Vidas paralelas

Aunque con períodos a veces muy largos, siempre es bueno reencontrarse con el cine nacional porque revela que, a pesar de sus dificultades, sigue con vida o, en todo caso, dando muestras que lucha por mantenerse, quizás no con la vitalidad esperada, pero de pie.

Vidas paralelas es una muestra que nuestro cine se mantiene de pie, o mejor dicho, luego de verla, cojeando, pues la película aborda el difícil tema de la violencia política o terrorista (no sabemos qué adjetivo usar para no herir la sensibilidad del gobierno) que asoló nuestro país en la década ochentera.

Como verán, es un tema ya usado por la cinematografía peruana (lo hicieron Pancho Lombardi y Fabrizio Aguilar, entre otros que, por cierto, ahora está filmando otra película con la misma temática con Gisela Valcárcel); pero en esta ocasión el sesgo ideológico es más pesado, pues Vidas paralelas ha sido hecha por los militares y por su universidad, Alas Peruanas (UAP).

En ese sentido, la cinta pierde objetividad y se acerca más a un mero reportaje institucional que a una película. Ahora, si la intención fue esa, glorificar a las fuerza armadas, olvidándose de su actuación oscura en esa guerra, entonces la cinta cumple. Bien por ellos, ya tienen su película, y al gerente de la UAP, Fidel Ramírez Prado, más sujetado al cargo.