MÁS IGUAL QUE LOS DEMÁS

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11960221_1036830763024202_3460987964583430303_nHace unas semanas nuestro país se paralizó por el descubrimiento de un delito que se venía cometiendo reiterada y sistemáticamente en los últimos meses y quién sabe, si en los últimos años. El responsable no era el cabecilla de una banda de narcotraficantes o el líder de alguna banda de cogoteros o asaltantes. El nombre del cardenal Juan Luis Cipriani empezaba a aparecer como el artífice de un delito, penal y académico, que no tiene “perdón de Dios”: el plagio.

Como era de esperarse, la autodefensa del cardenal fue tan ridícula e insultante para la inteligencia promedio que no creo haber oído tamaña respuesta ni en mis estudiantes del primer semestre: “No cité a los autores porque no tenía espacio para las comillas”. Pero claro, buena respuesta, las comillas ocupan mucho espacio, no? El complemento fue aún más chistoso, al mencionar que al tratarse de los aportes de los Papas, éstos forman parte de la doctrina social de la iglesia, que todo miembro de la misma puede usar libremente. A ver, de ser así ni el mismísimo Papa Emérito Benedicto XVI o el Papa Francisco habrían realizado las referencias bibliográficas en las respectivas obras que cardenal Cipriani plagió; las obras de ambos y muchos más Papas aparecen debidamente referenciadas. En todo caso, los científicos sociales podríamos argumentar que, dado que lo investigado y descubierto por los sociólogos, antropólogos e historiadores anteriores también forma parte del conocimiento científico universal, entonces ¿para qué los citamos y referenciamos sus obras?

Lo que hubiera pasado como una anécdota más y una muestra del desprecio de nuestro cardenal por el respeto a las normas, aumentó su magnitud esta semana, cuando un grupo de “personalidades” del mundo político, social, “intelectual”, etc., salieron en defensa de quien había cometido una de las peores faltas académicas, con el agravante de que el cardenal es también Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Si, la misma universidad que sanciona muy drásticamente a los estudiantes y docentes que cometen plagio y cuyo control del poder económico ansía, casi libidinosamente, monseñor Cipriani.

En nuestro país, el apellido o cargo que ocupas influye bastante en el apoyo que recibes y de quién lo recibes. Por eso no es de extrañar que la mayoría de políticos que apoyan el delito cometido por el cardenal sean del fujimorismo (régimen dictatorial al cual Cipriani le hacía guiños con más que los ojos) y del aprismo. De la misma forma, destacados “intelectuales” del Opus Dei (grupo religioso al que pertenece el cardenal) y una larga lista de personajes que espero hayan sido sorprendidos con este manifiesto, ya que sorprende de sobremanera que hayan firmado algo así.

Desde Arequipa, la única universidad que se ha manifestado, por lo menos indirectamente, en contra de este tipo de actos ha sido la Universidad Católica de Santa María, la misma que esta semana ha iniciado una fuerte campaña, tanto al interior de su campus, como en los medios sociales, para evitar y sancionar este tipo de acciones delincuenciales.

En nuestro país, y como herencia de la década fujimontesinista, algunos delitos se pasan por agua tibia, no son importantes si los comete alguien importante. Como sentenciaba George Orwell en su clásica Rebelión en la Granja: “Todos los animales son iguales, pero hay animales más iguales que otros”

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