dólares recibidos por una empresa de su propiedad fueron por contratos con los cuales él no tuvo “nada que ver”. Obviamente, eso no suena muy persuasivo.

La reacción general en los medios ha sido pedir la renuncia del presidente, quien ha solicitado se le quite el secreto bancario, pero nadie parece interesarse por tal solicitud, y eso es un error muy grave. Puedo entender que los políticos –especialmente los de la oposición– no se interesen en la solicitud de PPK, pero es increíble que ni los medios ni el público en general tampoco le hagan caso.

PPK debería exigir ahora que los congresistas, empezando por los de la oposición, también renuncien a su secreto bancario. No lo hace porque considera que bajo un orden capitalista el secreto bancario es un derecho inalienable, del cual solo podemos prescindir en una situación de vida o muerte. Pero cualquier político que asume un cargo público –como el de presidente o congresista– debe entender que pierde mucho de su derecho a la privacidad. Esa debe ser la principal lección que debemos obtener de la crisis política que vivimos.

En las elecciones pasadas solo una candidata -Verónika Mendoza- ofreció renunciar a su secreto bancario. No sé si finalmente lo hizo, pues los medios y el público tampoco se interesaron mucho en el asunto. Pero la renuncia al secreto bancario debería ser no solo una condición para asumir, sino incluso para postular a un cargo público. Sería una manera de por lo menos tratar de disuadir a aventureros y bribones a que hagan de la actividad política un negocio. Los políticos que ahora predican contra la corrupción en nuestro país sin siquiera aludir al asunto del secreto bancario son simplemente una banda de hipócritas.

Ahora que parece obvio que el presidente tendrá que irse a su casa en San Isidro o a su departamento en Manhattan, solo nos queda esperar que no solamente haga efectiva su renuncia al secreto bancario, sino que exija que los congresistas también lo hagan. Es único desquite posible que tiene contra el fujimorismo.

Vargas Llosa vs. Kim Jong-un: Sobre la Abolición de las Armas Nucleares

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El autor hispano-peruano Mario Vargas Llosa ha publicado en su columna Piedra de Toque un artículo –“La bomba de Kim Jong-un”– en relación al programa nuclear norcoreano. El artículo está en la página del diario El País, y ha sido publicado en “La República”.

Salvo el dato sobre el peso del líder norcoreano (133 kilos, según el autor), en realidad no hay nada nuevo –mucho menos sustantivo– en el artículo. En todo caso, lo primero que llama la atención es la cantidad y variedad alucinante de calificativos con que el autor califica a su personaje central, a quien asigna la capacidad de “extinguir la civilización”. Solo en el subtítulo y el primer párrafo lo califica de ser inculto, de inteligencia primaria, que parece una caricatura de sí mismo; tirano, asesino, gordinflón, payaso, pequeño sátrapa mozalbete y malcriado. En el resto del artículo se pueden encontrar otras variedades. En claro contraste, el autor no usa ningún adjetivo cuando en algún momento se refiere al presidente norteamericano (“el presidente Trump”), de quien no parece saber el peso.

Yo no voy a decir que esto refleja que el autor sufre de algún deterioro intelectual –aunque el hecho que no lo diga no necesariamente implica que no lo piense– pero pierde un poco la compostura: decir cosas como las que escribe las puedo esperar en el caso de Philip Butters o Aldo Mariátegui, pero no de un Premio Nobel. Pero debemos advertir que ya tiene antecedentes: hace poco el autor criticó duramente la decisión de la Academia Sueca de otorgar el Premio Nobel de Literatura al compositor e intérprete norteamericano Bob Dylan, y habló de la “frivolización de la cultura” y expresó su temor que dicho premio sea eventualmente “otorgado a un futbolista”. Es preocupante no solamente porque ningún otro Premio Nobel hizo algún reclamo de ese tipo, sino también porque un mínimo de consecuencia debería haberlo llevado a devolver el premio y el dinero que recibió. No lo hizo porque hablar es muy fácil y no cuesta. Mismo Donald Trump.

