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El Problema de los Inmigrantes Venezolanos en el Perú

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Hace unas tres semanas fui entrevistado sobre el tema del impacto de los inmigrantes venezolanos sobre la economía peruana por dos medios locales, pero ninguno parece haber divulgado las entrevistas. Aunque ya traté este asunto en una entrada anterior, presento aquí una lista resumida de las ideas básicas que traté de exponer en las entrevistas, y también otras más.

En primer lugar, es necesario entender que la desastrosa situación de la economía venezolana resulta en gran medida de los errores del gobierno chavista, de interferir de una manera totalmente caprichosa con los mercados. Pero debemos también tener en cuenta en que en Venezuela la informalidad es mínima si la comparamos con la que existe en el Perú, y carece, por lo tanto, de un colchón capaz de absorber el desempleo del sector formal, por lo que exportar su desempleo es el recurso más sencillo que le queda.

Debemos también tener en cuenta que Venezuela es una economía mono-exportadora, duramente afectada por el retraso del precio del petróleo luego de la crisis financiera del 2008. La situación del Perú con relación a sus exportaciones no ha sido tan desventurada, ni mucho menos. De hecho, nuestro país no estaría en condiciones de atraer venezolanos si el precio del cobre y del oro (productos que representan casi el 50% de nuestras exportaciones legales) hubieran tenido una experiencia similar a la del petróleo. En efecto, tal como podemos ver en el siguiente gráfico, los precios del cobre y del oro en relación al precio del petróleo más que se duplicaron entre 2003 y 2017. La pregunta es, pues, ¿cuál sería nuestra actual situación económica si los precios del cobre y del oro hubieran tenido una evolución similar a la del petróleo?

 

Fuente: BCRP

Por otro lado, hasta hace 3 o 4 años, Venezuela recibía inmigrantes de otros países de la región, absorbiendo de esa manera el desempleo de esos países. Aunque ahora el flujo se ha revertido, en estos momentos todavía podría haber más peruanos que venezolanos viviendo en el extranjero. En efecto, actualmente hay más de 2 millones de peruanos en el extranjero, que emigraron básicamente a partir de 1990, y que envían al país unos 3,500 millones de dólares al año; esto es, unos 10 millones de dólares diarios (que es lo que actualmente los venezolanos envían a su país en un mes desde el Perú). Es decir, nosotros mismos hemos estado haciendo lo que hacen ahora los venezolanos, solo que en mayor medida.

También debemos entender que el impacto de la inmigración venezolana debe ser positivo para la economía peruana en su conjunto. Y la explicación es muy sencilla: se trata de un aumento en nuestra dotación de mano de obra que, de lograr insertarse en el mercado de trabajo, debe permitir un aumento del producto interno. De hecho, hace unas tres semanas el Banco Central revisó al alza su proyección de crecimiento del producto para este año, sin dar una explicación clara de por qué lo hacía; pues bien, la explicación más sencilla es el aumento de nuestro stock de mano de obra al que hemos hecho referencia.

Sin embargo, el hecho que el impacto global sobre la economía sea positivo no implica que todos en el Perú vamos a ganar. De hecho, habrá ganadores y perdedores, tal como se refleja en la presión a la baja que existe sobre los salarios, lo que obviamente perjudica a los trabajadores, pero favorece por otro lado a los empleadores (las empresas). Aún más, existe también la posibilidad de que el producto per cápita disminuya si es que el aumento del producto interno es proporcionalmente menor al aumento de la población resultante de la inmigración.

Ahora bien, siendo los principales favorecidos por la inmigración venezolana, los líderes empresariales deberían manifestar abiertamente su rechazo al ex-alcalde Ricardo Belmont, que busca ganancias políticas incentivando la xenofobia entre los trabajadores peruanos. Y debemos también estar alertas ante la posibilidad de que algunos políticos estén tratando de exacerbar el problema de la inmigración con el fin de distraer la atención del público del escándalo de la corrupción en el Poder Judicial.

Finalmente, debemos señalar que el problema que existe en Venezuela no es de carácter puramente doméstico, sino regional, y no se podrá solucionar si no se encuentra una salida a la crisis política en ese país, lo cual requiere de una negociación directa entre el gobierno de Maduro y la oposición. Hasta el momento, solo el Vaticano ha tratado de jugar el rol de mediador, mientras que el presidente Trump ha tenido tiempo para sentarse a conversar con el norcoreano Kim Jong-un, pero no con Maduro. Como única superpotencia, interesada en mantener la tranquilidad y la paz mundial, Estados Unidos debería estar jugando el rol de mediador en conflictos de este tipo, pero Donald Trump no es capaz de entender eso. Es más, el 8 de Setiembre el diario The New York Times reveló que el gobierno norteamericano sostuvo en algún momento reuniones secretas con militares venezolanos para negociar planes para derrocar al presidente Maduro.