¿Pandemia?
pánico. Es más, la propia OMS ya empezó a dar informar del control del virus, lo cual demostraría que el demoniaco pronóstico a principios de semana que el virus se iba a regar ocasionando una peste mundial, era falsa. En todo caso, lo único que se ha regado es la especulación periodística que, en muchos casos, ha actuado irresponsablemente.
En realidad, no deja de ser extraña tanta alarma. Las ciencias sociales nos ha enseñado una máxima que funciona perfecto en épocas de crisis: inventa una guerra o crea una enfermedad. No deja de ser extraño que dicha enfermedad salga a la luz inmediatamente después que el G7 admitiese la crisis de la economía mundial, tampoco es raro saber que quien más gana con este pánico en la industria farmacéutica, especialmente Roche que hace unos años atrás se rellenó de plata con la venta de Tamiflú, la esencia mágica que nos iba a curar a todos de esa otra peste que apareció en el 2006, la gripe Aviar. Hoy, Tamiflú vuelve a presentarse como la píldora maravillosa. ¿Extraño?
Ahora, más allá de que sea paradójico que el mundo se preocupe por una centena de muertos a consecuencia de esta gripe (anualmente mueren once millones de niños por desnutrición), de ser cierto la efectividad del virus, poco se gana desatando el pánico. En otras palabras, no se dónde está el acierto del Ministro de Salud Oscar Ugarte en haber anunciado que la bendita plaga ya estaba aquí, o de las autoridades arequipeñas que, haciéndole coro al Ministro, ya cuentan muertos o declaran cierre de escuelas. Me parece que esa es una actitud irresponsable que linda más con la incompetencia que con la seguridad y, por tanto, debiera ser sancionada. Una forma de castigarlos podría ser, al igual que a cierta prensa alarmista, la de obligarles a usar eternamente la mascarilla para que no nos rieguen y contagien de su ineptitud.