¿Alguien quiere pensar en los viejitos?

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El día de mañana, 28 de julio, se celebrarán 203 años de la proclamación de nuestra independencia. Más de doscientos años de supuesta libertad, independencia y soberanía. En las actuales condiciones, muy similares a las de las guerras civiles de inicios de nuestra vida republicana, es importante pensar en el futuro y en quienes heredarán esta patria. Y no me refiero a los niños, sino a los ancianos, a nuestros viejitos, los adultos mayores.

Hace unas semanas el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) publicó el documento “Situación de la población peruana 2024: una mirada de la diversidad étnica”; en dicha publicación se muestra detalladamente el proceso de envejecimiento de la población peruana. Según los datos estadísticos, la estructura de la población peruana ha experimentado cambios significativos a lo largo de las décadas. En 1940, el 42.1% de la población estaba constituida por menores de 15 años, lo que refleja una población predominantemente joven. Para este año, esta proporción se ha reducido al 23.9%, mientras que la población en el grupo de edad de 15 a 59 años ha aumentado del 51.5% en 1940 al 62.1% en 2024. Sin embargo, el cambio más significativo ha sido el de la población adulta mayor (60 años y más), pasando del 6.4% en 1940 al 13.9% en 2024. Pero, ¿cómo evolucionará la población peruana en las próximas décadas? Las proyecciones indican que hacia el año 2050, la población adulta mayor alcanzará cifras similares a las de los tramos de menor edad, lo que resultará en un envejecimiento progresivo de la población. En 1950, había nueve personas de 15 a 59 años por cada adulto mayor; en 2024, este valor ha disminuido a cuatro personas, y se proyecta que para 2050 habrá solo dos personas de 15 a 59 años por cada adulto mayor. Este proceso de envejecimiento, prácticamente imparable e irreversible ameritará que nuestros gobernantes piensen en un redireccionamiento de las políticas públicas en el mediano y largo plazo. A medida que la población adulta mayor se incrementa, también lo hará la demanda de servicios de salud específicos (geriátricos, por ejemplo), pensiones y cuidados a largo plazo. Además, la oferta de mano de obra se verá afectada, lo que influirá en los indicadores económicos nacionales.

El concepto de bono demográfico describía una situación favorable en la que la carga potencial de la población dependiente era mínima, lo cual se alcanzó alrededor del año 2020. Sin embargo, como en otras ocasiones a lo largo de nuestros más de doscientos años de república, ese bono demográfico se está desaprovechando y viene disminuyendo a medida que la población sigue envejeciendo. Es momento de pensar en el futuro del país, es momento de pensar en los adultos mayores.

Publicado el 03 de agosto del 2024, en Diario Viral.

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