La guerra ha empezado. En el mejor de los escenarios se viven las primeras dos semanas de más de 200 que aún faltan hasta el 28 de julio del 2026 en que Pedro Castillo y este Congreso dejen el poder. En el peor de los escenarios, se vienen 5 años de constante enfrentamiento, en mi opinión, nunca antes visto entre el ejecutivo y el legislativo. ¿Estuvimos advertidos de lo que pasaría se Castillo ganaba? Si, definitivamente. De lo que no sospechábamos era de la actitud que el actual parlamento viene tomando.
La guerra empezó cuando se dieron los resultados oficiales de la primera vuelta y nos enteramos de la composición ideológica (no política) del parlamento 2021-2026. Tres ideologías claramente diferenciadas: derecha, izquierda y un insignificante centro. Variantes más, variantes menos, lo que tenemos es un Congreso con esas tres ideologías, de las cuales la mayoritaria es la derecha y en segundo lugar la izquierda. La guerra continuó con el triunfo del profesor Castillo y el partido de izquierda radical Perú Libre. Algunos pensaban que se iba a dar el famoso giro al centro por parte del profesor chotano; sin embargo, las contradicciones se profundizaron con el nombramiento de Guido Bellido como primer presidente del Consejo de Ministros. Bellido es uno de los colaboradores más cercanos del cuestionado fundador de Perú Libre, Vladimir Cerrón; ambos han sido acusados de terrorismo y corrupción. Pero lo que menos le interesa al Congreso son esas acusaciones, el fondo del asunto es que quieren que Castillo deslinde de cerrón y gire, por lo menos, al centro. Es indudable que el presidente Castillo ha cometido una serie de errores políticos en el nombramiento de varios de sus ministros (estoy totalmente convencido de que en la izquierda hay gente más capaz, técnica y éticamente para esos cargos); sin embargo, la intromisión del Congreso, los pedidos de vacancia presidencial y censura a ministros a quienes aún no se les ha dado (o negado) el voto de confianza, no hacen más que evidenciar las reales intenciones del parlamento presidido por la acciopopulista María del Carmen Alva: deshacerse de Castillo a como de lugar. ¿Es esto legal?, probablemente si, siempre y cuando se cumplan los requisitos que establece la constitución para tal efecto. ¿Es legítimo? Probablemente también, ya que, a diferencia de sus predecesores, Castillo no cuenta ni con el carisma ni apoyo popular que si tenían Vizcarra y Sagasti; en ese sentido creo que tiene mucho que perder.
¿Qué le queda a Castillo? A la luz de lo que se ve, la única opción viable para su régimen sería la disolución de este parlamento. Quiero puntualizar que lo que estoy escribiendo no es lo que yo quisiera que pase, sino lo que debería hacer Castillo a fin de garantizar su permanencia en el poder, que para eso postuló y fue elegido presidente. La política no se hace para ganarse el cielo.
Publicado el 14 de agosto del 2021, en Diario Viral.