Desde hace un año y 2 meses nuestro país ha cambiado radicalmente, nuestra salud se ha visto mermada, nuestras relaciones sociales se han visto afectadas, nuestra economía ha sufrido una de las crisis más fuertes en las últimas décadas, y todo gracias a la pandemia del coronavirus. Este mes que acaba ha sido uno de los más trágicos en cuanto a muertos en nuestra región: llegando a un pico de 42 fallecidos en un solo día. Nuestros amigos y familiares se siguen contagiando (o, mejor dicho, siguen contagiando), y siguen muriendo. ¿Acaso no hemos aprendido nada?
¿Hacemos caso omiso a las sugerencias de un adecuado uso de mascarillas, protector facial, distanciamiento físico social y lavado de manos porque simplemente no nos gusta obedecer? ¿No hacemos caso porque no nos importa nuestra vida ni la de los demás? ¿Somos seres malos que actuamos sin medir las consecuencias de nuestros propios actos? Pareciera que las preguntas anteriores tuvieran una respuesta fácil, pero no es tan simple. Distintos autores, entre ellos Maquiavelo y Hobbes, tienen una visión negativa del ser humano. En sus obras señalan que el hombre es un ser malo, envidioso, cruel, vengativo y sin escrúpulos, que hace todo lo necesario para lograr sus objetivos y satisfacer sus necesidades. Pero ¿qué necesidades se satisfacen incumpliendo la ley? Pues existe una pirámide de necesidades prioritarias: las personas que tienen que salir a las calles para trabajar lo hacen porque la necesidad prioritaria es tener dinero y poder sostener a sus familias. Si no trabajan, no ganan; si no ganan, no pueden comprar alimentos; y si no comen, enferman. Suena lógico y poco reprochable. Sin embargo, hay otro sector de la población que al parecer ha invertido la pirámide de prioridades: no salen a trabajar para mantener a sus familias; salen a divertirse, salen a fiestas, a reuniones clandestinas: salen a exponerse y, peor aún, exponer a sus familias a una enfermedad desconocida y con secuelas peores que la misma enfermedad.
La cultura de la criollada o viveza, que parece tan normal entre nuestros compatriotas, está cobrando muchas vidas. Esta pandemia lo que está evidenciando, a parte de la debilidad del Estado y su nula preocupación por la salud en las últimas décadas de “crecimiento económico”, es que somos una sociedad con una cultura de la individualidad, de la inmediatez del día a día: solo importa el hoy, vivir el momento. El presente solo importa si ayuda a construir un futuro en el que todos podamos estar, en el que nuestros seres queridos y amados también estén con nosotros. Sin ellos, el futuro no tiene sentido. Cuidémonos y cuidémoslos a ellos.
Publicado el 29 de mayo del 2021, en Diario Viral.