Aunque un chispazo de lucidez lo lleva a lamentar que ya no sea posible una “acción militar limitada” por parte de Estados Unidos, el mismo autor admite su confusión en relación al tema del impasse nuclear que le preocupa. “¿Cómo hemos llegado a esta situación?”, se pregunta, para luego admitir que no tiene “ninguna respuesta”. La situación a la que se refiere sería una en la que el “pequeño sátrapa” norcoreano tiene “la llave de una catástrofe nuclear de dimensiones apocalípticas”, y que está en juego “la posibilidad de un cataclismo planetario”.

Y como no tiene ninguna explicación que dar, aprovecha la oportunidad para lanzarle flores al capitalismo global, que en las últimas décadas nos habría “salvado de la barbarie”. Nos recuerda a John Dos Passos, eminente autor norteamericano, que en los años 30 defendió a Sacco y Vanzetti (sindicalistas norteamericanos), y a León Trotsky (ex–jefe del Ejército Rojo), y que terminó en los años 50 convertido en ferviente macartista, y escribiendo majaderías para Selecciones. Aunque tal vez sea algo atrevido comparar al autor con Dos Passos.

¿A qué voy con todo esto? Aunque en un segundo chispazo de lucidez, el autor lamenta el “siniestro polvorín nuclear en que está convertido el mundo”, no es capaz de inferir lo que resulta obvio, y que es que lo que debemos buscar es la ABOLICIÓN TOTAL de las armas nucleares. El autor se dedica más bien a defender a países como Estados Unidos, que se han atribuido el poder de decidir quién puede tener armas nucleares y quiénes no (para lo cual cuentan con el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de 1968). Es algo más lastimoso que la decisión del gobierno peruano de expulsar al embajador norcoreano, a pesar del servilismo que tal medida refleja (ningún otro país de la región lo ha hecho).

Para terminar, me permito recomendarle al autor, y a todos ustedes, echar un vistazo a un reportaje sobre Corea del Norte, de Will Ripley y Marc Lourdes, reporteros de la cadena norteamericana CNN, “Secret State. A journey into the heart of North Korea”. Aunque los comentarios finales hechos por los autores en la primera versión para el cable han sido recortados, Vargas Llosa sin duda pensaría que Ripley y Lourdes son agentes de Kim Jong-un.

Sobre el Propósito de Enmienda

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Hay un alboroto en la prensa local por la liberación este 11 de setiembre –aniversario del golpe de Pinochet en Chile y de la destrucción por Al Qaeda de las Torres Gemelas de Nueva York, curiosa coincidencia, que a nadie parece llamarle la atención– de Maritza Garrido Lecca, luego de 25 años de prisión por haber albergado a Abimael Guzmán y otros líderes senderistas. El alboroto básicamente es en relación al hecho que se está liberando a senderistas que no muestran signos de arrepentimiento ni propósito de enmienda, lo cual puede ser un peligro para la sociedad. Y RPP manifiesta su preocupación por el hecho que sean excarcelados aun cuando no han pagado la reparación civil correspondiente.

Lo de RPP, obviamente, es una nimiedad, por decir lo menos. Pero, ¿qué hay del arrepentimiento y del propósito de enmienda? Obviamente, es difícil esperar eso de los líderes de una agrupación como Sendero Luminoso, que ahora parecen ser incapaces de aceptar su intrascendencia histórica y abandonar su sectarismo, sobre todo después de haber llegado al extremo al que llegaron.

O sea, en general es difícil –aunque no tan difícil– admitir que nos hemos equivocado. Algunos antiguos revolucionarios son actualmente defensores del orden capitalista y, aunque no lo dicen, piensan que han sido lo suficientemente inteligentes para darse cuenta que estuvieron equivocados (aunque no lo sean tanto si llegaron a equivocarse de esa manera).

