Estos últimos días la noticia más indignante ha sido el secuestro y posterior violación de una niña de 3 años en Chiclayo. La indignación popular ha sido grande y el aprovechamiento político del caso es aun mayor. El delincuente ha sido detenido y enviado a 9 meses de prisión preventiva al penal de Challapalca, ubicado en Puno a 4800 m.s.n.m. Como es de costumbre, solo cuando suceden este tipo de actos nuestros políticos suelen despertar y plantear “soluciones” que poco o nada contribuyen a eliminar el problema de raíz. Desde la famosa pena de muerte hasta la castración química y/o física. ¿Puede el Estado rebajarse al mismo nivel del criminal y tratarlo con la misma crueldad?
Desde el punto de vista sociológico, para contextualizar el fenómeno del derecho y la justicia, podemos usar algunos escritos de Émile Durkheim, gran sociólogo francés, quien desarrolla el tema del derecho y hace una distinción entre el derecho represivo y el derecho restitutivo. A una sociedad primitiva, caracterizada por la solidaridad mecánica, le corresponde el derecho represivo cuya función consiste en castigar todo lo que la sociedad considera o define como criminal. El predominio de este tipo de derecho es expresión de una fuerte repugnancia hacia todo lo que constituye una amenaza para la unidad y existencia del grupo social, y un castigo típico de este tipo de derecho es la pena de muerte. Por otro lado, en las sociedades modernas, caracterizadas por la solidaridad orgánica, existe el derecho restitutivo, cuya finalidad no consiste en castigar, sino en poner nuevamente a las partes en la situación en las que deberían estar normalmente, de no mediar falta alguna. Un ejemplo claro son las leyes, códigos, etc. El progreso del derecho restitutivo permite medir el grado evolutivo de una sociedad, indica que la división del trabajo está más especializada, etc.
Lo que nuestras autoridades (y gran parte de la población) piden: pena de muerte, castración y demás medidas radicales, corresponde claramente a una sociedad primitiva; la sanción legal que se debería imponer a las personas que cometen este y otros actos criminales corresponde a una sociedad moderna. Este triste ejemplo debe dejarnos algunas cosas en claro: mucho cuidado a aquellos seudo líderes sociales que aprovechan estas situaciones para generar el caos; mucho cuidado a la población que cree que, bajo esa absurda frase “Ojo por ojo, diente por diente”, pueden comportarse de la misma forma que el criminal que intentan juzgar. La justicia tarda, pero llega, para cualquiera de los dos lados.
Debió haberse publicado el 23 de abril del 2022, en Diario Viral.