Por Ariel Segal
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La de Honduras es una extraña dictadura, pues ciertamente es producto de un golpe militar y su “pecado original” fue el de expulsar al presidente Zelaya, en lugar de someterlo a juicio político (impeachment); o a un proceso judicial, tras la advertencia del Congreso y de la Corte Suprema sobre la inconstitucionalidad del referéndum que promovió para una “constituyente”. Luego del golpe castrense contra el golpe desde el poder ejecutivo, el ejército transfirió a los legisladores la responsabilidad de restituir el hilo constitucional con la confirmación del presidente del Congreso, Roberto Micheletti, como presidente provisional.