La Mala Fama de las AFP

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La publicación hace varias semanas de un artículo de Richard Webb dio origen a un debate en los medios con relación a la vigencia del SPP y la eficiencia de las AFP, que luego ganó fuerza con la publicación de un estudio por profesores de la Universidad del Pacífico, y que ahora espero que continúe con la próxima publicación de un libro de este servidor por el Fondo Editorial de la PUCP.

Felipe Morris llamó “tonto útil” a Richard Webb y calificó de “indecente” la propuesta de reforma del Sistema Privado de Pensiones hecha por la UP. El Sr. Kuczynski habló en RPP de una comparación “mañosa” entre la rentabilidad privada de las AFP y la rentabilidad de los fondos que administran. Aunque el uso de tales adjetivos puede no tener intención ofensiva, es evidente que el ambiente está caldeado.

De hecho, las AFP tienen un problema de reputación que se refleja en la continua atracción de nuevos afiliados por el Sistema Nacional de Pensiones, y que se hizo más evidente cuando el gobierno se vio forzado a dar marcha atrás en su plan de obligar a los independientes a afiliarse al SPP.

La baja popularidad de las AFP resulta sobre todo del hecho que nadie tiene un amigo o pariente jubilado por el SPP que esté feliz con su pensión, y aun cuando podemos aceptar que la principal razón es que tales jubilados han aportado solamente unos 20 años al SPP, claramente la cosa es más complicada, y presentamos aquí algunas razones que indican que, en gran medida, las mismas AFP son las responsables de las bajas pensiones (y de su exigua reputación).

Primero, que los afiliados que se están jubilando actualmente aportaron previamente al SNP, y recibieron por ello bonos de reconocimiento por montos irrisorios y de rentabilidad cero, lo cual fue tomado muy despreocupadamente por las AFP, sin pensar que eso afectaría negativamente el monto de las pensiones de sus afiliados.

Segundo, las altas comisiones cobradas por las AFP hicieron –tal como lo mostramos en nuestro libro– que la rentabilidad neta real acumulada por los fondos tipo 2 durante los diez primeros años del SPP fuese nula; es decir, toda la rentabilidad que recibieron los afiliados la usaron para pagar las comisiones cobradas por las AFP.

De manera similar, cálculos que hemos realizado indican que la durante los 20 primeros años del SPP la rentabilidad neta real promedio del fondo tipo 2 fue aproximadamente 5% o 6% anual, lo cual no está mal. El problema es que la baja tasa de descuento aplicada al cálculo de una pensión vitalicia es de solamente 3.85%. Esto es particularmente grave porque dicha tasa equivale a la rentabilidad del fondo del afiliado una vez que se jubila. O sea, justo cuando el afiliado tiene el mayor capital acumulado ve caer la rentabilidad real de su fondo a prácticamente cero (si asumimos una tasa de inflación anual de poco más de 3%).

Finalmente, fueron las mismas AFP las que promovieron la reducción de la tasa de aportación para ganar competitividad frente al SNP. De hecho, la tasa de aportación permaneció por diez años en 8%, y ahora mismo no es 10%, sino solamente 8.6% si tomamos en cuenta que los trabajadores no aportan sobre sus gratificaciones de julio y diciembre. La menor tasa de aportación también han tenido como resultado fondos acumulados de menor valor y pensiones más bajas.

Pues bien, como diría Milton Friedman, no hay lonche gratis: si bien la reforma del sistema de pensiones le resultó al Estado muy barata, y a las AFP muy rentable –es decir, todo el peso de la creación del SPP fue descargado sobre los hombros de los trabajadores– pues ahora el Estado y las AFP tienen que pagar por ello

El SPP viola una regla básica del libre mercado, la libre elección, pues al afiliado el gobierno le fija la cantidad que tiene que comprar (la tasa de aportación), y las AFP le fijan el precio que debe pagar (la comisión), estableciendo de esa manera una relación totalmente asimétrica entre las AFP y sus afiliados. Uno de los resultados de esto fue que, por ejemplo, durante el periodo 1998-2012 las AFP obtuvieron una rentabilidad anual promedio de 40.2%, mientras que la rentabilidad nominal promedio de los fondos tipo 2 fue de solo 12.4%.

La creación del SPP debió manejarse como la concesión por el Estado de un servicio público (con un mercado cautivo) a empresas del sector privado, a las cuales no se les debió otorgar total libertad para fijar sus comisiones abusando de su poder oligopólico. Ahora se está tratando de corregir eso en alguna medida con la introducción de la licitación de afiliaciones, pero eso ya podría ser muy tarde.

Finalmente, es necesario tomar en cuenta que el propósito fundamental de un sistema de pensiones como el SPP es aumentar la tasa de ahorro de los trabajadores, y que esa es una tarea que no puede ser entregada por completo a las AFP. Es decir, se pueden tomar otras medidas, totalmente independientes del SPP, que promuevan el aumento del ahorro de las familias, sobre todo las de menores ingresos.

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