Generación Bicentenario
No es una novedad que la protesta social, que desde hace una semana ocurre en todo el país, y que ya logró tumbar a Manuel Merino y su gabinete, tenga a los jóvenes como protagonistas. La historia de los movimientos sociales, aquí y en todo el mundo, demuestran que son los jóvenes los que no sólo inyectan de vitalidad a las protestas, sino que avivan los objetivos que las motivan. Es decir, muchas manifestaciones sociales no hubiesen logrado sus propósitos, de no haber contado con el apoyo, fuerza, vitalidad y decisión que la juventud tiene por excelencia. La novedad en la actual protesta, según lo que estamos viendo, son las formas y estrategias que hoy nuestros jóvenes usan para su organización y movilización.
Los propios protagonistas de estas marchas se autodefinieron como la Generación Equivocada; otros los llaman la Generación TikTok o Instagram; hay quienes, como Álvaro Podestá, que los llama la Generación Zapatilla, y finalmente, se les ha empezado a llamar la Generación Bicentenario. Obviamente, algunas denominaciones tienen que ver con la estrecha vinculación que hoy tienen los jóvenes con el mundo digital; es decir, con las formas de relación, interacción y, principalmente, construcción de percepción y subjetividades, basadas en las redes sociales, tipo Facebook o Tiktok, y con la Internet en general.
Desde hace mucho que viene ocurriendo esa relación con el mundo virtual (que no es exclusiva de los jóvenes). Es más, hoy resulta inconcebible que un joven no tenga un smartphone y pertenezca a una red social, que usualmente la usa para futilidades. Lo interesante ahora, es que en nuestro país pareciera que el aparatejo y esas redes ya empiezan servir, también, como instrumentos de participación ciudadana, tal como ocurrió en el 2010 con la llamada Primavera Árabe, el Movimiento Indignados en España, el Ayotzinapa en México, y más recientemente, en Chile.
Hay que recordar que, emulando a Obama, PPK introdujo estas tecnologías infocomunicacionales, en su campaña electoral. Obviamente, no le resultó porque pareciera que hace una decena de años, no estábamos preparados para darle ese uso a las TICs. Lo ocurrido desde hace una semana, pareciera que marca el inicio de su presencia, como una nueva variable en nuestra cuestionada democracia participativa. Es decir, si creíamos que ésta era nula, o que nuestro compromiso político se resumía a darle un cheque en blanco a las autoridades; si pensábamos que, frente a la política, nuestra juventud actúa alpinchistamente, pareciera que eso llegó a su fin. De allí, que muchos compartan y alienten llamar Generación Bicentenario a los miles de jóvenes que desde hace una semana protestan por lo ocurrido en nuestro sistema político, ya que simbolizan la nueva sangre y actitud, para que nuestro país reciba sus doscientos años, con esperanza y fe en el futuro.
Sin embargo, no se trata sólo de fe. Aún hay un camino por recorrer para medir el auténtico impacto de las redes en esta Generación Bicentenario, cuya primera y significativa evaluación, se dará en las elecciones generales próximas. Es decir, la elección y calidad de nuestros próximos gobernantes, será un buen termómetro para saber cuán útil es que esta Generación prefiera comunicarse y tomar decisiones virtuales, basados en la emotividad y espontaneidad, en lugar de una acción programática; cuán efectivo es recurrir al anonimato que muchas veces encierra la virtualidad, en lugar del compromiso e incluso militancia que implica la pertenencia a una organización política; en resumen, cuán real es el cambio de la política que hoy reclaman los jóvenes, en términos de inclusión, toma de decisiones, fiscalización y búsqueda de soluciones, que no implica, como también lo vienen pidiendo a gritos, la promulgación de una nueva Constitución.
Genial pues, que hoy nuestra juventud demuestre que no está atravesada por la apatía o indiferencia, demostrando que son una reserva y la fuerza que necesita el país. Genial que salga a las calles, con una valentía inusual, ya que hacerlo en medio de una peste que sigue presente, le da mayor valor a su lucha, pero si en abril termina eligiendo a mafiosos o idiotas, estas marchas serán sólo una anécdota; y, lo que es peor, las víctimas que cobró, Bryan Pintado e Inti Sotelo, habrán sido inútiles.