Suertudos de la Patria
Maquiavelo sigue siendo imprescindible para entender la política nacional, especialmente en coyunturas electorales como la actual. Aunque “El Príncipe”, acumula centenares de años de existencia, sirve aún para ser usada como una placa radiográfica que desentraña de qué está compuesta nuestra política y sus personajes: mentira, farsa, deslealtad, perfidia, felonía; en fin, la absoluta falta de escrúpulos para hacerse del poder; es decir, el objetivo único y máximo que moviliza y persigue a todo aquel que hace de la política su razón de vida.
Además de describir la real entraña de los que hoy claman nuestros votos, el padre de la Ciencia Política, también indicó que muchas veces es la suerte la que ayuda a éstos en sus pérfidos objetivos. Si lo dudamos, bastaría preguntarles a los dos finalistas si realmente alguna vez imaginaron serlo; pero para no ir muy lejos, interroguemos a nuestros nuevos congresistas, de cualquier parte del país y en especial a los mistianos, si en sus más profundas alucinaciones, se le ocurrió que serían “Padres de la Patria”.
En mi eventual interés por los acontecimientos políticos, algunas veces me animé a pronosticar quiénes serían los nuevos congresistas mistianos. Lo hice basado únicamente en las encuestas nacionales, puesto que, por lo especial de estas elecciones, las campañas de los candidatos arequipeños al Congreso fueron casi inexistentes. Con esa fórmula, creí que acciopopulistas y porkistas serían mayormente los elegidos. Me equivoqué, como todo el mundo; pues, finalmente, los que han logrado una curul al Congreso, representando a Arequipa, son “afortunados”, como diría Maquiavelo; es decir, auténticos suertudos o tinkeros.
Del nuevo sexteto que conforma la bancada mistiana, hay incluso los que tiene más fortuna que otros. Es el caso de la electa Diana Gonzáles, de la lista de Hernando de Soto, que ni siquiera vive en Arequipa, pero la representará porque “se le apareció la Virgen”. Lo mismo puede decirse de los tres congresistas que colocó el “lapicito” (María Agüero, Jaime Quito y Alex Paredes), desconocidos totales hasta la primera semana de abril, y que sólo han dado la cara furtivamente, obligados por los resultados, pero que han vuelto a desaparecer, seguramente para conocerse entre ellos e intentar articular un discurso meridianamente coherente, ahora que estarán expuestos a la opinión pública. Los dos últimos suertudos son Edwin Martines y Ricardo Medina, acciopopulista y porkista, respectivamente. ¿Alguna virtud, trayectoria o algo ejemplificador de estos nuevos “Padres de la Patria”? Nada; es más, lo más destacable en algunos, son sus antecedentes penales.
Al igual que el conjunto del escenario nacional, poco alentador es lo que se vislumbra en la escena mistiana con su nueva representación política; pues, pensando maquiavélicamente, no han logrado conquistar el poder virtuosamente; es decir, a punta de talento, valor indómito y energía. Al contrario, es un poder accidental, advenedizo, afortunado y, por tanto, furtivo. Con esas características, ya común en el historial de nuestros congresistas, lo más probable es que aprovecharán el cargo para beneficio propio y lograr el máximo de sus anhelos: sacar la hipoteca para comprarse el depa soñado en Surco o La Molina.
Obviamente, obligados a dar la cara, escucharemos de estos nuevos parlamentarios los estribillos de siempre: “lucharemos por el desarrollo de Arequipa”, “la Ciudad Blanca unida, jamás será vencida”, y un largo etcétera. Nada de eso ocurrirá, pues harán lo mismo que los congresistas mistianos de los últimos lustros (otros suertudos); es decir, nada. Pero para no hacérselas fácil a estos afortunados, hay que exigirles que, por lo menos, cumplan con la recomendación de los congresistas salientes: que lean la Constitución y el Reglamento del Congreso. Tienen cinco largos años para hacerlo. A menos que los disuelvan antes.