La era de Pedro Pablo Kuczynski ha empezado. Debo reconocer que después de mucho tiempo he oído un discurso presidencial de asunción de mando que realmente se asemeja a lo que representa un discurso de un Jefe de Estado, tal como se entiende dicho término en el presidencialismo clásico.

Muchas personas, entre ellas la oposición fujimorista, han hecho una serie de críticas a la “falta de precisión” en algunos temas que son de urgente solución inmediata: seguridad ciudadana y crecimiento económico. Sin embargo, lo que distingue el mensaje de Pedro Pablo Kuczynski de sus predecesores es la visión que como país se ha planteado de cara al bicentenario (2021) y que ha sintetizado en sus últimos minutos ante el congreso: “1) Llevar agua y desagüe a todos los peruanos; 2) prestar un servicio de educación pública de calidad, que abra el mundo a millones de jóvenes; 3) prestar un servicio de salud pública sensible al enfermo, oportuno y eficaz; 4) formalizar el país, hasta el máximo posible; 5) construir infraestructura para el desarrollo, que con tanta urgencia necesitamos; y 6) liberar a nuestra Patria de la corrupción, de la discriminación, de la inseguridad, del delito, luchando con toda transparencia contra estos flagelos históricos”.

¿Acaso alguien podría no desear lo mismo para nuestro país? Claro, los fujimoristas, quienes aún no asimilan la derrota y esa mañana del 28 de julio mostraron (una vez más) su real talante democrático y su nula capacidad de reconocer en el otro (el ganador) algo bueno por lo cual deban aplaudir. No estaban obligados a aplaudir, es cierto, pero la política tiene gestos que la ciudadanía sabe valorar o censurar.

Como bien decía líneas arriba, el discurso corresponde al de un jefe de Estado; ahora viene la parte más interesante de todo: hay que escuchar cómo se piensa llegar al 2021 con esos grandes deseos cumplidos. Ahí viene a tallar la figura del jefe de gobierno, el presidente del Consejo de Ministros. La labor del premier Zavala no será nada fácil, no tanto por los graves problemas que hoy tenemos, ni por las grandes ambiciones que planteó el presidente Kuczynski; pienso que el gran reto del actual gobierno es tratar de encontrar puntos de consenso con la bancada de Fuerza Popular.

A estas alturas, los congresitas fujimoristas tienen dos opciones: brindar todas las facilidades del caso para que el ejecutivo pueda implementar las medidas que el pueblo necesita para mejorar el actual estado de las cosas, u oponerse al gobierno desde el inicio, plantear una agenda de gobierno distinta a la del ejecutivo para diferenciarse de éste lo más que puedan (aunque sabemos que las diferencias son muy pocas), dejando de lado los intereses nacionales. Con mucha pena creo que (luego del mensaje de la señora Keiko Fujimori, la mañana del 28 de julio) la bancada fujimorista se inclinará por la segunda alternativa.

Finalmente, creo importante destacar algunas ideas que desde la sociología son importantes que se hayan dicho en un discurso de inicio de gestión presidencial: revolución social, inclusión, eliminación de todo tipo de discriminación, humanidades, cultura, etc; temas que deben tener una orientación clara: la reducción de las profundas desigualdades estructurales en las que vivimos todos y todas.

El tiempo dirá si las grandes ambiciones del presidente Kuczynski se hicieron realidad o si este cambio fue otra ilusión más.