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El problema del transporte urbano en Lima Metropolitana

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El tamaño del parque automotor de Lima Metropolitana es actualmente de más de 1.5 millones de vehículos, y está creciendo a una tasa anual de 15%, la cual –de mantenerse- hará que dentro de 5 años el número de unidades se duplique a 3 millones.

En gran medida como resultado de este crecimiento del parque automotor, han surgido una serie de problemas que hoy parecen imposibles de resolver; problemas tales como la lentitud del tráfico, el agravamiento de la contaminación ambiental, y el aumento del número de accidentes provocados básicamente por los conductores (la gran cantidad de “rompemuelles” en la ciudad nos dice de la poca disposición de los conductores para respetar voluntariamente las reglas de tránsito).

Esta situación resulta en parte del hecho que, por mucho tiempo, se ha incentivado el uso de vehículos motorizados mediante las normas de tránsito, la provisión de infraestructura (puentes peatonales), y otras reglas de juego (importación de vehículos usados; pasajes escolares y universitarios).

La gravedad de los problemas asociados a la circulación de un elevado número de vehículos motorizados ha llevado a muchas ciudades en el mundo a tomar una serie de medidas, tales como prohibir la circulación de vehículos por cierto número de días a la semana, o por su antigüedad, buscando de esta manera reducir el tráfico de vehículos.

Sería más eficiente, sin embargo, reducir el tráfico de vehículos motorizados aumentando el precio del combustible, instalando parquímetros, castigando con más rigor las infracciones de tránsito, haciendo más rigurosas las revisiones técnicas, etc.

Pero más eficiente aún sería promover el uso de medios alternativos, no motorizados, de transporte urbano, tales como la bicicleta. De hecho, en grandes urbes alrededor del mundo (sobre todo en Estados Unidos y en Europa), no solamente se ha levantado infraestructura sino también se han implementado programas especiales, tales como el alquiler compartido de bicicletas como una manera de facilitar su uso.

Si bien proveer la infraestructura apropiada –ciclovías, barras de aseguramiento de bicicletas, etc.– y tomar otro tipo de medidas puede ser muy útil, la mejor manera de promover el uso de la bicicleta es hacer que los niños y jóvenes descubran la magia del ciclismo, y eso no debería ser difícil en una ciudad como Lima, pues –por sus características naturales– Lima es un paraíso para el ciclismo: la ciudad es básicamente plana, no llueve, no corre viento, no hace ni el frío ni el calor que hace en casi cualquier otro lugar del mundo, y no existen cambios abruptos en el estado del tiempo.

En estas circunstancias, puede ser muy fácil lograr que muchos jóvenes sueñen con volverse ciclistas profesionales, simplemente haciéndoles montar una bicicleta de buena calidad, bien preparada y con ruedas de alta presión para que descubran que pueden pedalear, en una superficie plana y con la ropa adecuada, a una velocidad de 25km/h, sin mayor esfuerzo y sin cansarse. Y esas pruebas deberían ofrecérseles en los colegios.

El problema es que los colegios no tienen ni una sola bicicleta, ni proveen a los jóvenes de ningún tipo de educación ciclística, en que se
les enseñe a dar importancia al buen mantenimiento de sus bicicletas en cuestiones tales como el balanceo y la presión de las llantas, la altura correcta del asiento, la distancia apropiada entre el timón y el asiento, o la geometría y rigidez del cuadro o chasís de sus bicicletas en general. Ni siquiera se les enseña sobre el uso correcto de sus bicicletas, particularmente de los cambios de velocidad. De esta manera, los jóvenes en Lima no solo montan bicicletas de mala calidad y pésimo mantenimiento, sino que ni siquiera las usan bien.

Tenemos también el tremendo problema de que el ciclismo ha desaparecido como deporte en el Perú, y ya no se realizan las competencias que había en el Campo de Marte de Jesús María, y en el velódromo de San Martín de Porres. Es más, el ciclismo prácticamente no existe en los programas deportivos de la televisión.

Otro gran problema es la seguridad de los ciclistas, pues a los conductores no se les enseña a respetar a los ciclistas, y su reacción frente a un accidente que lastime a un ciclista es simplemente darse a la fuga. Es más, en el proceso de emisión de licencias de conducir por el Touring Club ni siquiera se advierte a los conductores sobre las precauciones que deben tomar en relación a los ciclistas.

Por último, debemos tener en cuenta que la bicicleta es el medio de transporte que le corresponde al 80% de la población limeña por su nivel de ingreso, la cual podría llegar de sus hogares a sus centros de estudio o de trabajo más rápidamente que usando el transporte público –y, de paso, entreteniéndose y ejercitando para mantener un buen estado físico.

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