Además, para tomar decisiones de ese tipo –admitir que nos hemos equivocado y manifestar propósito de enmienda– tenemos que tomar en cuenta los premios y castigos que esas decisiones conllevan. Es obvio que, por las atrocidades cometidas por Sendero, es muy difícil que sean readmitidos por la sociedad con los brazos abiertos. Es más, hay normas legales que justamente buscan prevenir dicha readmisión.

Los arrepentidos, pues, no pueden esperar ninguna recompensa. Es más, podrían estar esperando algún premio por no mostrar arrepentimiento, pues pueden ver la situación del país durante los últimos 25 años, en que la miseria continúa básicamente intacta, y la violencia y la corrupción no hacen sino aumentar, como el caldo de cultivo que nutre extremismos como los de Sendero Luminoso.

Por otro lado, algo que no van a entender los propulsores de declaraciones de  “Héroes de la Patria”, es que el gobierno fujimorista de entonces –o sea, Alberto Fujimori– buscó humillar y avergonzar a los líderes senderistas capturados, vistiéndolos con trajes a rayas. Eso no solo mostraba la mezquindad de quién tomó esa decisión –creo saber quién fue– sino también el propósito de usar ese evento políticamente. Pues bien, yo no creo que haya mucha gente que acepte ese tipo de humillaciones. Y ahora eso es parte del precio que tenemos que pagar por la sordidez del gobierno de Alberto Fujimori y sus abusos.

¿Qué Está Pasando en Venezuela?

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El gran número de jóvenes venezolanos vendiendo arepas en las calles de Lima nos revela de primera mano la terrible situación de la economía de Venezuela, la cual resulta de la incapacidad del gobierno de mantener sus políticas de controles de precios, subsidios, gastos sociales y control de cambios, tras la caída del precio del petróleo a partir de 2014.

Todos conocemos la importancia del precio del petróleo para Venezuela, pero para entenderla mejor veamos el siguiente gráfico. Como podemos ver, el precio del petróleo empieza a dispararse en 1999 –justo cuando fue elegido Hugo Chávez– y llegó a subir por encima de $150 el barril en junio de 2008, para luego caer en un 70% como consecuencia de la crisis financiera de ese año. Posteriormente, y luego de mantenerse alrededor de $100 por unos cinco años, sufre una caída aún más drástica a partir de junio de 2014 –Nicolás Maduro había sido elegido un año antes–, llegando a caer por debajo de $30 en enero de 2016. Actualmente está en $50.

Precio del Petróleo 1997-2017 – US$ por barril (escala logarítmica)

http://www.macrotrends.net/1369/crude-oil-price-history-chart

Es claro, entonces, que el boom de precios permitió al gobierno de Chávez llevar adelante sus políticas de controles de precios, subsidios y gastos sociales por unos quince años, pero que eso ya se acabó. Pero si queremos terminar de entender este asunto, debemos ver un gráfico similar para el caso de la principal exportación peruana, el cobre. Como podemos ver, el precio del cobre tuvo un comportamiento similar al del petróleo, pero nuestro país no está sumido en una crisis como la venezolana. Obviamente, parte de la explicación es que los gobiernos peruanos no tuvieron políticas de controles de precios, subsidios y gastos sociales. Pero eso no es todo: comparando ambos gráficos podemos ver en los últimos 20 años el precio del petróleo subió de aproximadamente $25 a $50 (un aumento de 100%), mientras el precio del cobre subió de $0.70 a $2.80 (un aumento de 300%). La pregunta que tendríamos que hacernos, entonces, es ¿cómo estaría la economía peruana si el precio del cobre fuese en estos momentos $1.40?

