LAS CAUSAS DE LA GRAN TRANSFORMACIÓN

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El día de hoy todos hemos sido testigos del nivel más bajo al que puede caer un gobernante. El pseudo mensaje a la nación, ante los acontecimientos sucedidos en el valle de Tambo y en Arequipa, no ha dejado a dudas acerca de la clase de presidente que tenemos los peruanos. Mientras trataba de escuchar y entender el intento de lectura de nuestro presidente, venían a mi mente las lecciones sobre Nicolás Maquiavelo que llevé con Víctor Sacca y Sinesio López. Destacaba Maquiavelo en su célebre obra El Príncipe: “(El príncipe) cae en menosprecio cuando pasa por variable, ligero, afeminado, pusilánime, irresoluto: un príncipe debe protegerse de todo esto como de un escollo, e ingeniarse para que en sus acciones se advierta grandeza, valor, gravedad, fortaleza (…) debe procurar que su sentencia sea irrevocable”. (Maquiavelo, 2000:87). Lo que hemos podido apreciar hoy en la tarde es eso que tanto temía Maquiavelo en un gobernante: un Ollanta Humala variable, ligero, irresoluto y pusilánime; tan inseguro estaba de lo que el mismo leía, que la lectura del mensaje se cortaba ante sus propios nervios e inseguridades.

Quienes hemos vivido la campaña presidencial del 2006 y del 2011 apreciamos a un candidato Humala totalmente diferente al presidente Humala; ha claudicado en sus grandes proyectos nacionales, ha pasado de la gran transformación a una hoja de ruta, sin darse cuenta que es el propio Humala quien ha sido la primera victima de su tan mentada “gran transformación”. Pero, ¿qué pasó?, ¿a qué se debe ese giro tan radical?, ¿por qué después de haber votado por un candidato que ofrecía el cambio, hemos terminado siendo gobernados por un presidente que ha mantenido el statu quo? Estas preguntas me llevan a una investigación del 2014 realizada por Yusuke Murakami: “La actualidad política de los países centrales en el gobierno de izquierda”, en la que el politólogo japones explica lo que el llama “la dinámica política de entrar por la izquierda y salir por la derecha”.

Murakami explica que son varios los factores que han contribuido a que (no solamente Humala, sino también Alberto Fujimori y Alan García) se haya dado este giro, esta contradicción entre las promesas electorales y las políticas gubernamentales. Una de ellas es la coyuntura del proceso electoral en el cual fueron elegidos los presidentes en mención; sin embargo, por cuestiones, obvias, solo hablaré del caso Humala.

En el proceso electoral del cuál salió elegido Humala (2011) su pase a la segunda vuelta electoral se facilitó gracias al discurso de la “gran transformación” (propuesta de gobierno opuesta al neoliberalismo imperante). Es necesario recordar que su discurso electoral al iniciar dicha campaña, mantenía el cariz radical del anterior proceso electoral (2006); pero el cambio se produjo a inicios del 2011, dando un ligero giro a lo que se denomina “centro izquierda”, este cambio se puede explicar en base a la experiencia de las elecciones pasadas, en que se mantuvo en su discurso radical (tanto en la primera como en la segunda vuelta) y que lo llevó a la derrota.  Otro aspecto importante a nivel del proceso electoral, es que muchos autores considera que el cambio era necesario ya que su contendiente electoral (Keiko Fujimori) representaba el continuismo de la política económica neoliberal y gozaba del respaldo y visto bueno de los principales representantes de los grupos de poder económico nacional. A diferencia de las elecciones del 2006, en que ambos candidatos (Humala y García) se presentaban como representantes de la izquierda, en el 2011 el voto estaba polarizado y la tradición electoral desfavorable de la izquierda hizo que Humala se viera en la obligación (y con la presión) de dar un giro a la derecha: claudicando y renegando de su “gran transformación” y dando pase a la “hoja de ruta”.

Una segunda causa de este giro de Humala se puede explicar por medio de la débil institucionalidad de los partidos y del sistema de partidos políticos. Es de esperarse que en un partido político caudillista (como lo es el partido nacionalista, el APRA, Perú Posible, etc.) no existan los mecanismos adecuados de elección de candidatos ni de control partidario una vez elegidos. En ese sentido es fácil (demasiado, diría yo) que una vez en el cargo público, se “olviden” de sus promesas electorales e incluso de olviden de contar con la asesoría y/o consejo de los miembros del comité de su propio partido político. La situación se presenta aún peor en el caso de Humala, cuando la presidenta del partido nacionalista es su propia esposa (Nadine Heredia) y su comité nacional está integrado por congresistas o ministros que no tienen la fortaleza ni el coraje de decirle al presidente Humala la verdad, sino que le dicen lo que él (o su señora) quiere oír.

Una tercera causa de este giro tiene que ver con la estructura socioeconómica que le toca enfrentar al gobernante una vez en el poder. Esto se puede resumir en lo que el propio Ollanta Humala mencionó hace algún tiempo: “una cosa es con guitarra y otra con cajón”. Claro, las promesas electorales son eso, promesas, que no necesariamente se tienen o deben de cumplir, al fin de cuentas su cumplimiento está condicionado a la coyuntura real en la que le toca gobernar.  Frente a una crisis económica internacional, iniciada en el 2008 y a la caída de los precios de los metales a nivel mundial, las posibilidades de que Humala pudiera hacer algo por “transformar” el país que encontró, se redujeron a la mínima expresión; no ha tenido mejor alternativa que seguir con el “piloto automático” puesto en funcionamiento a inicios de 1990.

Finalmente, Murakami menciona las características personales del gobernante. Humala tiene, según el politólogo japonés, un carácter muy flexible (es variable, en términos maquiavelianos). “De los cinco hermanos varones, Ollanta Humala ha sido siempre el más dúctil en pensamiento y actitud” (Murakami, 2014: 109). Cualquiera creería que un miembro de las fuerzas armadas (Humala fue capitán del Ejército) tendría un carácter fuerte, nuestro presidente ha demostrado todo lo contrario. No abordaré más este tema, se lo dejo a mis amigos psicólogos.

Sinesio López menciona otras causas de este cambio a la derecha, entre las que puedo citar la racionalidad pragmática, la correlación de fuerzas en los procesos electorales y la corrupción de los poderes fácticos (económicos, principalmente). (López, 2013:13-15).

El estudio de Murakami, resulta tan importante hoy en día, en que muchos peruanos nos preguntamos por ese Humala de polo rojo, de la gran transformación, del cambio, de la mejora. Y más aún ahora que estamos cerca de un nuevo proceso electoral y en el que las promesas electorales estarán a la orden del día y en el que podemos cometer el mismo error otra vez.

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