La UNSA y la encrucijada del 2020
La Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), tiene dieciocho decanos nuevos, elegidos en recientes elecciones, que han tenido como particularidad, la participación de todo el alumnado, como lo manda la ley. Junto a esos nuevos decanos, se alistan, también, nuevos directores de las cerca de sesenta Escuelas Profesionales, con que cuenta la UNSA, una de las cinco universidades más importantes del país, según SUNEDU.
La elección de estas nuevas autoridades, son la antesala del proceso que elegirá al nuevo rector y su equipo de gobierno, para los próximos cinco años, en una de las coyunturas más especiales que ha tenido la casa agustina, que, a la vez, se prepara a celebrar sus 200 años de vida institucional. Especial, digo, porque es incuestionable la gran trasformación, para bien, que ha experimentado la universidad agustina, y que es reconocida, no sólo interna, sino externamente, por los principales organismos calificadores de educación superior. Transformación producida, luego de décadas, en la que la UNSA fuera prácticamente secuestrada por las fuerzas de la mediocridad y corrupción que aún habitan en esa casa de estudios. En ese sentido, las elecciones que se avecinan, el 2020, serán entre dos tendencias: la que quiere continuar con la ola transformadora que inició la gestión de Rohel Sánchez Sánchez, o el retorno a la turbidez y mediocridad.
El sentido común, dirá que es simplemente absurdo, pensar que retornen al gobierno agustino, aquellos que sólo la ven como fuente de sus trapacerías. Lo lógico o sensato, sería que las buenas obras, el sentido ascendente o el progreso institucional continúe y se refuerce, por el bien, no sólo de la comunidad agustina, sino de la región; sin embargo, recordando a Basadre, hay que reconocer que si algo nos caracteriza como país, es nuestra histórica frustración de alcanzar el desarrollo, debido a la conjunción de fuerzas de aquellos que viven perfectamente organizados para convertirlo, todo, en una charca, páramo o fogata. Ejemplos recientes y cercanos, como el de la elección de las actuales autoridades del gobierno regional, confirman que el pensamiento basadrino, sigue vigente.
En ese sentido, el próximo año le toca a la gestión rohelista, ajustar y terminar todo aquello que consolide su mandato de manera positiva, como, por ejemplo, la acreditación de la mayoría de Escuelas Profesionales (actualmente van diez); empezar a mostrar los resultados de todos los proyectos de investigación que han demandado cientos de millones de inversión, a través de UNSA Investiga; consolidar su proceso de internacionalización de profesores-investigadores, alumnos y relaciones institucionales; dejar sentadas las bases de la infraestructura que garanticen que la universidad agustina, se perfila, en serio, como un Referente Latinoamericano, como lo proclaman sus autoridades; es decir, los Centros y Torres de Investigación, el Parque Tecnológico, etc.; es decir, todo aquello que vincule y responda de manera real, a las demandas y necesidades de Arequipa y la región toda.
Como puede verse, de lo que estamos hablando, es que la UNSA alcance estándares internacionales de calidad que le permitan ingresar de manera segura, a ese grupo de universidades que hoy son tendencia en el mundo: las Universidades 4.0; es decir, aquellas que no sólo sintonicen, sino que también empujen lo que ya es imparable en nuestra sociedad: las nuevas dimensiones económicas, sociales y ciudadanas, nacidas por la digitalización y estrategias disruptivas, en la que ya estamos envueltos de manera vertiginosa.
Esa es la tendencia y lo que se espera de la UNSA, para las siguientes gestiones; sin embargo, como lo decimos arriba, no hay que desconocer que, como toda universidad pública, la UNSA es también un campo de lucha política, de fuerzas no sólo internas, sino también externas; es decir, de gente que desde fuera quiere retomar el control universitario, para convertirla, nuevamente, en una charca, parafraseando al Basadre. Y eso es, justamente, lo que se quiere evitar. ¿Se podrá?
Las recientes elecciones han servido no sólo para tener nuevos decanos, sino para ir midiendo esas fuerzas. En el 2020, habrá más elecciones: estudiantiles, de Asamblea Universitaria, etc. que las seguirán midiendo, hasta llegar a la elección del nuevo rector. Las elecciones decanales, sirvieron también, para avizorar cómo será la rectoral, teniendo en cuenta que hoy la universal participación estudiantil es vital; es decir, actualmente, una contienda por el rectorado significará montar una campaña que persuada a cerca de 30,000 alumnos, o sea, similar a una campaña distrital.
El 2020, será decisivo para la UNSA. El próximo año sabremos si la comunidad agustina aprendió a reconocer, valorar y transitar por el camino que garantice y consolide su desarrollo, o, por atávica cultura nacional, se dispare a los pies, para volver a estancarse.