Precio del Cobre 1997-2017 – US$ por libra (escala logarítmica)

http://www.macrotrends.net/1476/copper-prices-historical-chart-data

Obviamente, los medios no nos explican estas cosas, y su información no es ni completa ni imparcial, y la imagen que proyectan es que el caos económico es el resultado puro y simple de la política económica del régimen. Es más, tampoco nos dicen que básicamente no se ha nacionalizado nada, ni se trata de un sistema socialista de tipo soviético, tal como señala Anders Aslund en Foreign Policy (http://foreignpolicy.com/2017/05/02/the-maduro-regime-is-heading-for-a-soviet-style-collapse-venezuela/).

En el ámbito político, la creciente polarización y el aumento de la violencia nos llevan a pensar que la solución de la crisis no va a ser sencilla, ni mucho menos pacífica, pues hasta el momento solo el Papa Francisco se ha ofrecido como mediador, buscando actitudes conciliatorias en ambas partes. Ahora puede ser ya muy tarde, y es probable que la violencia continúe, pues al parecer Maduro cuenta con el apoyo de alrededor de un tercio del electorado (similar a la tasa de aprobación en estos momentos de los presidentes Kuczynski en el Perú y Trump en Estados Unidos).

Es claro que si alguien quiere jugar el rol de árbitro entre dos adversarios no puede presionar solo a uno de ellos e incentivar la polarización. Los críticos de Maduro sostienen que toda negociación es imposible dado el estilo agresivo y confrontacional de Maduro –un editorial del Financial Times lo califica de “thuggish”. Y también los saca de quicio su lenguaje radical, que consideran ofensivo y anacrónico. Pero lo cierto es que la violencia proviene de ambos lados. Es más, el primer acto importante de violencia fue dado por la oposición hace ya 15 años: nos referimos al golpe de estado contra Chávez el 2002, que contó con el apoyo del gobierno de George W. Bush, tal como señala Ed Vulliamy de The Guardian (https://www.theguardian.com/world/2002/apr/21/usa.venezuela)

Tras más de 25 años del fin de la Guerra Fría, Estados Unidos ha mostrado una total incapacidad de jugar el rol de árbitro de conflictos que le corresponde como única superpotencia, y no tiene ningún interés en la crisis venezolana, así como tampoco lo tuvo en el caso del conflicto colombiano, cuya solución tuvo que ser auspiciada por el gobierno de Cuba. Pero debemos tomar en cuenta no solo que Estados  Unidos ya tiene muchos otros conflictos que manejar, sino también porque su dependencia del petróleo venezolano –el tercero en importancia luego de Canadá y Arabia Saudita– le traería graves problemas si la situación llega a un standoff que paralice todo ese país. También está el riesgo de un default de la deuda externa venezolana (Financial Times habla de $70,000 millones de “traded debt”). Hasta ahora Estados Unidos se ha limitado a congelar activos que pueda tener Maduro en ese país, sanción que es básicamente simbólica, pues siempre existe el riesgo de empujar a Venezuela en los brazos de Rusia y China.

En nuestro país, en vez de estar discutiendo si debemos o no romper relaciones con el gobierno de Maduro, debemos concentrar nuestra atención de eventos político de mayor importancia en América Latina (tales como la decisión de la Cámara de Diputados brasileña de archivar los cargos de corrupción contra el presidente Temer) y en nuestro país (tales como la declaración de Odebrecht en Brasil, sobre los “aportes” de su empresa a los candidatos a la presidencia el año 2011, las huelgas de médicos y de docentes, etc.)

Héroes de Verdad

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El pasado jueves 22, cuatro personas murieron en un incendio en la galería Nicolini del centro comercial Las Malvinas, en el Cercado de Lima. Entre ellos, dos jóvenes –Jorge Huamán, de 19 años, y Jovi Herrera, de 20 años– sufrieron una muerte terrible, pues habitualmente realizaban sus labores diarias encerrados en una estructura metálica por su empleador. Todos nos hemos sentido consternados ante las horrorosas imágenes de un joven entre las llamas, pidiendo auxilio desesperadamente. Dichas imágenes fueron mostradas una y otra vez, de manera morbosa, en los noticieros de  la televisión peruana.

Esta tragedia debe llevarnos a hacer –y hacernos– ciertas preguntas. En primer lugar, a los dueños de esas emisoras, y a los productores de dichos noticieros habría que preguntarles por qué en su lugar no nos informan sobre si las autoridades están realizando actividades de prevención para evitar la repetición de este tipo de tragedias. Es obvio que en Lima existe dicho riesgo: hace poco 79 personas fallecieron en el incendio de un edificio de departamentos en Londres, ciudad que obviamente tiene estándares de seguridad mucho más altos que los que tienen las municipalidades en Lima, que han autorizado la construcción de miles de edificios de departamentos los últimos 20 años.

Y una pregunta que deberíamos hacernos a nosotros mismos es ¿cómo es posible que exista ese tipo de condiciones trabajo en nuestro país? Se trata de una suerte de “capitalismo informal”, que resulta de la incapacidad de las empresas privadas –el capitalismo moderno, formal– de absorber toda la oferta de trabajo en nuestro país (y ello a pesar que, según INEI, dos y medio millones de peruanos han migrado al extranjero desde 1990). Los ideólogos del neoliberalismo aseguran que tal incapacidad resulta básicamente de la excesiva intromisión del Estado en la economía, y de los innumerables trámites, controles y licencias que se requieren para establecer y mantener un negocio formal (la “tramitología” criolla o el “red tape” gringo). Y ante la pregunta de por qué existen tantas restricciones y controles, tales ideólogos acusan a la burocracia estatal, corrupta y hambrienta poder, que recibe el apoyo de tontos útiles que repudian el capitalismo y la libre empresa.

Obviamente, el problema es más complicado. Es más, es muy fácil mostrar que dichos controles en gran medida resultan de poca disposición de los mismos empleadores –y empresas en general– a cumplir las reglas de juego básicas (como, por ejemplo, otorgar condiciones de trabajo adecuadas y no engañar a los consumidores con etiquetas tramposas). Podemos presentar una analogía muy sencilla que nos permite entender eso: en las calles limeñas existe una infinidad de “rompemuelles” –una suerte de controles– que son puestos por las autoridades precisamente porque saben que las señales de Pare y de Velocidad Máxima son generalmente ignorados por los conductores. En principio, todo lo que debería ser necesario es que los conductores aprueben sus exámenes de manejo y de reglas de tránsito, y que firmen una declaración jurada comprometiéndose a respetar las señales de tránsito. De la misma manera, los empleadores solo deberían tener que firmar una declaración análoga, comprometiéndose a respetar las normas laborales, sanitarias, de seguridad, de medio ambiente, etc. Todo eso haría que no se requiriesen “rompemuelles” ni otros controles. Pero todos sabemos que eso no es suficiente.

Pero, ahora, ¿qué podemos hacer para mejorar las condiciones de trabajo en nuestro país? Obviamente, mejores actitudes por parte de los empleadores y de las autoridades deben ayudar en alguna medida. Pero, ¿y qué hay de los trabajadores? ¿por qué están ellos dispuestos a trabajar en condiciones inhumanas? Creo que este es el problema más importante: las expectativas de los jóvenes de bajos ingresos y sus sentimientos de respeto propio son ínfimos. Y, en realidad, el orden establecido lo prefiere así: una clase trabajadora dócil, dispuesta a trabajar por salarios miserables.

El Congreso dela República –que hace poco declaró héroes a los efectivos militares que hace 20 años participaron en el rescate de los rehenes del MRTA en la residencia del embajador japonés en Lima– debería ahora mostrar su respeto por los trabajadores informales y declarar héroes nacionales a Jorge Huamán y Jovi Herrera. Algún consuelo tendremos, y en alguna medida contribuiríamos a elevar las expectativas y el sentido de respeto propio de los trabajadores. No es mucho, pero es un paso que podría ayudarnos a dejar de retroceder y empezar a avanzar.